900 Años de la batalla de Villadangos, crónica de un divorcio real anunciado

Efe

El rey pegaba a la reina y pretendía su trono, pero la reina tenía otros planes. Hace 900 años, las tropas de Alfonso I de Aragón y Navarra se enfrentaron a las de su esposa y enemiga íntima, Urraca I de León y Castilla, en la que se conoce como la matanza de Villadangos, localidad que hoy rememora la batalla.

La relación entre el rey y la reina era insostenible, era un matrimonio en el que chocaban dos conceptos de monarquía, apunta en una entrevista la catedrática de Historia de la Universidad de León Margarita Torres, quien subraya que Alfonso I el Batallador no aceptaba que una mujer quisiera gobernar en los reinos que le pertenecían por derecho.

Él quería reinar sobre todos los territorios del matrimonio, pero la reina Urraca no estaba dispuesta a consentirlo, lo que le granjeó más de un problema, hasta el extremo de llegó ser maltratada en público y recluida contra su voluntad.

Urraca -viuda y única heredera de Alfonso VI- se había casado en segundas nupcias con el monarca navarroaragonés para satisfacer el deseo de su padre de engendrar un heredero de su misma estirpe, dado que ambos procedían de la línea de sangre de Sancho III el Mayor de Navarra.

Ese hijo nunca llegó. A Alfonso I el Batallador le persiguió toda la vida una fama de hombre “bronco” y de esposo “casto”, apunta Torres, quien añade que siempre ha habido sospechas de la homosexualidad del monarca.

Así las cosas, algunos sectores del clero y la iglesia del reino de León se rebelaron contra él y comenzaron a apoyar la sucesión al trono de Alfonso Raimúndez, hijo de Urraca I y su primer marido, Raimundo de Borgoña.

En 1111, Alfonso Raimúndez -futuro Alfonso VII el Emperador- fue coronado, todavía siendo un niño, rey de Galicia, tras lo que emprendió camino para reencontrarse con su madre en León.

Este su avance, las tropas leonesas y gallegas fueron interceptadas en Villadangos, en la calzada de Astorga a León, donde los ejércitos del rey aragonés, mayores en número, las castigaron con una severa derrota.

No obstante, Alfonso Raimúndez consiguió escapar gracias a la ayuda del obispo de Santiago, Diego Gelmírez, y salvó la vida.

Los habitantes de Villadangos recordarán hoy y mañana este episodio con unas jornadas medievales, cuyo acto central consistirá en una pequeña recreación de la batalla y un “recibimiento” de las autoridades locales a la reina Urraca, que era “una mujer de armas tomar”, comenta el alcalde de la localidad Teodoro Martínez.

Según precisa Torres, el matrimonio entre Alfonso I y Urraca I estaba roto de hecho y Roma estudiaba su anulación, circunstancia que malhumoró aún más al rey aragonés, quien insistía en que aunque se divorciara, él seguiría siendo rey de León.

Las hostilidades entre Alfonso y Urraca no se detuvieron hasta hasta la muerte de la reina en el castillo de Saldaña en 1126.

Para esa fecha, las pugnas territoriales ya estaban resueltas y Alfonso VII accedió al trono de León, desde el que acabaría reclamando los territorios de su padrastro una vez que este, muerto sin descendencia en 1134, cediera en testamento todas sus posesiones a las órdenes militares. Aunque eso es otra historia.

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