El fuego, el enemigo íntimo de La Cabrera

Nuria V.

Nuria V.

Después de una semana ardiendo, la imagen al pasar Truchas es la de un manto carbonizado de 55 kilómetros de perímetro. Tras tener que desalojar varios pueblos de una zona anteriormente muy castigada por las llamas, los vecinos nos cuentan, ya desde casa pero aun con el susto en el cuerpo, cómo están viviendo estos negros días y nos trasladan sus quejas.

Robledo salvado por los pelos

“Los efectivos han trabajado bien, con ganas, pero no sabían dónde ponerse y a los de aquí no nos dejaron arrimarnos” nos explica César, 66 años y original de Robledo de Losada. “Simplemente con que nos hubieran escuchado por nuestra experiencia afrontando otros incendios, en la mitad de tiempo o menos y sin agua, con palas y arena”. Queja a la que también se suma otro vecino, Marcelino, de la misma edad: “cómo puede ser que dejen llegar hasta aquí el fuego desde donde empezó en Losadilla. Que no digan que no echaron fuego desde allí porque en Villarino e Iruela tenían que haber cortado la carretera”.

“Mucha descoordinación por lo menos al principio” puntualiza Antonio, de 52 años. “En algunos casos se podrían haber apagado ciertos frentes y no haber avanzado lo que ha avanzado el fuego. Pero bueno, el que dirige esto sabrá cómo. Ha sido una pena”. A César todo esto le huele a chamusquina y está convencido que “desde que se aprobó la Ley de Montes esto estaba previsto. El primer día que vino nuestro Presidente, Juan Vicente Herrera, dijo que cinco o seis días va a tardar. Tenían previsto que lo iban a quemar”.

Aparece Felicidad, octogenaria claramente nerviosa, “son unos sinvergüenzas todos los que hay por ahí, el que dirija que dirija bien. Tiene que evitar antes que se acerque a los pueblos, no que se meta en ellos.” El mal rato también se lo han llevado los más jóvenes, como nos relata Lidia, de 18 años, que viene a Robledo a veranear: “ayer me puse muy nerviosa porque veía que bajaba el fuego y las patrullas no estaban. Veía que iba a llegar el fuego y se iban a quemar las casas y nos estaban diciendo que nos fuéramos a Quintanilla, pero aquí no había nadie”.

Otro veraneante recurrente, Santiago, de 56 años, dice que “se salvó la situación con los cortafuegos, las llamas no han venido para las casas del pueblo, pero sientes una impotencia muy grande. Te das cuenta de que realmente el fuego ha pasado por todos los pueblos y ha ido arrasando, es una cosa que no entiendes, cómo es posible que no lo apaguen del todo”.

Santa Eulalia entre el humo

Al llegar a Santa Eulalia llama la atención la estampa de Ángeles, de 77 años, regando sus plantas en lo que dos helicópteros sobrevuelan su casa. Cuando nos acercamos nos dice entre lágrimas que lleva días sin dormir de los nervios. Nerviosismo que se hace más visible a medida que nos introducimos en el pueblo y vemos a vecinos cargados con cubos para sofocar un cortafuegos que estaban haciendo los bomberos y los vecinos creían descontrolado al ver las llamas tan cerca de las casas. Situación que nos expone Jaime, 74 años, pala en mano: “no sé quién será el responsable, pero llamémosle irresponsable, lo haría con la mejor voluntad pero sin tener ni idea porque eso lo ve cualquiera con el viento en contra, un paso tan estrecho, el campo seco y se ponen a atizar. Esto ha sido un visto y no visto, no ha incinerado el pueblo de pura carambola porque se ha actuado con rapidez”.

Cuando llegamos a la intervención de los operativos de extinción se aprecia que es una situación que está bajo control, pero después de seis días en tensión se entiende que los vecinos se asusten en cuanto vuelven a ver llamas tan cerca del pueblo. “Fuimos los primeros en empezar a arder y vamos a ser los últimos en ser apagados. Estamos hartos de esta situación” se escucha comentar a un grupo de vecinos que observa cómo hacen el cortafuegos. Ya desde el puesto de mando de Truchas el Director de Extinciones, Víctor Fernández, había alertado sobre un posible cambio del viento desde el sur, y más intenso, que podría complicar las labores de los operarios en el día más tranquilo hasta la fecha.

Las quejas se iban acalorando a medida que los vecinos se arremolinaban en torno a las llamas: “el responsable de medio ambiente tenía que ser destituido fulminantemente, no el último mono de un despacho que va a pagar las culpas, no, el responsable máximo. Y si dimite Presidente de Castilla y León, si tiene un poco de vergüenza, tampoco vendría mal. Si te pones ahí es porque crees que sabes, si no sabes vete a tu casa y dedícate a otra cosa”. La humareda envuelve los lamentos de los habitantes de Santa Eulalia: “si a esto se hubiera hecho caso en un primer momento, cuando se avisó, se hubiera apagado como mucho en un día. Así, han dejado que arda todo el monte”.

De romería pisando cenizas

Y mientras unos observan impotentes y otros reprenden a las instituciones, un centenar de personas de Ambasaguas, localidad entre Robledo y Santa Eulalia, celebra la Romería con la ceniza cayendo sobre la cabeza de la Virgen. Quizá prefieran refugiarse del humo en sus rezos y pedir que llueva. Un milagro que parece hacerse de rogar a pesar de las claras señales de humo.

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