Montserrat: “Cuando vi que Rajoy no dejaba cambiar a Carrasco, decidí que la iba a matar”

EFE/J. Casares (Pool). Montserrat González declarando en el juicio por el asesinato de Isabel Carrasco.

C.J. Domínguez / M. Cuervo

El testimonio de la autora confesa del asesinato de Isabel Carrasco, Montserrat González, ha causado sorpresa y admiración. Por ejemplo, cuando no dudó en responsabilizar de manera indirecta al presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, de consentir que Carrasco siguiera al frente del partido en León haciendo la vida imposible a su hija Triana Martínez; cuando fue tajante al asegurar que no siente ningún arrepentimiento de los tres disparos mortales sobre la pasarela del río Bernesga; al venirse abajo con lágrimas incluidas al refrescar cómo cambió la vida de su hija tras la presunta agresión sexual de la presidenta y la presión posterior que conocían por haber provocado suicidios en personas llegadas que habían pasado por idéntico trance; o cuando aseguró que su hija Triana no sabía, no participó e incluso quiso evitar el asesinato, del que su amiga Raquel Gago tampoco tenía noticia de ninguna clase.

Así transcurrió, detalle a detalle, hora y media de respuestas únicamente a preguntas de su abogado defensor, José Ramón García, ya que rechazó someterse al cuestionario de los demás letrados, , algo a lo que el juez aclaró que tiene derecho, aunque a su vez fue afeado por el fiscal del caso porque “priva al jurado de sus explicaciones” sobre detalles muy precisos de aquellos hechos.

La actitud que la madre de Triana mostró desde el primer momento fue seria, distante y fría, tremendamente nerviosa, retorciendo con insistencia una botella de agua, mientras su hija anotaba en un cuaderno del que no se ha separado desde esta mañana ciertas preguntas del fiscal, al tiempo que hablaba con su abogado, dado que mañana será su turno ante el tribunal.

Ante las únicas preguntas, del letrado defensor, admitió que a Triana la “apadrinaron Gaspar, del hotel Gaudí, íntimo amigo de Herrera (Juan Vicente, presidente de la Junta”, y el presidente de la Diputación, Javier García Prieto“, y este último ”creó una plaza para ella“, que ocupó en junio de 2007, en calidad de interina. Al mes, el presidente de la Diputación cambió y pasó a ocupar el puesto Isabel Carrasco, (”la Carrasco“, como Montserrat la ha llamado varias veces) con quien ”se llevaba muy bien“ su hija. Incluso le resolvió un problema con Hacienda por un coche de la joven técnico de Telecomunicaciones había adquirido en Alemania.

El 'acoso sexual' y la plaza de Triana, espoletas

Los problemas empezaron dos años después, cuando “Isabel la llamó para resolver un problema de un móvil y quería tener relaciones sexuales con ella”, a lo que ella “había salido corriendo”. Y “a partir de entonces todo cambio”, justo un mes después de habérse convocado la plaza fija de funcionaria de Triana en la Diputación, con un año de retraso porque Carrasco “no quería que (la plaza) saliera.

A preguntas del defensor, mantuvo Montserrat que lo habitual era que las preguntas del examen “se las daban a todos” los 'enchufados'. “Un empresario dijo que le llamara y le pidiera las preguntas, ella mandó un mensaje (a Carrasco) pero no le contestó”. Y es que tras el presunto “incidente” sexual la relación se había enrarecido. “Triana pensaba que sí se la iban a dar a ella, pero aprobó sólo uno, que era el enchufado de ella, de Burgos”. Lo ocurrido, maniobras extrañas, Triana lo “grabó con el móvil”. Pero al final la plaza se había eliminado y “todos” los trabajadores le comentaron que era “para que mi hija no pudiera” ocuparla nunca. A raíz de todo ello, Triana perdió 25 kilos de peso.

“Fue una persecución increible, empezó con Hacienda, que tenía que pagar dinero aunque le salía (la declaración) a devolver”. También trabajó para Caja España, “tenía una factura de 5.000 euros y como ella (Carrasco) era consejera de Caja España no quiso pagarle la factura” de marzo de 2011. También “había dejado ya de trabajar en la Diputación, y sin embargo le metieron a juicio como 5.000 euros a pagar como si no hubiera tenido compatibilidad”. Fruto de todo esto, tras perder el juicio la institución, “hubo unos gritos en el Palacio que escucharon muchos”, y pese a todo volvió la Diputación a reclamar la cantidad por vía judicial.

Lágrimas hasta casi no poder hablar

Otros cargos del PP leonés “le habían ofrecido trabajos, dijeron que la iban a ayudar, pero al final nada”, explicó, y Montserrat tiene claro que mucha gente sabía que “detrás estaba” Carrasco. “Le dijeron gente del PP de la Junta, de Valladolid, que Triana iba a salir lo de directora (general de la Consejería de Antonio Silván), salieron todos (los puestos) en el periódico y a la semana salió otra chica que no era Triana”. Montserrat dijo estar “convencida de que fue ella, habló con gente de allí para que no salieran con ella, ni a tomar vinos”. Y llegado este punto, al relatar este 'acoso', llegaron las lágrimas de la madre en el juicio, incapaz de entender “por qué (Triana) tenía que irse” ante tales presiones.

“Una amiga suya que se llamaba Yoli se tiró al tren; y otro se pegó un tiro con la pistola de su padre, y la otra niña se tiró por la ventana... y yo no quería que a mi hija le pasara la mismo”, añadió, ya deshecha en lágrimas, pidiendo un pañuelo a uno policía que la custodiaba, aunque el agente no tenía nada que ofrecerle. Lágrimas que en la sala fueron acompañadas con las de Triana.

Montserrat acabó relatando el congreso provincial del PP en el que muchos pensaban que Javier García Prieto sería elegido presidente provincial de este partido. Fue en 2011. Pero después de consersaciones con el presidente nacional de la formación, Mariano Rajoy, comprobaron que Isabel Carrasco seguiría ocupando ese puesto. “Y cuando vi que Rajoy no dejaba cambiar a Carrasco, decidí que la iba a matar”, espetó. “Iba a seguir haciendo la vida imposible a mi hija”, insistió ante preguntas de su abogado de si no era consciente de que eso no estaba bien. Por último, reconoció que “estaba obsesionada” con Isabel Carrasco, por lo que guardaba recortes suyos en la casa.

La compra de arma... que Triana no conoció, según la asesina

Entonces comenzó a mirar armas en Internet en el ordenador de su hija, en cuya casa residía casi todo el tiempo para evitar que hiciera alguna locura, y al comentarle sus planes de acabar con la vida de Carrasco a Triana, ésta le indicó “que ni se me ocurriera, que no era la solución”. Fue cuando viajaron en Gijón en las Navidades de 2012 y entró en contacto con un hombre que por 2.000 euros le vendió un arma que llegaron a probar (“no era tan difícil”), le regaló otra “y una navaja”. Y aseguró que Triana ni siquiera supo que la madre disponía de un arma, “se podría pegar un tiro”. Al llegar a casa de su hija en León, la escondió en su habitación.

Las balas que había en casa “de años” no tenían “nada que ver” con las nuevas armas adquiridas, “se iban quedando en los traslados” de su marido, primero destinado en Valencia, Carrizo o Gijón y finalmente Astorga. Y de paso, negó haber ensayado en algún campo para disparar, y tenía claro que si disparaba contra Carrasco iba a ser desde cerca, admitió.

Posteriormente, comenzaron los seguimientos. “La vi un día pero no llevaba el arma, si no la hubiera matado”. “Yo no necesitaba a mi hija para nada, bastante iba a hacerla yo esto, era lo que me faltaba”, remarcó.

El fatídico 12 de mayo, lunes

El fatídico 12 de mayo de 2914 “le dije a mi hija que yo me iba andando”, tras la visita a su casa de Raquel Gago, la policía local amiga. Y “no lo sabía ni yo” que ese era el día. Isabel Carrasco “estaba por (el restaurante) La Laborada, ella vive (SIC) en esa misma calle, iba sola y la veo en el paso de peatones en Condesa de Sagasta. Cuando llegué al paso la llamé (a Triana) que se fuera para el coche, me vio en plan nervioso, me preguntó por qué y le dije he visto a la Carrasco y se va a acabar. Ella me dijo que no, que no hiciera nada, que venía y colgué”, relató con sangre fía.

Entonces procuró acercarse a la presidenta. “Cuando llego a la pasarela me acerco a la presidenta, pasaron unos señores (duda varias veces), venía gente, fui más despacio primero y luego más rápido”. “Le di en la espalda y luego más, pero no sé dónde”, se mostró reiteradamente dudosa. Y muy escueta para estar hablando de tres disparos, dos de ellos de remate a escasos centímetros de la víctima.

En la huida, “crucé entre los coches” la calle y “tiré el bolso en un garaje, porque no lo necesitaba para nada, no tenía más que la navaja y 50 euros, era normal, no tenía ni huellas ni nada”. Vi que por Lucas de Tuy venía ella (se refiere a Triana), no hablamos, me seguía porque no quería hablar con ella, me fui a la plaza de Colón“, fue concretando sobre el plano de esta zona de la capital leonesa. En ese momento, asegura que su hija recogió el bolso del suelo y llegan por separado a Gran Vía de San Marcos, donde permanecía su coche. Tras el registro, la policía las acaba separando, a cada una a una comisaría.

Se siente engañada por los policías clave de Burgos

A la mañana siguiente, los inspectores de Policía Nacional provenientes de Burgos hablan con ella tras decirla “que venían de parte del comisario de Valladolid, amigo de mi marido”. “Ellos querían saber del arma, les dije que la había tirado, la verdad, pero me dijeron que me iban a ayudar y lo creí”, dijo ante su abogado Montserrat. Pero el arma no aparecía y “yo no tenía ni idea donde estaba”, aunque al parecer -defendió su letrado- “la había recogido” Triana. “Me dijeron que mi hija estaba detenida, no me lo podía creer, y me leyeron un artículo en el ordenador -de Comisaría-, que por ser de la familia no había pena para ella ni nada, y lo vi, lo leí”, continuó. Insistió que quería hablar con el abogado o con mi marido, y ellos “que imposible y que si quería ver a mi hija, dije que sí y me dio mucha alegría verla”, al contrario, por cierto de hoy día del juicio, que en la Comisaría las han separado para la hora de comer, indicó hábilmente su letrado.

Ya juntas, y sin estar los policías en la sala, “le pregunté qué había hecho con el arma y se la había dado a una amiga, y yo le comenté que había que decirlo, que no, que no, que era una policía, y no podía”, en referencia Raquel Gago. Y es que ella considera que no tenían por qué referirse a Raquel, porque “podía ser otra amiga también policía que tiene”, explicó.

“Todo lo que nos dijeron (los policías) era mentira, y nos querían convencer, e hice caso, me fié de ellos, de que yo le había entregado (el arma) en el pasadizo, creía que los policías habían venido a hacernos un favor”. Y todo ello “sin tiempo para hablar con el” abogado designado. Como tampoco pudo verle antes de ir al día siguiente al juzgado por primera vez.

El 'novio' secreto de Triana y el desconocimiento de Raquel Gago

La asesina confesa admitió a preguntas del letrado que su hija tenía una pareja, cuya identidad no trasciende en ningún momento, durante cuatro años atrás. Y consideraba que era problemático que las llamadas entre ellos fueran conocidas por su padre, el comisario de Astorga, que revisaba sus facturas. Por este motivo, esgrimió que consiguieron el teléfono de prepago que usó Triana el día del asesinato para realizar una llamada de 17 segundos a su amiga Raquel Gago. La agente de policía local amiga suya a quien Montserrat eximió de cualquier responsabilidad: “Raquel Gago no ha tenido nada que ver, ¿como iba a meterla? No tenía ni idea. Podría haber sido otro día, porque coincidió, pero... Ella no lo sabía”.

“No. No estoy arrepentida”

La última pregunta, a modo de resumen, fue directa: “¿Está usted arrepentida?”. “No, no estoy arrepentida, mentiría si digo otra cosa. Si no lo hago, iba a ir al entierro de mi hija como a los otros. Si hubiera salido presidente Javier García Prierto yo no la hubiera matado”, concluyó antes de levantarse una sesión que no defraudó las expectativas levantadas entre los periodistas y la opinión pública. No en vano, hablaba una persona que ejecutó a una poderosa mujer al aire libre y que se enfrenta, junto a su propia hija y la amiga policía de ésta, a 23 años de prisión.

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