El arte de decorar… con motosierra

Peio García / ICAL Lorenzo Garrido, artesano tallador de madera con motosierras de diferentes tamaños

S. Gallo/Ical

Lorenzo Garrido es una persona más de las muchas a las que la crisis económica ha marcado, aunque por el momento no de forma totalmente negativa, sino que le ha permitido dar un giro a lo que hasta ahora era su trabajo. La poda de árboles y el mundo de la construcción eran su sustento, pero las dificultades económicas hicieron que se quedara sin trabajo, lo que le permitió disponer de mucho más tiempo libre para dedicarse a la que hasta ese momento había sido su afición, la talla de madera.

Pero la principal peculiaridad de este hobby es que, pese a ser artesano, la talla de la madera la realiza con motosierras de diferentes tamaños. Todo surgió a partir de una rama seca de un cerezo. “Probé a hacer un pajarito y me salió una especie de loro. Luego fui ensayando e hice un búho, un cocodrilo, un toro... y aunque no quedaban muy bien, lo fui mejorando y presentándoselo a la gente”.

Otra de las aficiones de Lorenzo es la cetrería, de ahí que los motivos animales, en especial de aves, le hayan servido de inspiración. “Me han visto tallar con la motosierra y me he ido animando a hacer exhibiciones”. Sus motivos más recurrentes, además de animales de cetrería, en su mayoría águilas, son los perros, los jabalíes, ciervos, osos, perdices... “de todo lo que se me mete en la cabeza”.

Tal está siendo su repercusión, que sus figuras no sólo pueden verse en Zamora, su provincia de origen, sino que ha traspasado fronteras. Uno de los municipios que más han demostrado alabar su arte es Alija del Infantado, en la provincia de León. Su alcalde, Luis Gómez-Villaboa conoció del trabajo de Lorenzo a través de Internet, y no dudó en ponerse en contacto con él la ver las posibilidades que manejaba.

El resultado son dos esculturas de las que presumen en todo el pueblo. En la puerta de la ermita que hay junto al denominado 'Bodegón' y a las pistas polideportivas, se encuentra en todo su esplendor un águila imperial. Muy próxima a ella, en el interior del recinto de las piscinas, también se encargó al escultor la figura de un delfín, que en este caso también está decorada con pintura. Pero no es el único encargo que se hizo al artesano zamorano, ya que el propio alcalde de Alija del Infantado presume de contar con su propia pieza de artesanía: un búho de madera que guarda en el interior de su majestuosa bodega.

No es el único enclave urbano en el que pueden verse sus esculturas, ya que en localidades como Moraleja del Vino, en Zamora, también pueden disfrutarse. En este caso, los árboles de la plaza tienen personalidad propia, y Lorenzo les ha dotado a cada uno de su propia cara tallada en el tronco. Su ilusión sería poder decorar todo un paseo con sus creaciones.

Las peticiones mayoritarias para este artesano son sobre todo búhos y águilas, animales nada fáciles de definir. “Lo más difícil es sacar el pico y los ojos, pero sobre todo las plumas, porque hay que ser muy fino”, explica Lorenzo, que calcula que cada una de estas esculturas le supone un tiempo de entre hora y media y dos horas. Aunque son las más demandadas, las figuras de águila son también las más caras, en torno a los 150 ó 200 euros “porque llevan el detalle de las alas”, en algunos casos también en las patas o en pleno vuelo. “Cada una las valoro yo”, dice el artista.

La habilidad de Lorenzo, que dispone del título de artesano reconocido por la Junta de Castilla y León, tiene algo de tradición, porque su padre ya se dedicaba a este oficio “aunque hacía las cosas con navaja, que era mucho más difícil”. Lorenzo aclara que con la motosierra es necesario tener “mucho temple, mucha tensión y estar muy centrado”, porque “todo está metido en mi mente”, a raíz de lo que se van obteniendo los detalles “al milímetro”.

A pesar del riesgo de la herramienta, de la que dispone en distintos tamaños, reconoce que le atrae porque le permite hacer el trabajo “rápido y enseguida veo la pieza”. Lorenzo explica que ahora mismos “es lo que me da de comer”, gracias a su trabajo y también a las exhibiciones que realiza, de ahí que no descarte la posibilidad de convertirlo en su nuevo oficio. “Me lo estoy planteando, porque la cosa va en serio”, dice. Incluso está barajando la posibilidad de hacer un museo con las entre 2.000 y 3.000 piezas que ha tallado en el año que hace que se quedó en el paro. “Quiero hablar con gente de Madrid para reventar esto, y para adelante”, explica decidido.

Para dar continuidad a esta afición, ya casi una forma de vida, Lorenzo hace un llamamiento para que no se desechen árboles viejos o troncos aparentemente en mal estado. A aquellos que le están ofreciendo la madera se la compra a un precio simbólico o arregla el tronco con la talla de una figura, que en muchos casos también puede decorarse con pintura. “A la gente en las fincas, que no corten del todo los troncos de los árboles, que dejen un cachito del tronco, que les hago lo que quieran para que estén decorados”, incide Lorenzo Garrido.

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