“El dinero, como la energía, ni se crea ni se destruye, sino que se transforma, pero de bolsillo”

Miryam Martín

Desde la perspectiva que da a este profesor sus años de experiencia docente, así como sus investigaciones en campos tan diversos como la Educación Intercultural, el género y la política educativa, Enrique Díez denuncia la concentración del dinero en manos de unos pocos y aboga por la articulación política del movimiento 15M.

¿'Crisis económica' es sinónimo de 'crisis social'?

Sí, pero aunque casi todo el mundo está usando la palabra 'crisis', este un término engañoso. Realmente esto no es una crisis, es un saqueo organizado y consentido por los poderes políticos. Existe un principio básico que proviene de la Ciencia que se aplica perfectamente al caso del dinero: “el dinero, como la energía, ni se crea ni se destruye, si no que se transforma, pero en este caso, de bolsillo.

Hace 5 años, no éramos ni menos ricos, ni teníamos menos recursos que ahora, esto significa que el capital está más concentrado. Hace 30 años había un diferencia de 1 a 17 entre la clase más pudiente y la clase empobrecida, ahora es 1- 320.

Al final lo que tenemos es la sociedad del 80-20, donde hay un 20 % que está en la parte de arriba de la copa y un 80% que esta quedando abajo y el problema que tenemos es que ese 80% no se organiza, inerme, no sólo frente a la economía, si no que se traduce en una sociedad desestructura, es decir, una 'sociedad líquida'.

¿A qué se refiere exactamente con el apelativo de 'sociedad liquida'?

Esto viene a decir a que estamos frente a una sociedad donde prácticamente no hay proyectos de futuro. La mayoría de la gente tiene la concepción de que vivimos en la precariedad y tener aquello por lo que lucharon nuestros abuelos: un trabajo estable con convenio laboral, seguridad social, derechos laborales... se considera ahora un privilegio.

¿Cómo es posible este cambio de mentalidad?

Se debe a que la propia gente que está de alguna forma explotada, subordinada o sometida, acaba asumiendo los valores de la clase dominante y aspiran a llegar a ese mismo status. Esta situación es el reflejo del modelo capitalista, del individualismo, del consumismo... del: “ a ver si consigo trepar en la cadena” y se ha olvidado que la raíz cuando hablábamos de la economía era para dar respuesta a las necesidades sociales, era para generar un mundo más justo y mejor.

¿Son justificados, por tanto, los recortes que se están llevando a cabo?

Hace 30 años había un diferencia de 1 a 17 entre la clase más pudiente y la clase empobrecida, ahora es 1- 320

Los sectores conservadores y los sectores neoliberales han generado una alianza muy poderosa cambiando el discurso desde un “los ricos tenemos que vivir bien y a los demás les damos el donativo” a presentar una perspectiva con corte más técnico: “hay que recortar porque ahora estamos en crisis” pero ambos son inciertos. Entraríamos, de nuevo, en el problema de concentración de riqueza.

¿Y qué medidas, por tanto, deberían llevarse a cabo?

Lo que hay que hacer es legislaciones que tengan una fiscalidad progresiva.

Además de recortar los gastos militares (cada minuto que un avión militar está sobrevolando en un entrenamiento nos cuesta 3.000 €), revisar el acuerdo firmado en época franquista con la Confesión que asciende a unos 7.000 millones de € anuales sin contar los beneficios fiscales. A todos estos gastos habría que sumar el presupuesto de la Familia Real.

Todo esto son ejemplos de que el dinero existe y que simplemente la crisis se esta usando como excusa para desmontar todo el Estado.

¿Desmontar el Estado con qué fin?

En toda la filosofía neoliberal, técnicamente se plantea que el Estado sólo debe tener un papel de seguridad y de control sobre la gente pobre, reduciendo el sistema público de enseñanza a unas pocas escuelas públicas para los más miserables. Lo que persigue de alguna forma es desmontar el 'estado de medioestar' que nos quedaba y convertirlo en negocio.

¿Y donde exactamente se encontraría las fuentes de dicho negocio?

El último reducto, el último 'Far west' que conquistar, son los servicios públicos de Europa. Convertir, por ejemplo, el sistema educativo en un negocio supondría dos billones de euros anuales. De hecho, esto ya está ocurriendo, en Inglaterra la inspección educativa se contrata a empresas, pero sin ir más lejos, nuestra universidad echa al profesorado asociado en junio y lo contrata, el 26 de septiembre para no pagar las vacaciones.

¿Ante esta situación, a su opinión las reivindicaciones del 15M tendrían cabida sin que el movimiento se articule políticamente?

Hay muy distintas posturas dentro de los que nos hemos ido juntando en las diferentes asambleas. Sin embargo, lo que el 15M tiene muy claro es que no somos partidistas, pero sí somos políticos. Es decir, somos un movimiento esencialmente político porque queremos cambiar nuestro sistema de funcionamiento y el sistema social en el que vivimos.

El PP y PSOE 'son como Isabel y Fernando, tanto monta monta tanto'

Por eso, creo que hay que asaltar los lugares donde se decide el funcionamiento de nuestra sociedad y tomar parte de esas decisiones, si no será imposible. Esos lugares son tanto el Parlamento Europeo y el Parlamento Español.

¿Habría, no obstante, otras maneras de ejercer presión sobre los Parlamentos?

Sólo hay dos formas, o eres un lobby muy potente con una masa crítica permanente a la que puedes movilizar para cada norma o de nuevo, la segunda opción, es la representación a través de la democracia representativa con todos sus límites.

Actualmente, lo único que nos encontramos es el bipartidismo entre PP y PSOE que 'son como Isabel y Fernando, tanto monta monta tanto'. De hecho, el Partido Socialista, no sólo español sino europeo está tomando decisiones que ni el PP se hubiera atrevido y está paralizando a la sociedad ya que mucha gente piensa: “ bueno, si lo hace el PSOE es que no le queda otro remedio”.

Lo que tengo claro es que una forma de articularse es políticamente, no sé si en forma de otro tipo de partido...pero es evidente que hay que estar donde se toman las decisiones.

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