Los Pérez, una familia de buen vino

César Sánchez / Ical Foto de familia de los propietarios y fundadores de la bodega Castro Ventosa, en Valtuille de Abajo (León), en la celebración del 25 aniversario de la salida de la primera etiqueta de la bodega.

Vanesa Silván/ Ical

Es pura mencía lo que corre por las venas de la familia Pérez, que celebra los 25 años de la primera etiqueta de Castro Ventosa, su vino insignia. Una saga familiar cuyas raíces en Valtuille de Abajo (León), donde tienen sus viñedos y bodega, son centenarias y sus vínculos con el mundo del vino se remontan siglos atrás, concretamente al año 1752, en el que uno de los antepasados dejó escrito que “todo aquel que fuera a velarlo sería invitado a un vaso de vino y un cacho de pan que se producía en casa”.

“Así consta que nuestros ancestros ya elaboraban vino”, cuenta Marta Pérez, que es quien en la actualidad se encarga de la exportaciones dentro de la bodega Castro Ventosa. Pero la historia más reciente de esta estirpe tiene nombre propio, la abuela Rosaura López Fuente, quien transmitiría a su hijos y nietos, a la que ahora se suma una cuarta generación con biznietos, esa pasión por las viñas y la elaboración del vino.

“La historia familiar en el mundo del vino surge en 1752 pero la primera que impulsa una bodega elaboradora de vino, entonces para otras bodegas, era la abuela Rosaura”, explica el enólogo, con mayúsculas, de la familia, Raúl Pérez, que recuerda que “era una persona muy apasionada con esto de las viñas y el vino”. “Hay un gen ahí que nos tira a muchos en la familia, aunque hay otros miembros que se dedican a otras cosas, pero una parte importante estamos aquí en la bodega y ya tenemos generaciones que vienen después”, apostilla.

Rosaura tuvo cuatro hijos, Rosario, Raúl, Toño y Pepe, que siguieron con la tradición como bodega granelista hasta que, en 1989, la entrada de una nueva generación formada por Raúl, José, Meritxell y Arturo imprimió a la bodega familiar un cambio de estilo, pero no de filosofía. “Entonces empezamos a embotellar, antes vendíamos a granel, porque los chicos empezaron a salir, a conocer y dijeron que había que empezar a hacer las cosas de otra manera y así surgió todo, cada día un poco más”, recuerda Rosario Pérez, que asegura ser “muy joven de espíritu” a punto de cumplir los 94 años en unas semanas.

Un nombre, Castro Ventosa

Y ahí surgió la primera etiqueta de Castro Ventosa, un vino joven de mencía procedente de sus viñedos en el pueblo de Valtuille de Abajo, y que durante los primeros años siguió comercializándose como Herederos de Rosaura López Fuentes, hasta que la bodega cambió definitivamente de nombre por el de Castro Ventosa a mediados de los años 90. Un nombre que hace referencia al enclave arqueológico en cuyas laderas hunden sus raíces la familia, sus viñas y la propia bodega.

“Hablar de Castro Ventosa, es hablar de un paraje pero sobre todo de unos seres arraigados a tierra; son estas unas personas con estilo propio, sobrias y discretas , ajenas a sobresaltos, modas y tendencias efímeras, y tan solo sujetas al ritmo cíclico y monótono del transcurrir de las estaciones y la viña”, explican en su página web. Un nombre que también trae recuerdos para Rosario, que pensó en ese nombre por lo que había leído sobre “esa peña redonda” en un libro antiguo de su abuelo.

Desde esa primera primera etiqueta son muchos los cambios que ha experimentado el vino y su forma de elaboración. “Ahora no se pasa tanto trabajo, no se pisa tanto la uva, es de otra forma y es más fácil”, asegura Rosario, que apostilla “que sigan los jóvenes”. Y ese testigo lo han cogido las nuevas generaciones, Raúl Pérez -'Raulín' en el círculo familiar- tomo las riendas como enólogo de la bodega desde 1992, para hacer un paréntesis entre 2005 y 2008 para experimentar e iniciar nuevos proyectos como “culo inquieto” que es. “Hay mucha evolución en este vino”, asegura.

Y es que aunque “la inspiración” que tiene la bodega es el sistema tradicional de elaboración que tenía la familia, los cambios en las instalaciones y en el concepto de vino han sido muy importantes. “Tratamos de desarrollar vinos que sean mucho más bebibles, antes se buscaban, por ejemplo, vinos que tuviesen más color porque había otros parámetros de elaboración, ahora se incorpora más madera y se desarrollan perfiles de vino más actualizados”, añade Raúl Pérez, que destaca que Castro Ventosa basa su producción en vinos jóvenes, que tienen una buena salida. “La bodega es muy dinámica y se suele empalmar una cosecha con la siguiente, se acaba la producción en noviembre o diciembre y ya sale la nueva”, explica.

Valtuille Godello y 'La Vizcaina'

La celebración del 25 aniversario reunió en la bodega de Castro Ventosa a toda la familia, acompañada de amigos y gente del mundo del vino, entre ellos también el periodista José Ribagorda, que le ha dedicado a Raúl Pérez, “un enólogo de leyenda”, una de las últimas entradas en su blog 'De las cosas del comer'. Una ocasión que fue aprovechada para presentar un nuevo vino, un Valtuille Godello, y abrir las puertas de su nueva bodega 'La Vizcaína', ubicada también en Valtuille.

“Nunca habíamos sacado un godello, es una barrica especial que se ha hecho para el que es el primer Valtuille Godello”, explica el enólogo, que recalca que “es una cosa atípica para nosotros”. “Un vino godello embotellado y con barrica es una cosa extraña” insistió Raúl Pérez, que quiere que sirva de “homenaje a todos mis tíos, que son los que nos han dado todo y ahora les toca a ellos empezar a disfrutar de estas cosas”.

La saga continúa

“Ellos han seguido con la tradición y con la empresa de la abuela Rosaura, después nos tocó a nosotros y ahora estamos iniciando el siguiente cambio generacional, mis sobrinos, también enólogos, que en cinco o seis años les tocará a ellos coger las riendas”, advierte el enólogo de Castro Ventosa, que reconoce que estar tres o cuatro generaciones compartiendo un mismo espacio en la bodega “es complicado, muy complicado”.

Y es que el choque generacional siempre es inevitable, diferentes modos de ver la vida y también de entender el trabajo que en el caso de esta bodega ha tenido un resultado muy positivo, con un justo equilibrio entre la tradición familiar y la herencia en la forma de elaborar el vino y la innovación y la frescura que aportan las nuevas generaciones. Ahora es el momento de Marta, César, Nerea y Daniel -con apenas ocho años-, que pronto también tendrán también en sus manos “trasladar el espíritu familiar y que continúe” la saga de los Pérez.

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