Opositores en Cuba, refugiados en León

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Milena Pasetti

Ismely Iglesias Martínez y Omar Suárez García son dos cubanos de brazos musculosos, mirada penetrante y gesto adusto. En Cuba, eran opositores al régimen de los hermanos Castro. En España son, de momento, “solicitantes de asilo”. Una categoría migratoria que los mantiene “atados de pies y manos” desde el pasado 18 de abril, cuando llegaron a nuestro país en el marco del acuerdo entre el Gobierno español y su homólogo cubano, con intermediación de la Iglesia Católica, para que algunos presos políticos y sus familias abandonaran la isla.

Ellos no estaban presos en Cuba. Pero les faltaba poco “para caer”, dicen. Por eso decidieron aceptar la oferta del Gobierno español, al que ahora critican con dureza. Según aseguran, desde el mismo momento en que salieron de Cuba empezaron los incumplimientos del acuerdo. “Nosotros salimos de Cuba por la parte de atrás de aeropuerto internacional y entramos aquí por la parte de atrás del aeropuerto de Barajas. Nos agruparon en un lobby, nos dieron una merienda y nos fueron llamando por familias para subirnos a un bus. Nunca supimos a dónde fueron las otras familias”, aseguran.

En la documentación que les entregaron en Barajas se indica que se les ofrecería la posibilidad de una primera llamada telefónica a sus familiares en Cuba. “Nunca nos permitieron esa llamada. En cinco meses, yo he podido hablar sólo dos veces. Una vez con mi madre y otra con mi hijo, de 12 años. Y todo porque me las pagaron unos conocidos de Madrid”, denuncia Iglesias Martínez.

En total, en León viven cinco exiliados cubanos. Comparten un piso de acogida, facilitado por ACCEM, la organización que se hace cargo de su alojamiento y manutención en la primera fase del programa. Cada semana, se les asigna un total de 6 euros diarios que sólo pueden utilizar para gastos de alimentación, con los respectivos tickets y por adelantado. De allí las dificultades para pagar las llamadas telefónicas, por ejemplo.

Cuentan con un número de identificación de extranjeros, con una permiso de residencia en calidad de “solicitantes de asilo”, que en principio no les permite trabajar. Su tarjeta de identificación es roja, con una fotografía, pero según afirman “ni la propia policía la conoce”.

El médico-cocinero

Ismely Iglesias Martínez fue el médico que atendió al disidente Guillermo Fariñas durante la huelga de hambre que lo dejó prácticamente al borde de la muerte. En León ha completado un curso de cocinero, con prácticas en un restaurante de la zona de la Catedral, donde tenía posibilidades de ser contratado durante el verano, una posibilidad frustrada por su falta de permiso de trabajo.

Con voz quebrada por la impotencia, admite que están empezando a comprender que homologar su título de médico será una tarea titánica. “El tema de la homologación de los títulos es un engaño total. Llevamos más de tres meses esperando una respuesta del gobierno cubano, que no nos dejó ni siquiera sacar los papeles. Como estaba en contra del gobierno, no me dan mi documentación. Se suponía que aquí nos iban a facilitar ayuda jurídica para la homologación de los títulos, pero nada”.

La solución no es sencilla. Desde el Ministerio de Asuntos Exteriores (Ver “Según Asuntos Exteriores...”) indican que para poder homologar sus títulos tienen que cumplir con la legislación española, que establece como imprescindible el aporte de una cuantiosa documentación (título, certificado de notas, programa de las asignaturas, etc.)

“Una asistente social a la que fuimos a ver nos dijo directamente que fuéramos haciendo otros planes, porque nos sería más fácil ir a cuidar ovejas a Cangas de Onís que conseguir la homologación. Yo fui el médico que atendió a Guillermo Fariñas durante la huelga y a muchos otros presos políticos. ¿Tú crees que el Gobierno me va a dar los documentos de mis estudios o admitir que regrese a mi país?”, nos interroga Iglesias, sin esperar respuesta.

De momento, lo que esperan es que desde el Gobierno español se les brinde oficialmente una respuesta sobre las gestiones que se estarían haciendo en Cuba por esta documentación. Sin embargo, evalúan otras posibilidades. “Podemos aportar nuestro granito de arena a la corrupción que hay en Cuba, que usted sabe que es muy grande. Es decir, vender mi casa y utilizar ese dinero para pagarle a alguien que me pueda sacar la documentación”, revela.

Desinformación

El grupo de exiliados desgrana además una larga lista de supuestos incumplimientos del acuerdo migratorio que determinó su llegada a León, entre los que resaltan la falta de asistencia psicológica, para gastos de oftalmología u otros aspectos sanitarios. Como ejemplo, Ismely Iglesias cita su propio caso: “Yo me he tenido que extraer dos muelas, en las que en realidad sólo necesitaba un empaste, porque la extracción es gratuita y el empaste no. Nosotros no tenemos fondos para pagar eso, sólo podemos utilizarlos para alimentación”.

Pero de lo que más se quejan es de la falta de información. Según relatan, han intentado obtener los datos concretos de su situación migratoria por distintas vías: Ayuntamiento, subdelegación del Gobierno, oficina de Extranjería y hasta en la Policía nacional, venciendo todas sus reticencias después de sus violentas experiencias en Cuba. En todos lados, la respuesta es la misma: “Aquí no sabemos nada de eso”.

“Nos sentimos engañados, tanto por un gobierno como por el otro. Nadie tiene ni idea sobre nuestro convenio. Casi sería preferible volver a Cuba, en lugar de estar aquí desinformados y lejos de nuestras familias. Pero eso es imposible, ni siquiera nos dejarían entrar”.

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