30 años sobre los ocho mineros muertos de Fabero

El abandono actual del Grupo Río de 'Combustibles de Fabero' no oculta la tragedia de 1984 / Faberomunicipal.com

C.J. Domínguez

El 19 de noviembre de 1984, al alcalde de Fabero, Felipe del Castillo, le tocaba visitar en ocho viviendas del municipio minero de Fabero. Era uno de los peores momentos de su vida política. Tenía la penosa misión de visitar, arropar y consolar a ocho familias que acababan de perder a alguno de sus miembros en uno de los más graves accidentes de mina sucedidos en la provincia leonesa y en toda España. Esta semana se han cumplido 30 años y muy pocos lo recuerdan ya, apenas ha habido ni homenajes a los trabajadores caídos en aquella fatídica fecha.

Eran las 8,30 de la mañana. Una enorme cantidad de grisú, acumulada durante todo el fin de semana, en el Piso 17 Sur del Grupo Río de la empresa Combustibles de Fabero provocó un pavoroso incendio y una poderosa deflagración que se llegó a oir en buena parte de un municipio y dejó a todos con el corazón encogido.

No era para menos. En el primer momento, a causa de la potencia de la explosión, cayeron tres mineros de manera inmediata, pero las gravísimas heridas acabaron elevado la cifra de víctimas mortales a ocho. Ocho mineros en una mañana aciaga.

Se trataba de Santiago Álvarez Díaz, de 21 años; Emilio Álvarez González de 24 años; Ramiro Guerra Díez, de 24 años; Manuel Tejón Álvarez, de 26 años; Adelino Alonso Alonso, de 32 años; Manuel García Álvarez, de 28 años; Tomás Abella de la Mata, de 35 años; y Luciano Iglesias Blanco, el más veterano, a sus 41 años. Otros cuatro conservaron la vida, algunos con el 85% de su cuerpo abrasado, tras ser trasladados a Madrid, de modo que las huellas anímicas de Fabero se quedaron para siempre en la memoria de este pueblo berciano.

Y no solo en la memoria de Fabero. La conmoción fue nacional, provocó misivas de pésame de los Reyes de España y del entonces presidente del Gobierno, Felipe González, entre otras muchas autoridades. Ese sacrificio laboral de los ocho mineros muertos también resultó un punto de inflexión en los parámetros de seguridad minera en la comarca y mucho más lejos: desde ese día en toda España se pusieron en marcha protocolos de inspección y seguridad que hasta entonces brillaban por su ausencia.

“Había mucho polvo negro y algo estalló”

Uno de los supervivientes, Andrés Calvo, de 22 años, tenía entereza para relatar una experiencia que nunca olvidaría para El País. “Empezamos a notar un aire caliente muy extraño; después sé que había mucho polvo negro, e inmediatamente algo estalló”. “Yo fui el único que no perdió el conocimiento, algunos de mis compañeros quedaron en ese mismo momento secos en el suelo. Yo no podía hacer nada más”. Ayudante de rozador, tenía claro que la explosión se produjo por falta de ventilación en el interior de la galería: “Tenía que haber más turbinas y no las hay”, fue su denuncia.

Muchos, demasiados hogares de Fabero quedaron marcados por la segunda mayor tragedia minera de la provincia. El tiempo sí ha diluído el recuerdo colectivo, porque no han brillado esta semana como años atrás los actos en recuerdo de las víctimas de la explosión en Combustibles de Fabero, apenas una ofrenda floral en la estatua en homenaje a los hombres del carbón de la localidad. Pero una tragedia de aquellas proporciones bien merece un esfuerzo de memoria. Y que nunca se pierda.

Etiquetas
stats