La atracción por la desgracia, o por qué el Pantano de Luna se hace viral en redes

Un rudimentario columpio que la sequía ha dejado a la vista en el pantano de Luna, con el puente de Fernández Casado al fondo. / Foto María José Costales

M.C.

La atracción por la desgracia, o cómo la sequía en la provincia de León y algunos bosques arrasados por los incendios de este verano protagonizan nuestros perfiles en las redes sociales, es un hecho. En concreto, los bajos niveles de agua que ha registrado este verano el embalse de Barrios de Luna dejando a la vista zonas de pueblos anegados durante el resto del año, se ha hecho viral en Facebook y Twitter, convirtiendo estas imágenes en un plan atractivo donde acercarse para realizar nuevas fotos personales que publicar. Un efecto tela de araña que ha puesto de moda imágenes desoladoras, y que algunos aprovechan como escenario para fomentar su lado creativo.

Además, hay que recordar que esta empatía con el lado 'triste' de la naturaleza, del pantano de Luna de León, saltó a los medios nacionales con el reportaje de Uly Martín, de El País, y fue popularizado con el impactante vídeo de Jesús Calleja. Incluso este mismo lunes, la popularidad de este estiaje seguía en el candelero informativo, ya que TVE le dedicó unos cuantos segundos en las colas de su telediario mostrando como una pareja de novios realizaba allí su reportaje de boda.

La explicación psicológica de esta moda 'macabra'

Esta seducción que provoca el pesimismo y en general lo negativo en el ser humano tiene una explicación psicológica. “El pesimista, el negativo, el que se aferra a la desgracia, está realizando una búsqueda de seguridad. En el fondo es un mecanismo defensivo”, explica el psicólogo Julio César Álvarez, profesional de Valenda Psicólogos.

Algunos especialistas señalan que hay una zona del tálamo cerebral que está muy vinculada a esa tendencia humana a fijarse en lo negativo. “Pero tiene un sentido: si yo me preparo para ello, estaré listo para lo que realmente va a ir mal”, añade el experto, Máster en Psicología Clínica y Psicopatología.

En principio, ese mecanismo defensivo es evolutivo y natural, pero puede acabar siendo un problema. Julio César Álvarez apunta que al pesimista, al que le atrae la desgracia, el que está continuamente recreándose en ella, busca seguridad intentando prever lo que va a ocurrir. “Además, de algún modo, impone una especie de línea a seguir, se aferra a su impotencia. Y resulta peligroso, porque el miedo fomenta que las cosas ocurran. Creando lo que en psicología se conoce como profecía autocumplida”.

Julio César Álvarez: El temor a lo negativo fomenta que lo negativo ocurra

La diferencia entre las desgracias personales y los desastres naturales

Hay que destacar que existe un grado diferente entre las 'desgracias' o noticias más dramáticas que se comparten con los demás, por ejemplo en las redes sociales. No siempre la acción de hacer público un sentimiento de estas características, en este caso publicar un espacio dañado por un desastre natural, responde a un estímulo así. El psicólogo recuerda también la innata percepción selectiva del hombre; que en muchos casos elige de los estímulos de su alrededor sólo los que le reafirman que las cosas van mal, tal y como explica. “Tus emociones crean una percepción selectiva de la realidad que confirma que todo evoluciona tal y como tú te sientes”.

¿Cuestión de moda?

Pero, ¿por qué sentimos esa necesidad de exponerlo en las redes sociales? “Porque las redes sociales en el fondo son un escaparate de uno mismo. ¿Qué mejor lugar para ponerse guapo y que lo confirmen con likes, pero también donde poder expresar que no te sientes bien? Sin decirlo expresamente, las personas se desahogan reflejando que a su alrededor todo es una catástrofe”, argumenta el psicólogo y escritor leonés.

Pero en esta reflexión también existe una explicación sobre el por qué de esa tendencia. “Existe una atracción hacia el desastre, hacia lo negativo. En las épocas de crisis económicas, el cine y el arte se recrean en visiones apocalípticas. Es algo muy humano que busca confirmar que todo va en esa dirección. Haciendo que los buenos actos muchas veces se ensombrezcan por las grandes tragedias. El atentado en Barcelona es un buen ejemplo. No sólo hay terroristas, también existen auténticos héroes entre nosotros. En silencio, cada día, muchísimas personas cuidan de otras personas”, declara Álvarez.

J.C.A.A las personas les gusta ver fotos de desgracias, de la misma forma que les gustan las películas sobre el fin del mundo o sobre zombies

Por ello, algunas personas publicarán este tipo de fotos para expresar sus sentimientos: “En nuestra sociedad se ofrece más crédito a lo negativo que a lo positivo, a la tragedia que al humor. Parece que las personas tienen más altura intelectual si se recrean en lo doloroso. Es algo natural en el fondo, y ha sido evolutivo seleccionar esa parte negativa para ir mejorando, como una habilidad para protegernos. Pero teniendo en cuenta que puede acabar siendo un problema si todo se convierte en alarma”, puntualiza Julio César Álvarez.

Una mirada diferente, positiva: El resurgir de un pueblo ahogado

No todo es pesimismo y desamparo. Para algunas personas, precisamente la bajada del agua se convierte en oportunidad, la de poder volver a pisar su pueblo, sus raíces; la de volver a pasear por las calles de su infancia o visitar el lugar en el que descansan muchos de sus antepasados. “Para mí es libertad. Mi pueblo, San Pedro de Luna, resucita”, explica convincente Rosi.

“Adoro cuando queda libre, lo siento vivo. Para mí es un regalo, yo allí estoy feliz porque sé dónde estaba mi casa. Siento una conexión especial, como si recuperase parte de mi pasado”, apunta la leonesa que aunque solo contaba con tres años cuando tuvo que abandonar su casa, recuerda perfectamente el día que se inauguró el pantano.

“No es el fin del mundo, yo trato de ver más allá, y siempre que ha bajado el nivel y he tenido la oportunidad he ido. Antes iba con mi madre que me ha hecho recordar muchas cosas. Era pequeña cuando me fui, pero tengo presentes algunas conversaciones, y me acuerdo de detalles, como de los escalones de mi casa”, añade.

Rosi respeta que para muchas personas el aspecto del embalse transmita tristeza, aunque para ella esa sensación se produce a la inversa, cuando su pueblo vuelve a sepultarse bajo el agua. “De forma simbólica, cada vez que bajo a mi pueblo me traigo una piedra pequeña, de recuerdo. Para mí son reliquias”, confiesa ilusionada.

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