Amargo adiós de los hosteleros que sacaron del letargo la cafetería del Auditorio de León

La terraza de la cafetería del Auditorio, convertida en tan buen reclamo como las tapas generosas y los precios asequibles. Hoy ha sido su último día.

C.J. Domínguez

Mientras se sienta después de seis frenéticas horas sirviendo más de 300 cafés, con sus más de 300 enormes y variadas tapas para todos los gustos, por los que cobra a un euro; después de servir al jurado del Festival de Cine y Televisión Reino de León; tras servir la cena al afamado violinista Ara Malikian, Christian Obbrezzo por fin se toma un minuto de descanso. Triste, porque sabe que para él y su familia será el primer minuto de muchos días, semanas y quizá meses de inactividad.

Y es que hoy viernes cumple un año exacto desde que este argentino emprendedor y su mujer leonesa, Esperanza Fernández, se hicieran cargo de la cafetería del Auditorio Ciudad de León. Y mañana ya no abrirán. Echan el cierre. Se acabó.

“Esto no tiene lógica ninguna, el Ayuntamiento nos ha dejado literalmente en la calle, nos han hundido”, se lamenta con resignación y una sonrisa que pese a todo no han conseguido aplacar.

Cientos de firmas de apoyo

No han servido de nada los cientos de firmas recogidas entre los fieles clientes que han conseguido ir haciendo en estos últimos doce meses, firmas en las que se pedía su continuidad o que, al menos, su experiencia de éxito fuera tenida en cuenta. Tampoco ayudaron las promesas verbales nunca materializadas del Ayuntamiento de León.

Es consciente, como sus clientes, de que ha sido responsable del único proyecto que ha conseguido rentabilizar, gracias a un “enorme esfuerzo”, este espacio hostelero en los bajos del Auditorio, y por eso le da aún más pena. Por eso y porque “como la responsable del Auditorio nos dijo cuando entramos que esto seguro que se prolongaría en el tiempo, que sería más de un año, que nadie lo quería, hicimos una apuesta en maquinaria, cámaras y otras inversiones, como contratar una camarera, que ahora tenemos que afrontar”.

Está quemado Christian tras su sonrisa. Quemado por aquellas falsas promesas “de palabra, es cierto que nos fiamos demasiado”. Quemado porque la concejala de Cultura, Margarita Torres, “no ha querido hablar con nosotros ni un minuto, nada, ni escucharnos”. “Cogimos esto con ilusión y hemos conseguido algo muy difícil, mimando a cada persona que venía” y de paso rebajando los precios hasta el extremo. Pero hoy viernes han servido los últimos desayunos en la coqueta terraza del local, a la que consiguieron dar vida con plantas y flores.

Lo peor lleva ya durando dos meses, que fue cuando pensando que su continuidad era automática “nos enteramos de que el Auditorio estaba negociando unas máquinas de vending” para sustituirles. “Ahora han dado marcha atrás a esta idea pero han sacado unas bases para adjudicar la gestión de la cafetería que nosotros no podemos asumir, así que sólo nos queda protestar y cerrar, y buscarnos la vida, a poder ser en otro establecimiento que consigamos encontrar cerca de aquí”. Porque la clientela está ya hecha, decenas, cientos de funcionarios de la Delegación Territorial de la Junta o de la cercana sede de la Seguridad Social.

El PP quiere nueva re-adjudicación en julio

Hay una cosa cierta, más allá de que todas los compromisos fueran 'de boquilla': que el equipo de Gobierno del PP en el Ayuntamiento pretende adjudicar a una nueva empresa la cafetería que Christian y Esperanza han reflotado tras numerosas aventuras empresariales. Hace pocas semanas la Junta de Gobierno aprobó las bases, que se concretarán “en el mes de julio”, admite el portavoz popular, Fernando Salguero. Bases que sólo hace una semana ya han tenido que “retocar levemente por unos desajustes”.

Mañana sábado ya no rugirá la máquina de café. Les queda la sensación de que“ igual es que no estábamos a la altura de lo que alguna gente del Ayuntamiento quiere, que sea un sitio de chaqueta y corbata, que se cobre a 5 euros el café”, en vez de un trato “exquisito, con conciertos como los que quisimos hacer y no nos pusieron fácil, como cuando tratamos de dar cenas”. El caso es que el matrimonio se va con la música a otra parte. Eso sí “agradecida por toda la gente que creyó en nosotros, su apoyo y ánimo humano, que es lo que te hace seguir”.

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