Pozo Salgueiro, un superviviente de la abandonada minería

César Sánchez / ICAL Accidente minero en Torre del Bierzo (León)

Ángela Bernardo

Ha vuelto a ocurrir. La tragedia sacude de nuevo las cuencas. Un accidente en el pozo Salgueiro, ubicado entre Torre del Bierzo y Santa Cruz de Montes, se ha llevado la vida de José Pereira Díez, delegado de seguridad, y ha dejado a dos mineros heridos leves. Torre vive con profunda tristeza lo ocurrido, como relata el corredor Gustavo Silván, “pues estos hechos afectan demasiado a todo el mundo en cualquier pueblo o zona minera”.

El pozo Salgueiro es una de las tres minas interiores que quedan en la comarca del Bierzo. La situación de la instalación, perteneciente al grupo UMINSA de Victorino Alonso, refleja un futuro tan negro como el carbón extraído en los tajos. La tragedia siembra de tristeza una tierra que ha vivido en primera persona la reordenación del sector desde finales de los ochenta.

“Salgueiro es el único pozo activo del municipio y uno de los pocos que quedan en el Bierzo”, explica Silván. El accidente se ha cobrado la vida de un minero muy conocido en la zona, que deja a dos hijos huérfanos cuando estaba a punto de prejubilarse. “La repercusión es todavía mayor y duele mucho más”, comenta Silván consternado, quien destaca su compañerismo y disposición para animar y enseñar a los más jóvenes. “José picaba carbón como el que más”, relata.

El vecino de Torre del Bierzo narra el ambiente de derrotismo que impregna las cuencas en los últimos años. “Cabe resaltar también, como mala suerte, la hora del suceso, cuando estaban a punto de terminar la jornada”. No se olvida Silván de los otros mineros involucrados en el accidente, “también muy conocidos en la zona”. El suceso, por desgracia, nos devuelve el lado más terrible del sector en las que tal vez sean sus horas más bajas.

Un futuro prácticamente inexistente

El convenio marco firmado en diciembre de 1986 por Carbunión y Unesa obligaba a las compañías mineras a incrementar su eficiencia o disminuir su actividad. Irónicamente, aquel acuerdo fue la primera sentencia de muerte de un sector que se vio obligado a comparar los costes con los precios de referencia, mucho más elevados que los precios de mercado de la época. El documento provocó que las productoras de carbón no fueran competitivas y a partir de 1989, las ayudas en forma de 'suplementos de precios' comenzaron a aumentar progresivamente en contra de lo esperado.

Con las empresas completamente adeudadas, es difícil ver un futuro para el sector minero

Sucesivos planes de reordenación firmados en la década de los noventa conllevaron la reducción de las plantillas, la limitación de la capacidad de producción y una profunda transformación empresarial. Sólo entre 1998 y 2007, según describe Jesús Sánchez Melado, las diferentes ayudas del carbón a la industria de Castilla y León han supuesto cerca de 4.000 millones de euros. De nada valieron los programas de ajustes, las huelgas y los convenios. En 2005, un sector herido de muerte sufría una contracción empresarial del 87%. Ese año sólo se mantenían operativas en la provincia 11 de las 85 productoras que había en 1990.

“El Bierzo y la mayoría de comarcas mineras de León deberían haber dejado de mirar al carbón hace al menos diez años”, nos explica Silvia Alba. La ingeniera también admite la importancia de una industria que ha creado “muchos puestos de trabajo directos e indirectos como para pasarla por alto”. Los problemas se acentúan al ser España un país que depende completamente del exterior en materia energética.

La situación vivida por el sector minero se refleja también en la historia del propio grupo de Victorino Alonso, un empresario controvertido que lideró la política de expansión realizada desde la compra de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) en 1994. Alonso pasó de controlar toda la cuenca de Fabero y buena parte de la cuenca palentina a crear en 1998 la Unión Minera del Norte (UMINSA). Esta actividad expansiva del grupo, caracterizada por la absorción de 25 sociedades leonesas, palentinas y asturianas, junto con la reducción del 42% de la plantilla entre 1997 y 2003, levantó grandes recelos.

El sector minero, abandonado a su suerte entre planes de prejubilación, huelgas y marchas a Madrid, seguía defendiendo la extracción del carbón. Y es que como explica Silvia Alba, “las reservas de antracita y hulla son suficientes”. El gran problema es que cada vez hay que trabajar y picar más hondo para obtener las mismas o incluso menos toneladas que hace unos años, cuando se extraían los tajos más fáciles.

La ingeniera señala que “la rentabilidad de cualquier yacimiento, sea del mineral que sea, se estima mediante el ratio entre el coste de la extracción y el precio de mercado”. Desde hace años, la industria tiene que invertir más en sacar lo mismo, mientras que el precio de mercado se mantiene o incluso se reduce por la oferta de otros países. El futuro para la minería de interior, según Alba, es prácticamente inexistente. “No olvidemos que las ayudas europeas llegaban hasta 2018 y que el Gobierno decidió extinguirlas tres años antes”, apunta. Industria todavía adeuda a las empresas los dos últimos meses en ayudas de 2014. “Con las productoras completamente endeudadas, es complicado ver futuro para las cuencas”, admite.

La reconversión de las zonas mineras ha sido uno de los grandes objetivos desde finales de los ochenta. “El principal problema es la falta de inversión y de tecnología para llevarla a cabo”, explica la ingeniera berciana. Otros países, como Alemania, cuentan con una industria de I+D+i puntera que facilita los procesos de reconversión. Hay otro punto adicional que Silvia Alba destaca. “Nadie quiere un almacén subterráneo de residuos al lado de su huerta o el secuestro de carbono a presión a pocos metros del pueblo”, apunta.

El cierre de las explotaciones de Hulleras de Sabero fue un ejemplo dramático de lo que suponía la reconversión minera. Tal y como explica Sánchez Melado, la cuenca se enfrentó a un futuro plagado de problemas económicos, sociales y demográficos. Sabero vivió durante décadas el llamado 'monocultivo minero', que definió un escenario complejo para revitalizar industrialmente la comarca. El presente de la minería, por tanto, es tan inexistente como el futuro de los propios cotos.

Los últimos pozos mineros

El trágico accidente del pozo Salgueiro tiñe de nuevo las cuencas, cerradas por la falta de apoyo al sector. Hace sólo unas horas, el delegado de Comisiones Obreras denunciaba que “los recortes provocan que haya una menor seguridad personal”. Alba prefiere mantener la cautela, al señalar que la seguridad ha mejorado notablemente en los últimos cincuenta años. “Desde que nuestros abuelos bajaban al tajo sin una sola mascarilla, la situación ha cambiado”, explica, “y las ayudas han contribuido a ese incremento de la seguridad”.

Las condiciones de austeridad de los pozos mineros han podido afectar a la seguridad

A pesar de esa mejoría general, es cierto que las condiciones de 'austeridad' de los pozos mineros han podido afectar a la seguridad. “Empezando por los propios trabajadores, que viendo peligrar sus sueldos quizá se arriesguen más de lo debido y siguiendo por las empresas que, ante la falta de fondos, quizá tengan que recortar gastos incluso en las medidas de seguridad”, señala la ingeniera berciana.

Será la investigación técnica la que deba aclarar las condiciones del accidente de Torre del Bierzo. Aunque los primeros indicios apuntan a un origen fortuito, organizaciones sindicales como la UGT ya han pedido al ministro Soria que se acerque a las cuencas a dar el pésame a las familias y comprobar los inexistentes privilegios del trabajo minero. Una vez más, la provincia se tiñe de luto. La tragedia del pozo Salgueiro vuelve a poner de manifiesto la dureza de un sector golpeado por décadas de crisis.

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