185 familias más acuden al Banco de Alimentos de León desde enero

Banco de Alimentos de León

Marta Cuervo

Un kilo de lentejas, y una sonrisa. Otro más de azúcar, y la pregunta atenta hacia quién lo recoge, sobre si su salud le permite tomar azúcar o le sentaría mejor la entrega de sacarina. Una bolsa de chuches, y la felicitación cariñosa hacia el hijo pequeño de quien toma el paquete. El Banco de Alimentos de León es un no parar. Los voluntarios que dedican allí su tiempo descargan, clasifican y empaquetan alimentos en distintas cajas, en lotes personificados que más tarde entregarán a las familias, personificados porque atienden a las necesidades de quienes los solicitan, siempre con la mejor cara, con ánimo y optimismo, sentimientos necesarios para hacer frente a la realidad actual en León.

La situación alcanzada durante 2014 en León ha empeorado a marchas forzadas. Hasta el verano de 2010, el Banco de Alimentos de León no atendía a familias, solo a entidades. “A partir de 2012 la cosa fue desoladora. Se firmó un acuerdo con los Ceas -Centros de Acción Social-, primero con el de León y luego con los de la provincia para ayudar y atender situaciones de emergencia”, explica Juani, la encargada del Banco de Alimentos de León.

La Junta de Castilla y León puso en marcha un protocolo junto a los Bancos de Alimentos y Cruz Roja 'el teléfono del 012', a través del cual habilitó una red de reparto de alimentos para garantizar el suministro de productos básicos a las personas sin medios de subsistencia. Según explica Juani, esos alimentos también salen del Banco de Alimentos pero, debido a que es necesario cumplir un protocolo, en ocasiones se necesitan 48 horas para llevarlo a cabo. Como medida inmediata entra la actuación de los Centros de Acción Social. “El Ceas llama, tras realizar una vista domiciliaria y alertar sobre una situación de necesidad, y se convierte en algo inmediato. Atendemos a familias en crisis por la crisis, o situaciones muy excepcionales, procuramos que no sean crónicos. Por ejemplo, tras la noticia del yerre de los comedores escolares; si hay menores, aunque sean crónicos, se les atiende, pero cuatro repartos: junio, julio, agosto y septiembre. En septiembre los niños volverán al comedor, y todo se reestructura”, argumenta la voluntaria responsable.

Datos alarmantes en León: 193 menores más sólo desde enero

Las cifras que alcanzan el número de personas dependientes de esta ayuda son desoladoras. “Desde enero de este año hasta hoy, atendemos a 193 menores más, y entre ellos siete son bebes menores de un año”, anuncia Juani. En total, en estos primeros seis meses del años el Banco de Alimentos de León ayuda a 185 familias más.

“Suponemos que en estos próximos cuatro meses las personas necesitadas se incrementarán por el tema del cierre de los comedores escolares, pero en septiembre volverán las aguas a su cauce”, declara la directora sin perder la esperanza ante la situación. Diariamente unas cuatro o cinco familias se acercan a las instalaciones del Banco de Alimentos de León, sito en Mercaleón, pero ha días que se llega, incluso, a las siete u ocho.

“Esta semana hemos recibido 22 familias, pero hay semanas que hemos acabado con 30. ”Es una barbaridad porque se trata de familias que no son crónicas, son familias muy normalizadas, españolas, con ingresos cero, que viven entre una ayuda y otra“, añade.

En términos generales son más de 8.000 personas las que se benefician de esta ayuda alimentaria en León capital, y superan los 7.000 en Ponferrada. Estas cifras alertan de que más de 15.000 personas necesitan ayuda para poder comer en la provincia.

Un día de voluntariado en el Banco de Alimentos de León

La labor comienza a las 9.30 de la mañana con la recogida de los alimentos frescos en los supermercados asociados: el pan, la bollería, verdura, y alguna fruta. El Banco de Alimentos de León tiene concierto con Alimerka -hace cinco años-, con Carrefour -15 años- y con Supercor -este año-. La mercancía se traslada al almacén y se selecciona; son mermas y siempre hay alguna cosa que hay que tirar. “La selección se realiza como si lo fueras a comprar”, apunta Juani. Luego se preparan los lotes, para entidades que vienen a recogerlos, y para las familias. Los alimentos frescos se reparten a lo largo de la mañana, y los secos se preparan, las legumbres, las conservas, atendiendo a las necesidades de las familias, si tienen niños o no por ejemplo, si son ancianos, jóvenes. “El lote no es estándar, se hace dependiendo de los usuarios”, aclara la voluntaria.

Juani lleva de voluntaria desde 2006, cuando trabajan en el Banco tres o cuatro voluntarios con ella. “Hoy en día somos 13, a veces más, y con mucho trabajo. El viernes tenemos un reparto de frutas, por ejemplo, y estaremos 13, 14, o 15 voluntarios. Va por rachas, pero en general mucha gente quiere colaborar con nosotros. Aquí estamos y el que venga es bien recibido”. Según Juani, en general, la gente es muy solidaria en León, tanto con alimentos, con tiempo y económicamente, por ejemplo con dinero para la gasolina de la furgoneta. “Antes no pasaba, ahora llegan familias con una compra. Vienen con el coche y dicen 'no es mucho'. Pero yo les contesto: los cajones se llenan a base de pocos, nunca llegan llenos”.

Una de las máximas del Banco de Alimentos de León es apostar por la discreción. Las personas vienen derivadas de los servicios sociales, de los Ceas, de la Asociación Española Contra el Cáncer.

“Aquí no pedimos papeles a nadie. Citamos a la gente a través de las peticiones de estas entidades. Si por ejemplo dos familias vienen de la misma zona y es posible que se conozcan, las llamamos días diferentes para que no coincidan. Respetamos al máximo posible la dignidad, el orgullo y el buen nombre de las personas, que cuando regresan a sus casas lo hacen con una compra normal, que pueden haber adquirido en cualquier supermercado”. Por este mismo motivo, el servicio de furgoneta es casi restrictivamente la recogida, y no la entrega, salvo en casos excepcionales. “La furgoneta está rotulada no pasa desapercibida”, argumenta la voluntaria leonesa.

Juani transmite lo que ella misma denomina el “voluntariado con corazón”. “Uno lo hace porque quiere, no se trata de llenarle el coche de comida a un señor, se trata de que el señor diga 'pero qué gente más maja'. Es muy importante animar a las personas cuando están bajas de moral, se trata del detalle humano. Al final hay que entender que pedir comida es muy duro”, valora Juani, sin perder la sonrisa, con los ojos emocionados, y de vuelta a la faena.

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