El carbón que cae en picado en León será la principal fuente energética del mundo en dos años

César Sánchez / ICAL. Central Térmica de Compostilla en Cubillos del Sil

ileon.com

Que el sector de la minería del carbón en León languidece encaminándose a su final es un hecho. Y la fecha de 2018, hasta donde llega el actual Plan del Carbón, sigue siendo la única fecha de referencia asegurada. Pero ese final es un hecho que contrasta con las previsiones mundiales que vaticinan que esta fuente energética será líder a nivel mundial en apenas unos años, superando al petróleo, y curiosamente en un plazo tan reducido como el que parece tener de vida la minería de la provincia.

Quien lo asegura es nada menos que la Agencia Internacional de la Energía, el organismo que coordina las políticas energéticas de los países de la OCDE. Habla de que en sólo dos o tres años, en 2016-2017, el carbón podría estar situado a la cabeza en el mix energético del planeta, incluso a pesar de ser el combustible más contaminante.

Y el mismo planteamiento es defendido por otro experto muy reputado: el informe anual de BP Statistical Review, una de las biblias del sector energético mundial, que mantiene que el año pasado el carbón concentró el 30,1% del consumo energético mundial, alcanzando así su mayor cuota de mercado global en casi medio siglo, según ha publicado recientemente Expansión.com. Otras consultoras, como Wood Mackenzie, creen que el crecimiento del carbón por encima del crudo o el gas natural, no será tan acelerado, pero en todo caso habla de 2020 como el momento en el que el mineral encabece la lista energética. De modo que al margen de plazos de tiempo nadie niega que el carbón, lejos de tener fecha de defunción, vivirá en breve su mejor época.

Contaminante... pero competitivo

El único motivo de fuerza para impedir este ascenso del mineral, en sus horas más bajas en la provincia leonesa y en toda España, debería ser su impacto negativo en el medio ambiente. La Agencia Internacional de la Energía calcula que el carbón podría estar detrás de casi el 60% de todas las emisiones que impactan negativamente en el efecto invernadero que ha habido desde hace 14 años. Pero lo cierto es que nadie observa que esto vaya a ser un obstáculo. Porque a su favor juega el hecho de su precio competitivo, la abundancia de las reservas y su menor impacto en conflictos de carácter geopolítico.

El periódico económico destaca que el consumo de carbón a nivel planetario alcanzó el pasado año los 3.826 millones de toneladas de petróleo equivalentes. El incremento de su demanda fue de un 3%, que es menos que la media de a última década pero bastante más que cualquier otra energía de origen fósil. Por eso gana terreno, porque los demás tienen previsión de ir cayendo. El petróleo, con una cuota del 32,9%, acumula catorce años de pérdida de peso específico en la escena energética del mundo.

Térmicas en entredicho

Con este panorama, y la actual política del Gobierno en España, está claro que el país no está incentivando, al contrario, un sector que tiene las de ganar a nivel mundial en un espacio de tiempo muy breve. Y León lo puede pagar caro. Porque además surge en España otra amenaza y muy seria: el riesgo cierto de cierre de muchas plantas térmicas. Y sin térmicas que consuman el carbón que se extraiga aquí, la sentencia de muerte sería definitiva.

La voz de alarma la ha dado la agencia de calificación Moody's. En un informe reciente firmado por Niel Bisset se asegura que los precios del megavatio/hora permanecerán estancados precisamente hasta 2016 y sólo podrían comenzar a subir en 2020, debido a los aumentos de la demanda y a los cierres de plantas de carbón.

En la práctica, esto significa que las grandes compañías españolas productoras de electricidad, Iberdrona y Endesa, tendrán poco margen de aumento en las ganancias derivadas del negocio de generación energética. Y esto podría forzar decisiones respecto a la viabilidad de algunas térmicas, una vez descartados además a corto plazo y quién sabe si para siempre los multimillonarios proyectos de captura de CO2 para hacer que la quema de carbón sea sostenible medioambientalmente.

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