Cinco días aislados e indignados por la nieve

Imagen de Ciñera, vía Maje Muñíz, este miércoles con un grueso espesor de nieve.

Carlos J. Domínguez

Licinia tiene 101 años. Vive en La Velilla de Valdoré, en el Ayuntamiento de Crémenes. Y lleva ocho días incomunicada por la nieve, al igual que los 8 vecinos estables del pueblo. Hace más de una semana que no la puede visitar el médico. La última vez que lo hizo tuvo que acceder a pie salvando los tres kilómetros que separan la localidad de la carretera general, la única que abren las cuñas quitanieves.

No es un caso extraordinario. Como Licinia, hoy mismo hay cientos de vecinos de decenas de pueblos leoneses literalmente aislados, y algunos de ellos también incomunicados, porque sufren cortes de luz más o menos amplios que les impiden acceder a Internet o realizar una simple llamada telefónica. Esta incomunicación telefónica de fijo y móvil se ha sufrido también hoy en localidades como Ciñera.

Es la otra cara de la ola de frío y el temporal de nieve y viento que azota la montaña leonesa. Una cara fea, un problema silenciado. Hace no tantos años, las administraciones públicas –Junta y Diputación- informaban más o menos puntualmente de las localidades leonesas que resultaban incomunicadas. Hoy nada de eso.

Sobre el papel, nadie está aislado en la provincia leonesa porque las quitanieves trabajan a destajo, bien sean de los ayuntamientos, mancomunidades, Diputación, Junta o Ministerio. Es cierto. Pero lo que nadie cuenta es que se abren las carreteras generales, sólo en algunos casos –que no en todos- las de los accesos a los pueblos. Pero después las calles de esos pueblos sufren acumulaciones de nieve de más de metro y medio, nieve helada, imposible ya de mover, y el resultado es que nadie puede realmente ni entrar ni salir. Ni para una urgencia ni para nada.

La Velilla de Valodoré lleva incomunicada cinco días....

Mª José tiene 47 años y teme por la salud de su vecina Licinia. Y por los estudios de su hijo, que “lleva dos semanas sin poder ir a clase”. “Y porque yo ahora no trabajo, que si no, no sé cómo lo haría”. Denuncia que ni el presidente de la Junta Vecinal de La Velilla ni el alcalde de Crémenes mueven un dedo para “algo tan sencillo como traer una cuña, aquí hay dos todoterrenos pero sin cuña no conseguimos que avancen ni 50 metros, porque hay hasta alturas de dos metros en algunos sitios”.

Una queja sorda

La Urz. Posada de Valdeón. Foncebadón, en plno Camino de Santiago. La Cueta, donde un vecino ha advertido a la Diputación que esperan a enviar la máquina, que podría quedarse atrapada. Pasa en infinidad de localidades pero es una queja sorda, porque además son pueblos donde apenas viven 20 personas, en el mejor de los casos.

Desde La Ercina, otra vecina echa la culpa a la “absoluta falta de coordinación” entre las quitanieves de la Junta y las de la Diputación o los organismos municipales. “Un ejemplo de ayer: pasó la máquina en la carretera de Sabero a Boñar y como empujaba toda la nieve dejó el cruce para subir a La Vecilla con un metro y medio, o sea, imposible entrar del montón que formó”.

Eso cuando no ven con gran indignación pasar las máquinas “con la pala levantada, que manda narices, como ha pasado con la que hace la carretera de Boñar a Cistierna, porque dicen que ese tramo es de la Diputación y que ellos no la tienen por qué abrir”.

A esto hay que sumar aquellos pueblos de Prioro o Boca de Huérgano que, para más inri, han tenido amplios cortes del suministro eléctrico desde el miércoles.

Ninguno de los vecinos que no entienden cómo en pleno siglo XXI pueden quedar absolutamente aislados pueblos enteros dudan de que haya medios suficientes, como airean siempre las administraciones, “pero pasan siempre de los mismos, los que somos pocos y aguantamos –no sabemos a veces muy bien por qué- viviendo en nuestros pueblos”.

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