Hiperpaternidad o el complejo de criar niños triunfadores

Los niños superdotados sufren muchas veces falta de motivación y frustración en el colegio. Imagen: http://www.flickr.com/photos/dirtyzound/

Marta Cuervo

Si alguien acaba de ser padre, entendemos que siete de cada ocho palabras de las que salen de su boca tengan que ver con el nuevo bebé. En esta emoción, que no puede evitar compartir con todo aquel que se cruza en su camino, también se incluyen las fotos del recién nacido, el peso, la altura y el prematuro parecido del nuevo ser en cuestión. Pero la paciencia se va acabando con estos padres cuando año tras año siguen mostrando las fotos del partido del fin de semana, presumen de las notas en matemáticas o de cómo sabe decir hola en diez idiomas. Sobre todo para el resto de los humanos que, o no tienen hijos, no piensan que el del otro sea el niño más talentoso del mundo, o compiten en la misma 'liga de súper-hijos'. ¿Por qué existe en nuestra sociedad esta tendencia a la hiperpaternidad?

“La realidad de la hiperpaternidad conectaría con la idea de ser 'demasiado padres', con una especie de sobreprotección”, explica el psicólogo Julio César Alvárez, parte del equipo de profesionales de Valenda Psicólogos.

Como concepto básico, este tipo de figuras parentales, han surgido en la España contemporánea, cuando también ha ido cambiando la relación entre padres e hijos; antes la descendencia cumplía principalmente una misión de ayuda, como carga de trabajo, o como seguro para cuando los progenitores se hacían mayores. Según Julio César, muchos de los padres actuales tienen la idea básica de que todo gira en torno sus hijos, como si esos niños fueran una extensión de ellos mismos. “Si el niño no consigue algo, no es un triunfador, no sabe de todo, es como si el padre no lo consiguiera o no lo estuviera haciendo bien”, apunta el experto, Máster en Psicología Clínica y Psicopatología.

Los niños deberían de tener tardes libres, espacios personales propios con momentos de soledad, de aburrimiento y menos juguetes

Pero esta actitud puede desembocar en problemas de frustración para los niños. “Hay que partir de un pensamiento básico: el exceso o el defecto siempre va a ser un problema. Una falta de protección hacia el niño, de afecto, es problemático porque el pequeño no evolucionará de manera correcta, pero el extremo contrario también: una sobreprotección afectiva, no dejar que el niño sea independiente, también enferma al niño”, añade el psicólogo.

Según Julio César, la hiperpaternidad provoca principalmente dos cosas. La primera, el niño explora muy poco por sí mismo, es cada vez menos independiente, necesita confirmar cada acción con sus padres y desarrolla un mal manejo de la frustración debido a que todo se le justifica. Por otro lado, pone de manifiesto que estos menores desarrollan tareas continuamente –incluso realizando más horas que un trabajador-, y no saben gestionar el aburrimiento, sentimiento muy necesario para potenciar la creatividad. Además, un detalle muy importante que subraya Julio César es que los niños deberían de tener tardes libres.

“También existe el riesgo de convertirlos en tiranos. Hemos pasado de unos niños que se tienen casi como un objeto de decoración a convertirlos en un pequeño altar, donde se les adora cada mañana”.

Ni el exceso ni el defecto: hacia la búsqueda de una relación más saludable

Los niños que sufren este sentimiento de hiperpaternidad por parte de sus progenitores, también tienen dificultades a la hora de relacionarse con otros niños. “Están habituados a una especie de protagonismo continuo, tienen muchos regalos cuando llega su cumpleaños, hay fotos suyas por todos lados, y sus padres cuentan a todas horas las bondades del niño, olvidando que para los demás solo se trata de uno más”, analiza el psicólogo experto.

Uno de los síntomas más evidentes se detecta cuando los padres hablan en plural: 'hemos suspendido el examen'

El problema aparece cuando en un grupo, no saben no ser protagonistas, no saben pasar a un segundo plano, y les cuesta funcionar o colaborar en equipo. “Están acostumbrados a que su palabra se tiene muy en cuenta”.

Julio César apunta que uno de los síntomas más evidentes se detecta cuando las madres o los padres comienzan a hablar en plural: 'hemos suspendido el examen', 'todavía no hemos preparado ese trabajo'... “Esta relación se convierte en una complicación cuando no se divide bien que ese niño es una figura independiente, un ser ajeno al padre y la madre”.

Niños triunfadores, preparados como caballos de carreras

El origen de este comportamiento tiene sus raíces en EEUU, en clases medias-altas, que empezaron a plantearse la necesidad de tener niños triunfadores y comenzaron a prepararles como “a caballos de carreras”. “Ese modelo ha ido cuajando en Europa y en las sociedades occidentales. Es el resultado directo de lo que ocurre en una sociedad en la que se planeta el triunfo como meta; hay ciertos padres y madres a los que no se les pasa por la cabeza que su hijo no triunfen en algún terreno de la vida, y los están estimulando para ser ganadores, cuando más bien están generando lo contrario”, alerta Julio César.

Pero, ¿qué ocurre cuando el niño crece? ¿Se sigue manteniendo ese vínculo tan cerrado con los padres? El psicólogo y escritor apunta que pueden ocurrir dos cosas: que el niño se canse de no tener independencia, que es un riesgo alto y reaccione a la contra; o que refuerce y fomente relaciones muy dependientes.

Aunque a veces el umbral de estas relaciones dependientes se encuentra en padres que han sufrido un déficit de atención en su infancia, no siempre se trata del germen del problema. “Son padres que viven en una sociedad muy competitiva, creen que sólo hijos hiper-preparados podrán competir en este mundo. Pero la cuestión es que están generando el efecto contrario, futuros adultos que no saben lidiar con la frustración”.

Cómo detectar y cómo solucionar un exceso de protección hacia los hijos: Más aburrimiento y menos juguetes

La madre que va corriendo detrás del niño con el bocadillo, padres que tienen a sus hijos entre algodones, que tienen miedo a que se hagan daño, y otros que apuntan a sus pequeños a chino, a japonés, a informática... son diferentes formas de hiperpaternidad, pero todas se fundamentan en la sobre estimulación.

Para los padres conscientes de muchas de estas dificultades, Julio César ofrece algunos consejos de cómo detectarlo y mejorar esa conducta, para que no sea tan proteccionista. “Plantearía intentar establecer una relación de afecto saludable. Esto implica tener espacios propios para el niño, con momentos de soledad, de aburrimiento, menos juguetes y con una dosis de estímulo razonable. Ha habido una tendencia al sobre estímulo y eso es peligroso. También hay que ejercer la paternidad y tomar decisiones unilaterales por parte del padre y de la madre. Dejar lugar a la equivocación, para aprender a manejar la frustración, ya que no todo se consigue, y no siempre se puede ser el protagonista”.

Con todo esto, Julio César no huye del refuerzo positivo, pero sin dejarnos llevar por los excesos. Y, es que, como recuerda el psicólogo, ya lo decían los griegos: “Hay que buscar el sano punto medio, el equilibrio”.

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