'Guerra' de psiquiatras

Las médicas forenses Jacoba Hernáiz (I) y Julia Martín (D), durante su declaración en la decimoquinta jornada del juicio por del crimen de la presidenta de la Diputación de León, Isabel Carrasco. / Peio García / ICAL

C.J.D. / M.C. / A.M.

Como era de esperar, la concatenación de los informes psiquiátricos unos solicitados por la fiscalía y acusaciones contra Montserrat González, Triana Martínez y Raquel Gago y otros por cada uno de sus defensores, y la defensa de cada uno de los peritos para justificar sus respectivos comportamientos, arrojó visiones muy distintas sobre el comportamiento patológico o no de las tres. Como de la noche al día en muchos aspectos, hasta el punto de conseguir, por ejemplo, que la asesina confesa haya sido la jornada en la que más ha escrutado con su vista a los testigos.

Las primeras en sentarse en la sala fueron las peritos que ejercen en el Instituto Anatómico Forense de León, Jacoba Arláiz y Julia Martín de las Heras. Las cuales defendieron, después de dos entrevistas personales con cada una de las tres acusadas, que psiquiátricamente son perfectamente imputables porque ninguna de las tres tienen antecedentes psiquiátricos de ningún tipo de dolencia y tampoco familiares.

Yendo a cada caso, en el de Montserrat González ambas vieron que “para nada afectaron a su comportamiento” delictivo los rasgos de su personalidad: “Fría, independiente, con carácter fuerte, dominante, influida por sus propias creencias...”. Y a preguntas de la letrada Beatriz Llamas, se mostraron convencidas de que su comportamiento se produjo “sin ideas delirantes ni procesos patológicos”, de modo que asesinar a la presidenta lo hizo “de manera voluntaria, porque ella quiere, sabe lo que va a hacer y sabe que es antijurídico”.

La defensa de Montserrat y Triana puso especial acento en que en las sesiones con ambas, las forenses lo hicieran mientras las acusadas y encarceladas por el delito no fueran ni siquiera liberadas de sus esposas, lo que a su juicio no era la mejor condición para conseguir de ellas una declaración abierta y veraz, algo que las expertas aseguraron que no estaba en sus manos.

La gran inteligencia de Triana y los 'no bloqueos' de Raquel Gago

En el caso de Triana Martínez, advirtieron que su inteligencia se sitúa “por encima de lo normal”, así como que “se considera una persona muy capacitada e inteligente”, con una “alta autoestima quer podría generar frustración” pero por supuesto “sin ninguna alteración mental”.

Y sobre la policía local Raquel Gago, el asunto se centró especialmente en justificar o no sus ya famosos 'bloqueos', aquellos que le impidieron admitir casi 30 horas que el día del asesinato había visto por dos veces a su amiga Triana y una a su madre. Las peritos lo tuvieron clarísimo: “En este caso no se dan los bloqueos, simplemente no parece querer ver la realidad pero de forma consciente”. Y a pesar de que el abogado defensor de Gago insistió hasta la saciedad en interrogar para que ambas expertas admitieran de alguna manera el bloqueo, por ejemplo por razones de estrés extremo, ellas se enrrocaron en que “tenía que haber un correlato sintomático y una patología anterior” que en este caso no se daban, de manera que a su juicio “todas esas reacciones son conscientes”.

Paranioa y manía persecutoria de Montserrat

Por su parte, llamado por la defensa de madre e hija, Javier Ladrón de Guevara, ex forense, psiquiatra y profesor de la Universidad Complutense, que sustituyó al fallecido psiquiatra Tomás Ortiz Valero, defendió con firmeza que Montserrat González sobre un claro cuadro de paranoia, un tipo de trastorno delirante que no tiene evolución previa, y que en concreto en su caso respecto a la víctima Isabel Carrasco se manifestó con manía persecutoria, “convencida de que doña Isabel Carrasco persigue a su hija, lo que la sitúa en la fuente de todos sus males”. Y a su juicio, al ver “que es todopoderosa y continúa en el poder hace que no tengas otra opción que eliminar a esa persona” porque “tiene que eliminar un problema estresante para el que no ve otra forma de resolución”. Y por eso mismo, la madre “considera que ha actuado como tenía que actuar”.

El 'ejemplo psiquiátrico' de Hitler para hablar de Carrasco

El fiscal no salía de su asombro de que el experto perito no considerara a Montserrat agresiva, cuando ha 'ejecutado' a una persona, según ha reconocido, a lo que el psiquiatra se limitó a ejemplificar que él mismo “no me considero una persona agresiva pero si me trasladan en el tiempo y me ponen delante a Hitler igual me convenzo de que podría salvar vidas dándole un tiro”. Y Montserrat “considera que ha hecho un acto de justicia”, consciente de que asesinarla es delito pero “hasta le pareció injusto estar en la cárcel, pensaba que no sólo no se le tenía que castigar sino que lo que hizo es necesario y positivo”.

A preguntas del letrado de la acusación Carlos Ribera, Ladrón de Guevara creyó que Montserrat no tenía el nivel de inteligencia suficiente para 'inventarse' su dolencia psiquiátrica para eximirla de algún modo, a pesar de que desde el principio tuviera intención de “hacerse la loca”.

Triana 'en el diván'

El doctor Ladrón de Guevara defendió a preguntas de todas las partes que Triana Martínez que “no tiene ningún problema mental, salvo una dependencia de su madre”, a lo que abundó a preguntas del fiscal que se definiría como un “leve trastorno dependiente de la personalidad”. “Ellas son una unidad, su padre es un elemento externo”, añadió, admitiendo también a preguntas de las acusaciones que su informe es un encargo del abogado defensor de la joven técnico de telecomunicaciones.

Pero respecto al presunto acoso sexual de Isabel Carrasco hacia ella, el psiquiatra no pudo abundar demasiado al reconocer que este hecho había sido admitido por Triana ante su colega Tomás Ortiz, ya fallecido, quien la entrevistó hasta en cinco ocasiones, aunque a Javier Ladrón de Guevara le pareció fiable tal versión.

La “disonancia cognitiva” de Raquel Gago

Llegado el turno del informe psiquiátrico encargado por la defensa de Raquel Gago, elaborado y defendido por Alfredo Calcedo, éste defendió un proceso de “disonancia cognitiva”, una “negación insonsciente” a raíz de una situación estresante tras conocer que “una persona de su círculo cercano puede haber cometido un delito grave”.

“Era tremendo y repetía 'no me lo puedo creer, no me lo puedo creer, es imposible”, insistía el psiquiatra, a pesar de que el fiscal insistía en no preguntar sólo por el impacto que le causó ver implicada a su amiga sino estar implicada ella misma, que había tomado café con ella y que luego se la encontró en el conocido momento de introducir el bolso con el arma en su coche. En todo caso, el perito insistió en que “no se puede añadir por su condición de policía un plus de fortaleza psicológica”.

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