Más de 1.000 años dando sombra

bosque barredos bierzo

J. Benito Iglesias/ Ical

Castilla y León lidera la superficie forestal española con un porcentaje territorial superior al de la media europea y también mundial y, por lo tanto, acumula numerosas especies arbóreas con una gran longevidad. Entre ellas está el tejo, una variedad escasa y dispersa que alcanza su máxima expresión y concentración en varias zonas de la Comunidad. Una de las tejedas más importantes, la de Tosande, se ubica en el Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre-Montaña Palentina. En su interior destacan, entre los cerca de 800 tejos inventariados, numerosos ejemplares de entre cinco y seis metros de cuerda con más de 1.000 años y testigos del bosque terciario europeo.

A los palentinos se suman los pies de tejo milenarios ubicados en el bosque del Tejedelo de Requejo (Zamora), dentro del Parque Natural Lago Sanabria y alrededores. Se trata, junto a la de Tosande, de una de las manchas de tejo más destacadas y mejor conservadas del país, contando también con su propio sendero interpretativo. Asimismo, entre los municipios de Panizares-Tartalés de Cilla, en Burgos, hay varios tejos con una antigüedad que oscila entre los 800 y 1.000 años y León -la provincia con mayor número de tejos catalogados en la Comunidad- alberga otros tantos ejemplares de esta especie con gran antigüedad y dispersos especialmente entre las comarcas de Villablino, Laciana y los Ancares.

El bosque umbroso de tejos en el denominado valle palentino de Tosande -el más destacado de todos los citados- se encuentra al final de una ruta que parte de las inmediaciones del pueblo de Dehesa de Montejo. Allí se concentran cientos de ejemplares que pueden observarse en un recorrido señalizado por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta. Según los expertos se trata de una de las masas boscosas con mayor valor biológico de Europa al contar con los tejos más longevos y concentrados en una misma zona, ya que es más común verlos en solitario entre los 800 y los 1.600 metros de altitud.

Todos los bosques de tejos están incluidos en el denominado 'Catálogo de especímenes vegetales de singular relevancia de Castilla y León'. Su antigüedad y singularidad, junto a su gran escasez, los ha hecho ser dignos de ser considerados como un hábitat prioritario de conservación dentro de la Unión Europea. “Este tipo de zonas naturales, dada su singularidad, precisan de muchos cuidados para su conservación”, según los expertos en botánica. Así lo pone de manifiesto Juan Andrés Oria de Rueda, profesor de la Escuela Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia y miembro del Instituto de Gestión Forestal Sostenible de la Universidad de Valladolid (UVa).

Mayor regeneración

El profesor de botánica palentino, autor de publicaciones como 'Tejedas. El bosque milenario' o 'La conservación y gestión de las tejedas en la Comunidad Autónoma de Castilla y León', asegura que aunque hay problemas de un tiempo a este parte se ha producido un progreso de regeneración de los tejos más jóvenes que tenían una talla pequeñita de ocho centímetros de diámetro.

“Esto se ha notado especialmente en zonas rocosas de montaña, donde ha aumentando considerablemente el número de ejemplares. Desde 2006 hasta el final de 2014 se ha incrementado la población un 20 por ciento en Castilla y León, sobre todo en la montaña leonesa y en las de Palencia y Burgos, pasando de 30.000 a unos 36.000 tejos actualmente”, sostiene.

Los botánicos consideran, no obstante, que la regeneración del tejo se ha visto bastante dificultada hasta hace muy poco tiempo por la abundancia de grandes herbívoros salvajes -sobre todo las especies de ciervo y corzo- que se comen los brotes tiernos y las ramillas de las plantas jóvenes. Por ello, aunque algunos años nacen nuevas plantas en abundancia pocas llegan a convertirse en árboles maduros, que pueden alcanzar los 20 metros de altura.

Ordenación del bosque

En el caso de la Tejeda de Tosande en Palencia y en el del Tejedelo de Requejo de Sanabria (Zamora), su gran valor ecológico ha obligado a una ordenación del bosque para garantizar un adecuado uso y protegerlo de las agresiones externas. Al peligro que corren las zonas más sensibles y frágiles, debido al tránsito de visitantes, se sumó la detección de recolecciones furtivas de pies jóvenes de tejo. Hace siete años se inició un proyecto para intentar salvar las tejedas a través de protectores individuales para los tejos pequeños, creando parcelas acotadas para la repoblación con semillas de los brinzales de un año, de cara a evitar su recolección o que sean pisados.

En el caso del Parque Natural de la Montaña Palentina, la 'Tejeda de Tosande' es uno de los lugares más visitados por los turistas y, por ello, se han ido vallando –a través de los denominados cercados de exclusión- las zonas donde están creciendo los brotes para evitar sobre todo que el ganado se los coma. “Estas medidas han tenido unos resultados muy positivos al evitar el acercamiento de animales para alimentarse con los tallos y brotes de los arbolitos más jóvenes”, tal y como señala el profesor universitario de botánica Juan Andrés Oria.

También se trata de impedir a través de talas que las hayas ganen terreno, además de haber señalizado y colocado una pasarela de acceso para evitar que los senderistas pisen los brotes jóvenes de los tejos. En este sentido existe una presión, a veces extraordinaria, como ocurre en Tosande, donde algunos visitantes acostumbran a extraer y llevarse a su lugar de origen los escasos ejemplares de tejo de pequeña talla. “En lugar de hacer esto, a través de la Junta de Castilla y León, el mismo día Forestal Mundial es muy positivo que se vendan en sus viveros plantas de tejo. Caja Burgos, que tiene aulas de medio ambiente, también reparte la especie autóctona y es muy saludable plantarla y contribuir así a su preservación”, arguye el botánico palentino.

La Dirección General de Turismo de la Junta reconoce en la información que divulga sobre distintos espacios naturales con especies arbóreas en peligro de extinción que surgen dudas a la hora de trazar y diseñar la rutas interpretativas, dado el gran valor biológico de los bosques. Por ello recomienda que quienes accedan a las tejedas lo hagan “suficientemente concienciados de su valor único y de la necesidad de desechar actitudes que pongan en peligro su supervivencia”, como puede ser arrancar plantas o ramas, o recoger semillas o retoños de los tejos.

Reliquias de tiempos pasados

Antonio Fernández Morcuende, naturalista y vicepresidente de la Asociación Nacional de Amigos del Tejo y las Tejedas, explica que este tipo de bosques únicos localizados en Castilla y León “son una reliquia de tiempos pasados y lo ideal sería que siguieran siéndolo, al menos, algunos milenios más”. Según señala, estas zonas protegidas lo tienen difícil debido a la gran presión que ejercen los herbívoros -tanto animales salvajes como ganado doméstico- a lo que hay que sumar, a su juicio, “una promoción turística sin límites” que conlleva una masiva presencia de senderistas.

“Los visitantes están en su derecho, como también lo están de poder contemplar Altamira y sus bisontes, pero si todos los que queremos lo hiciéramos la cueva duraría menos que un suspiro. Ciertos lugares no deben, no pueden visitarse sin control alguno y restringir el acceso es la única manera de que estas y otras tejedas puedan preservarse y legar así a futuras generaciones una especie única en la historia de la tierra como los tejos”, opina el naturalista.

En este sentido, se postula a favor de que se organicen visitas guiadas “evitando así que se acuda a estos espacios protegidos sin ton ni son, de tal forma que siempre habrá una persona que, además de aportar conocimientos, mostrará y divulgará de forma didáctica a los turistas los valores de este especie arbórea”.

Respecto a la venta de plantas de tejo para evitar su arranque en los bosques, Marcuende indica que la genética de esta especie en la península ibérica, zona europea, asiática e incluso el atlas africano tiene muchas particularidades de cara a su adaptación a un medio natural distinto del que procede. “Durante muchos miles de años su variabilidad genética hace que el desarrollo no sea igual en cada zona. Hay que tener mucho cuidado con plantar semillas de tejos, como por ejemplo en el sur de España, procediendo de la zona cantábrica. Introducir esta misma especie en lugares distintos a los de su origen no es conveniente, ya que no mejorarán el bosque en el que polinizarán y se podría lastrar la supervivencia de los tejos y que tuvieran así una existencia mucho menor”, considera.

La realización de las rutas que conducen a las tejedas de Castilla y León es aconsejable durante todo el año, muy especialmente en verano y otoño. Con el cambio de estación se muda la imagen del conjunto de árboles monumentales y todo el paisaje forestal. Es en invierno cuando mejor se ven las oscuras copas de los tejos, siendo las únicas que aportan un atractivo color a masas forestales de hoja perenne en otros árboles que también circundan un tipo de bosque que siempre sorprende a los visitantes.

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