Científicos leoneses estudian el mosto para paliar los efectos secundarios de la radioterapia

Parte del grupo de investigación de estudios comportamentales de la Universidad de León

Ángela Bernardo

En 1895 el físico alemán Wilhelm Conrad Röntgen descubría por primera vez un nuevo tipo de radiación electromagnética, que sería conocida posteriormente como 'rayos X'. Su hallazgo sería reconocido en 1901 con el primer Premio Nobel de Física de la historia. Y es que los rayos X fueron un avance fundamental en áreas como la medicina. Sólo un año después de la investigación de Röntgen, una paciente afectada por cáncer de mama fue tratada con dosis de esta nueva radiación.

La radioterapia lleva utilizándose un siglo en medicina como tratamiento contra el cáncer

Los científicos Pierre y Marie Curie hallarían tres años más tarde el radio, un isótopo que también se usaría a partir de 1904 como alternativa terapéutica en diversos casos de cáncer de cuello de útero y lesiones de piel. La conocida ahora como 'radioterapia' lleva utilizándose más de un siglo y en la actualidad, sigue siendo uno de los pilares en el tratamiento del cáncer, junto con la cirugía y la quimioterapia. Sus efectos secundarios, sin embargo, son diversos y en el caso del tratamiento de tumores cerebrales puede conllevar problemas de memoria o habla e incluso la aparición de molestos dolores de cabeza.

Estas adversidades complican, sin duda, el abordaje terapéutico de unos tumores tan agresivos como los cerebrales. Por este motivo, investigadores del Departamento de Ciencias Biomédicas de la Universidad de León tratan ahora de mitigar los efectos de la radioterapia, mediante la utilización de un producto tan común como el mosto. Sus estudios, iniciados en 2002, han demostrado de manera preliminar la eficacia del zumo de uva para paliar las complicaciones de la radioterapia en modelos animales.

Combatir el estrés oxidativo producido por la radioterapia

El grupo, liderado por el Dr. Juan Pablo Barrio Lera y la Dra. Francisca González Sevilla, comenzó en 2002 a trabajar en diversas iniciativas relacionadas con la nutrigenómica y el estrés oxidativo. A partir de 2008, los investigadores empezaron a colaborar con científicos brasileños de la Universidad Federal Santa María a través de un proyecto europeo de I+D, con el que pretendían conocer si el mosto era efectivo contra el estrés oxidativo provocado por fuentes externas, como podría ser la propia radiación.

Los rayos X que se utilizan en radioterapia generan radicales libres, lo que a su vez provoca daños importantes en el ADN. “En principio esta acción es positiva”, explica el Dr. Barrio Lera, ya que permite eliminar las células tumorales. El problema viene cuando la radiación afecta también a las células sanas. En ese caso, sería necesario contar con un agente antioxidante que tuviera un efecto protector sobre las células que no pertenecieran al tumor. ¿Por qué no intentarlo con un mosto procedente de Brasil?

Así comenzó una investigación que, seis años después, ha logrado determinar los beneficios del zumo de uva en el mantenimiento de los parámetros hematológicos. Cuando las ratas eran irradiadas por completo, los efectos de los rayos X sobre su organismo eran menos perjudiciales en el caso de que durante las horas previas a la irradiación hubieran consumido mosto.

El trabajo del grupo de Barrio Lera y González Sevilla se centra ahora en determinar si el zumo de uva tiene también efectos positivos sobre los cambios en la conducta de animales cuando son irradiados. En el caso de tumores cerebrales, como decíamos, la radiación puede provocar variaciones en el comportamiento, por lo que, según el Dr. Barrio Lera, “la acción antioxidante del mosto podría prevenir estos cambios”.

Los resultados preliminares, publicados en la revista Nutrición Hospitalaria, han demostrado que la administración de este producto a ratones, unas horas antes de que fueran irradiados en la zona del cráneo, provocaba un “efecto protector” frente a los cambios inducidos por los rayos X en la movilidad, la ansiedad o el comportamiento en la alimentación de estos animales. La dosis aplicada fue de 32 Gys, considerada como el valor acumulativo de la radiación recibida en el cráneo de estos ratones.

Los flavonoides del mosto podrían tener un efecto protector frente a los radicales libres

“Los efectos protectores del zumo se deben a la presencia de dos flavonoides importantes: el conocido resveratrol y la quercetina”, explica Barrio Lera. Este segundo compuesto es de los más abundantes en el mosto, aunque también está presente en cantidades diferentes en otros productos como las manzanas, las cebollas o las alcaparras. Debido a que los flavonoides presentan una vida media muy corta, “su acción antioxidante debe utilizarse en las horas previas a la radioterapia”, según el investigador de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de León.

Las dos caras de la misma moneda

A pesar de los resultados positivos de sus ensayos preclínicos, los científicos prefieren mantener la cautela sobre el uso del mosto como antioxidante. Y es que aunque las conclusiones obtenidas en los estudios hayan sido buenas, lo cierto es que pasarán varios años hasta que estas investigaciones puedan ser realizadas en seres humanos. En cierta manera, explica Barrio Lera, “los flavonoides se sacrifican para evitar el daño a otras macromoléculas”, como podría ser el ADN de las células sanas.

Sin embargo, los investigadores leoneses pretenden conocer también la otra cara de la moneda. Y es que la quercetina podría no actuar sólo como antioxidante, sino que también tendría un 'lado oscuro': contribuir a la expresión de un gen implicado en la resistencia de las células tumorales frente al tratamiento con radioterapia. En otras palabras, el zumo de uva no tendría por qué tener únicamente un efecto protector sobre las células sanas frente a la radiación, sino que también podría estar ayudando simultáneamente a que las células malignas 'escaparan' de los rayos X.

En los próximos años, los científicos leoneses impulsarán una nueva investigación, junto con el Dr. José Reyes Rodríguez Garrido (del Servicio de Oncología Radioterápica del Complejo Asistencial de León) y el Dr. Serafín Costilla (de la Universidad de Oviedo), para analizar si el mosto serviría para paliar los efectos negativos de la radioterapia sobre el organismo. Más de un siglo después del descubrimiento de los rayos X, la medicina sigue avanzando para mejorar el cuidado de nuestra salud y el tratamiento de pacientes afectados por cáncer.

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