Los repiques de Villavante

Campaneros Villavante

V. Silván / Ical

“Las campanas y el pendón del pueblo son”, reza el dicho popular que es bien conocido en el pueblo de Villavante (León), donde este domingo se celebró un nuevo encuentro de campaneros, con el único ánimo de hacer sonar sus bronces para mantener viva una tradición de siglos. Cerca de 40 campaneros de diversos puntos de España participaron en esta cita en la que el sonido de las campanas es protagonista con sus toques a fiesta, 'tente nube' o fuego.

Los campaneros exhibieron su control del sonido de las campanas con diferentes repiques que existen desde la antigüedad, para terminar con el repique “a fiesta”. “Es el toque más bonito y más difícil y al que la mayoría de campaneros participantes se apunta”, señala el portavoz de la Asociación Cultural y Deportiva Guays, Jorge Juan Fernández, que organiza este encuentro junto a la Escuela de Campaneros de Villavante.

En esta localidad, entre el Páramo leonés y la Ribera del Órbigo, alzaron su voz los bronces para hacer un recorrido desde el toque al alba, que marcaba el comienzo de la jornada, al toque de oración, con el que se acababa el día y su vecinos, la mayoría agricultores y ganaderos, regresaban a casa después de la labranza y daban gracias a Dios por ese día que terminaba. Entre medias, el toque del Angelus, al medio día, para hacer una parada en las tareas del campo y rezar esa oración.

Y es que que son muchos de los toques relacionados con esas tareas diarias que marcaban la vida de décadas atrás en unos pueblos, en los que el reloj era prácticamente un objeto de lujo. Así, se usaba el toque a nube o 'tente nube' cuando se veía que amenazaba la tormenta que podía destrozar las cosechas, con su melodía de “tente nube, tente tú, que más puede Dios que tú”, o el toque de vecera por la mañana para sacar el ganado a la puerta de casa, que era recogido por un encargado que iba recogiendo a todas las reses de pueblo para llevarlas al pasto común, y por la tarde, en el momento de volver casa los rebaños.

También se oyeron otros repiques, que aún se mantienen en los pueblos, como es el toque a muertos con sus variantes, según el fallecido sea un niño, un hombre o una mujer. “Cuando el fallecido era un niño, el toque lleva la melodía de ”Din, dan, din din, dan, al cielo vas“, mientras que el toque de hombre empieza con la campana grande porque tiene un tono más grave y en el de mujer se empieza por la pequeña, con un sonido más suave y agudo”, explica Fernández, que también señala el toque de fuego “más llamativo y que intenta crear alerta entre los vecinos” o el toque de concejo o hacendera para convocar a los habitantes del pueblo.

Unos toques que tienen sus diferencias de unas zonas a otras, con pequeñas variaciones, que también forman parte de la cultura identitaria de los pueblos. A este respecto, Jorge Juan Fernández apostilla que si existen diferencias pero que, curiosamente, la forma de tocar las campanas que más se asemeja a la tradición de Villavante es en Tierra de Campos. “Tiene un estilo de repicar más semejante al nuestro”, insiste.

Las Candelas y el Sagrado Corazón

En este encuentro la atención se centra principalmente en dos campanas, ambas fundidas en 1953 y que pueden voltearse -algo que se reserva para las fiestas-. La grande, con sonido más grave, está dedicada a la Virgen de las Candelas, patrona de la localidad, mientras que la más pequeña está dedicada al Sagrado Corazón de Jesús. Junto a ellas, la iglesia cuenta en la torre con un esquilón del año 1700 y un esquila más pequeña, de la que se desconoce su antigüedad.

A ellas se suman unas campanas móviles, ubicadas a los pies de la torre del campanario. “Son portátiles y las teníamos para los niños de la Escuela de Campaneros para no subirlos a la torre por el peligro que entraña”, explica Fernández, que añade que ahora también las usan algunos campaneros que se van haciendo mayores y que ya ni pueden subir a tocar los bronces al campanario.

Desde 1986

Esta fiesta de campaneros ha ido echando raíces en el calendario estival desde sus comienzos en 1986, de la mano de la Asociación Cultural y Deportiva Guays, cuyo portavoz, Jorge Juan Fernández, destaca que “en principio pretendía recuperar esa tradición y que a la vez esos toques de campana se conservara”. Nació inicialmente como un concurso que se celebraba coincidiendo con el día de Santa Bárbara, el 4 de diciembre, que es la patrona de los campaneros.

Así, con el tiempo fue variando hasta convertirse en un encuentro, dejando de lado el aspecto competitivo y estableciendo con fecha fija el primer domingo de agosto. Con el paso del tiempo, esta celebración fue adquiriendo mayores dimensiones, hasta congregar hoy en día “tocadores” llegados de diversos puntos de la geografía española.“No le hemos querido dar el adjetivo de nacional a este encuentro, aunque la verdad es que reúne todas las características”, puntualiza Fernández.

Los “tocadores” llegados de la provincia de León se mezclan con los de otras puntos de Castilla y León, como Zamora, Salamanca o Palencia, junto a los llegados de Galicia, Asturias, País Vasco, Madrid y Barcelona. Además, recuerda Fernández, durante la celebración de las 'bodas de oro' del encuentro se hermanaron con una asociación de Aretxabaleta (Guipúzcoa), que persigue sus mismos fines, al tiempo que mantienen el contacto con campaneros de otras nacionalidades, entre las que destaca la Italiana. Por todo ello, están orgullosos de esta iniciativa y su escuela, mientras ya están ilusionados con la preparación del encuentro del próximo año, cuando celebrarán tres décadas de toques y repiques.

Etiquetas
stats