Valero-Terribas: “La Joven Orquesta Leonesa no precisa un apoyo puntual, sino una implicación colectiva”

El director de la Joven Orquesta Leonesa (JOL), Francisco Valero-Terribas (Valencia, 1980), afronta sus primeros meses al frente de esta formación que se encuentra “en fase de consolidación” y que cuenta con un grupo “con mucho talento” a pesar de la juventud de sus integrantes. El trabajo se desarrolla en un ambiente muy agradable de intenso trabajo en el que la directora de la Fundación Eutherpe, Margarita Moráis es el 'alma máter' de un proyecto para el que solicita mayor implicación de las administraciones. Seducido desde el primer momento por la capacidad de comunicación que tiene un director, lamenta que no se dé a la música la importancia que tiene a la hora de inculcar valores personales y se haya convertido en algo a lo que acceden únicamente aquellos que quieren cultivarse.
¿En qué momento se encuentra la JOL?
En un momento de consolidación. Lo más complicado siempre es dar el primer paso, sobre todo sin infraestructuras y sin nada, pero ha sido todo voluntad y vocación. Ahora la orquesta está en una fase de consolidación, hay un grupo estable, homogéneo, hay chavales, mucho talento y se conocen, también musicalmente, y se está empezando a forjar lo que es el futuro de una orquesta joven pero bien establecida.
¿Por qué se caracteriza ese grupo?
Son muy jóvenes, más de lo habitual, porque tienen edades de entre 13 y 20 años, tienen una virtud que es que tienen una ilusión impresionante, se sienten identificados con el proyecto, se sienten muy cómodos y es algo que para ellos no resulta extraño, ni siquiera para quienes vienen de fuera, les resulta muy identificativo pertenecer a la JOL y formar parte del grupo. Además son muy talentosos para lo jóvenes que son, tienen un nivel verdaderamente alto, necesitan un poco de estimulación pero son muy válidos y muy aptos.
Se puso al frente de la JOL el pasado mes de abril. ¿Qué balance hace de este tiempo? ¿Ha introducido muchos cambios?
Sin querer sí que pones tu sello, pero la orquesta estaba muy bien establecida, porque tenía su junta directiva y su cuadro de profesores que, con mi llegada, de amplió con Jaime Puerta, que es el profesor de violoncelos y contrabajos. Lo primero que hicimos antes de reunir a los chicos fue establecer unos criterios básicos de trabajo que han funcionado muy bien porque está todo muy organizado y dejamos el mínimo resquicio a la improvisación para sacar el máximo provecho. Los profesores también hacen un trabajo muy importante de preparación y creo que ahí está la clave del éxito, en trabajar de una manera que se ve muy sencilla, porque la música tiene que resultar sencilla, pasional y agradable y moverse en un ambiente de convivencia, pero sacando provecho de lo que se está haciendo, porque hay muy poco tiempo.
¿Qué retos tienen encima de la mesa?
La música ha sido como un elemento extraño que se ha intentado implantar en el curriculo y que ahora parece que se está tratando de sacar porque su utilidad está en entredicho.
Ahora mismo los retos para lograr la consolidación de la orquesta son de dos tipos. Por una parte, a nivel estructural, hace falta un apoyo que vaya más allá de lo moral, sin embargo tengo que decir que Margarita Moráis que es el 'alma máter' del proyecto, es capaz de mover Roma con Santiago, es la verdadera artífice de que exista en León un panorama musical como el que hay y sin su apoyo y su sustento sería imposible mover todo esto. Las instituciones respaldan, pero igual que han respaldado el inicio de la orquesta, ahora es necesario consolidarla, y no hablamos de cifras macroeconómicas ni de donativos, hablamos de que hace falta una apuesta clara porque León tiene una joven orquesta que excede un poco del ámbito cultural. Además, una joven orquesta en la que está implicado un centenar de jóvenes debería de suponer un proyecto educativo, de base social y a muchos ámbitos del panorama de civilización leonesa.
¿Considera escaso el apoyo que reciben?
El apoyo tiene que ir más allá, porque la orquesta no precisa un apoyo puntual, sino una implicación colectiva, y no solo del Ayuntamiento, que ya lo está haciendo, sino de la Diputación y de la Junta, que tiene mucho que decir en este proyecto y no puede menospreciar un proyecto que nace de León cuando ya han caído otros proyectos en la Comunidad. Sé que para mover un ente de este tipo hace falta una persona que se mueva, y Margarita Moráis está ahí, pero me gustaría de las instituciones conocieran lo que vamos a ofrecer y lo que necesitamos, y nosotros expondremos para que vean cuál es el rango de actuación de la JOL.
Teniendo en cuanta todo lo que hemos hablado hasta ahora, ¿dónde puede llegar al panorama musical de Castilla y León?
Castilla y León es un territorio que tiene una particularidad de amplitud y dispersión geográfica que va a necesitar de apoyo para poder llegar a todas las provincias y a todos los ciudadanos por igual. Tiene una orquesta de muy buen nivel, una temporada de conciertos magnífica, una red de auditorios de muchísima calidad. El futuro es esperanzador, no se trata de una cuestión económica, siempre voy a defender que el tener un planteamiento musical uniforme en todas las provincias va a depender de una vocación de gestión uniforme, hay que ingeniar, modernizar la gestión y abrir mercados e ideas. Hemos atravesado unos años en los que ha sido sencillo presentar proyectos y que tuvieran respaldo, ahora es momento de que la administración no esté esperando a recibir proyectos, sino que sea quien presente las ideas para que todo funcione.
¿Cree que se está infravalorando la aportación de la educación musical?
Por supuesto, pero forma parte de la deshumanización que hay en la educación en general y porque nos hemos dedicado a implantar aspectos técnicos que no dejan nada en las personas más que razonamientos. Estamos obviando que una persona, que tenga o no educación musical, no va a condicionar su futuro desde el planteamiento de estructurar su mente, porque tampoco se ha hecho bien la educación musical. La música ha sido como un elemento extraño que se ha intentado implantar en el curriculo y que ahora parece que se está tratando de sacar porque su utilidad está en entredicho. Creo que en ningún momento hemos sido conscientes de cuánto puede aportar la música.
Ha trabajado mucho en el extranjero. ¿Qué papel está jugando su experiencia fuera de España con lo que quiere aportar a la JOL?
Todo el bagaje que tengo va a aportar mucho, pero no creo que sea precisamente lo que traigo de fuera, sino lo que he aprendido en León. Yo le debo muchísimo a los cursos de la Fundación Eutherpe, a mi maestro que fue Bruno Aprea, y de él he aprendido muchísimos aspectos, tanto técnicos como de la dirección y musicales en general, pero también he aprendido la honestidad en el acercamiento al hecho musical y en la relación con la música, eso es algo que tanto él como Margarita Moráis me han enseñado. La vida de un músico es de abnegación hacia un hecho cultural que no te pertenece, si no sabes apreciar el trabajo de otros con muchísimo respeto no puedes considerarte un músico, y es algo que intento transmitir y va a ser una parte fundamental en el 'modus operandi' de la JOL, porque además es algo que ya tienen.
¿Cómo definiría su forma de dirigir?
Mi forma de dirigir tiene mucho que ver con la psicología de los músicos que tengo delante y tiene mucho que ver con el concepto de sonido que pretendo extraer de la orquesta, porque trato de ser lo más práctico posible para sacar el máximo rendimiento con el mínimo tiempo de trabajo. Para eso hace falta implicación, pocos discursos filosóficos a los músicos, que quieren saber lo que tienen que hacer en un momento concreto, y que es algo que sucede igual en todas las partes del mundo. Todos somos sensibles a una serie de gestos y de indicaciones de forma innata, ahí es donde está la verdadera técnica de la dirección.
Empezó con el clarinete. ¿Dónde están sus orígenes como director?
Creo que inconscientemente siempre fui director, es algo que se siente, pero también es cierto que el hecho musical tiene múltiples aproximaciones y todas tienen que ser abordadas: nadie es director absolutamente ni instrumentista absolutamente ni pedagogo absolutamente. O eres una simbiosis de todas o verdaderamente es que no eres músico. Para mí la capacidad de comunicación de un director es algo que me sedujo desde el primer minuto, pero es algo a lo que verdaderamente no se puede llegar sin ser instrumentista previamente, y para mí mi mayor fuente de aprendizaje han sido las horas detrás de un atril y mi trabajo como instrumentista.
Ha hecho referencia a la capacidad de comunicación de un director. ¿Qué es lo que quiere comunicar a sus músicos y al público?
Lo que comunicas es el mensaje de un compositor que has destilado por tu propio razonamiento, y la profundidad y la visión que extraes de cada compositor es la herramienta que comunicas al resto de músicos. Sin embargo, depende también de que encuentres ese mensaje más o menos adulterado. Cuanto más honesto se sea con el planteamiento que se hace, porque la obra es el fin de la música, dependerá la postura frente a la obra de arte para conocer el mensaje verdadero y la capacidad de síntesis de la obra y lo que refleja dentro de la historia de la música. Son planteamientos filosóficos de los que hay que despojarse porque la orquesta quiere algo claro para saber qué hacer.
Muchos músicos de gran talento tienen que salir fuera de España. ¿Se están perdiendo músicos porque no se les valora por esa falta de cultura musical a la que aludíamos anteriormente?
Desgraciadamente sí. Además de que va a haber fuga de talentos, va a haber todavía más, porque estamos creando una de las generaciones con mejor formación y muchísimo talento y les estamos abocando a un fracaso laboral seguro. Estamos dedicándonos a sortear toda la crisis que hay ahora, pero no estamos cambiando el sistema verdaderamente, no hace falta un cambio radical. Continuar con los planteamientos que hemos tenido desde hace 30 años no nos van a llevar más que a un fracaso laboral que se va a traducir en gente que se va a tener que marchar de España o que va a permanecer aquí pero que no va a colmar sus expectativas y estamos condenando a una generación joven a la frustración, porque no van a desarrollar sus capacidades como podrán hacer en otras partes del mundo.
¿Qué es lo que ha llevado a que haya un abandono de la cultura?
Seguramente también desde el propio entramado cultural nos hemos dedicado a crear el término cultura como algo esnobista, algo que está apartado de la sociedad, que es solo para unos entendidos y no tiene ningún fin práctico. Durante unos años de bonanza ha estado bien subvencionado para que la gente que quiere cultivarse pueda hacerlo, pero en España nunca hemos sigo conscientes de lo que representa eso en la formación de las personas y en la felicidad de la gente.
La imagen del director es la de una persona mayor y seria. ¿Cómo ha cambiado y qué perfil tiene ahora?
Ha sido por una trayectoria histórica, pero debería de haber cambiado, aunque todavía hay gente que piensa que un director de orquesta tiene que ser un señor muy mayor. Tiene que ser alguien experimentado, porque uno puede ser un prodigioso pero la experiencia tiene que formar parte de cualquier labor. Un director de orquesta es un músico, no es ni más ni menos que cualquiera, y a veces se ha enfocado como que es alguien que está en un peldaño superior, pero eso no debería de ser así, es como cualquier otro músico de la orquesta, aunque con otras responsabilidades.