El pasado sexual del execónomo de Astorga sale a relucir en las declaraciones de Chaoqui

Lucio Ángel Vallejo Balda y Francesca Chaouqui en una imagen de 2013 divulgada en Facebook.

ileón.com

Llegó el día de la esperada declaración de Francesca Chaoqui en el caso Vatileaks II, donde se investiga la filtración de documentación económica reservada del Estado católico a dos periodistas que publicaron esa información en sendos libros. La relaciones públicas, embarazada de casi ocho meses, entró en la corte del Vaticano declarando que “hoy es el día de la verdad”, igual que hizo en su Facebook días antes utilizándolo como confesionario de ciertos detalles de su versión en el caso. Tras siete horas de audiencia salía cansada pero satisfecha por haber respondido punto por punto a las preguntas de un interrogatorio que ella ha denominados “un cuerpo a cuerpo con los jueces”.

Según asegura el El Mundo su testimonio fue un ejercicio exculpatorio y, sobre todo, un catálogo de estrambóticos episodios. El principal tiene que ver con la noche que pasó en Florencia en diciembre de 2014 junto al monseñor español execónomo durante 20 años del obispado de Astorga, Lucio Ángel Vallejo Balda, principal acusado del caso por haber filtrado información en el proceso sobre la fuga de documentos reservados.

El religioso sugirió que en aquella cita ambos mantuvieron relaciones sexuales, por lo que él se vio chantejado por la asesora. Sin embargo, según las palabras de Chaouqui, lo que ocurrió es que Vallejo le confesó una serie de turbaciones amorosas anteriores por las que se vio obligado a huir de su diócesis de Astorga. Todo esto en la misma habitación de hotel en la que la madre del religioso dormía. “Aquí comenzó el cambio de conducta” de Vallejo, dijo la acusada, que hasta ese momento había demostrado una confianza plena en él. Chaouqui mostró fotografías del sacerdote español en las que aparecía vestido de militar o borracho, según su testimonio.

“Mi único error fue no informar sobre los comportamientos raros que mantenía”, dijo la relaciones públicas ante el juez. E insistió en que a partir de ese momento la estrategia del que fuera secretario de la prefectura para los asuntos económicos del Vaticano era boicotear las labores de la Comisión investigadora de los organismos económicos y administrativos de la Santa Sede (COSEA), para la que ambos trabajaban y de la que salieron la mayoría de los documentos filtrados.

El monseñor español llegó entonces a acudir a un astrólogo, según Chaouqui, quien dio incluso nombre y apellido: Mauro Giacoponi. Y habría sido él, según esta declaración, quien le facilitó el teléfono móvil que encontraron oculto en la celda de Vallejo y con el que se comunicaba con el exterior durante su reclusión.

El sacerdote riojano, que habría dejado de ser el “hombre lúcido que era”, pidió incluso a los servicios de inteligencia españoles, según Chaoqui, un informe sobre la gendarmería vaticana que lo mantenía encerrado.

La relaciones públicas dio un ejemplo más de su excéntrica personalidad, al tiempo que fue negando una por una las acusaciones contra ella. Según Chaoqui, su trabajo en la COSEA fue tan brillante que el papa Francisco lo consideró “una profecía”. Aunque hubo un hecho “gravísimo”, que no quiso revelar, por el que hubo que rehacer todo el trabajo.

La acusada rechazó haber entregado un solo papel o dar claves de archivos secretos a los periodistas. Aunque sí fue quien hizo coincidir a Vallejo con Gian Luigi Nuzzi, autor del libro Via Crucis, en el que se enumeran gran parte de los escándalos por los que el Vaticano decidió abrir el proceso, al entender que se viola la ley de este Estado que condena la publicación de información que dañe la integridad de la Santa Sede.

Tanto Nuzzi, como Vallejo Balda y el resto de los acusados -el secretario del sacerdote, Nicola Maio, y el también periodista Emiliano Fittipaldi- permanecieron en la sala para escuchar durante casi cinco horas repartidas en dos sesiones los testimonios de Chaouqui. La próxima vista del proceso será el próximo lunes, con cambio de protagonista en las declaraciones y probablemente menos puesta escena.

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