Cuando la fotografía se convierte en magia

Julia portada

Marta Cuervo @martaileon

Algunos hacen magia con las manos, con las cartas o con las palabras. Julia hace magia con sus fotografías. Magia que encandila el alma, que hace sonreír a las personas, las asombra y enriquece.

Julia D. Velázquez es autora de una fotografía diferente, que huye de lo tradicional, es surrealista y roza en numerosas ocasiones la fotografía del absurdo.

Ana Madrid Villalón.

“No podría definir mi obra con algo concreto. Del absurdo sí, porque lo que más me ha llamado desde siempre la atención ha sido fotografiar, pero por el tema de los volúmenes”, comenta la artista.

Estudió Bellas Artes y, en la facultad, como especialización, tuvo que elegir entre dibujo, escultura o pintura. Sin dudar escogió la escultura, y ahí nació su pasión.

“Para mi lo más parecido a la fotografía es la escultura, y viceversa, por los volúmenes, y el tratamiento de la luz en una pieza. Comencé con la fotografía para huir del taller y de los materiales”.

“Para la escultura muchas veces necesitas espacio, entonces empecé a hacer en fotografía las esculturas que me gustaría realizar, pintando cuerpos, telas, mayas, estirando... Me lancé a recrear las esculturas que yo tenía en la cabeza en fotografía. Me las inventaba con telas, untando de escayola cuerpos, retorciendo materiales y fotografiando”, se expresa Julia.

Para mi lo más parecido a la fotografía es la escultura, y viceversa, por los volúmenes, y el tratamiento de la luz en una pieza

Más adelante, Julia dejó la escultura y fue derivando al concepto de la fotografía. “Se me ha quedado la simbología. En la fotografía se puede hacer lo que quieras, todo es posible”.

Julia abre un abanico de fotógrafos a los que admira, con pasión en sus palabras: “Annie Leibovitz, mira lo que hace, existen fotógrafos maravillosos; Nebreda es escultura, es escatológico, y otros autores como Peter Witkin, performáticos, que llevan una escenografía, una escultura viviente a la fotografía. Se me quedó el concepto de la escultura, se me quedó el imaginario de 'todo es posible', en la fotografía, eliminando las limitaciones de la escultura. Se me ocurre algo en sueños y lo hago porque es posible. Veo a una persona, me la imagino de una manera determinada, y lo traslado a la fotografía, es posible, me encanta. No tiene límites. Sí, mi fotografía es también surrealista, por supuesto”, apunta con una amplia sonrisa.

Julia y los retratos

Julia transmite mucho con los retratos. “Se trata del concepto de la sicología, de cómo cada uno vemos a las personas que tenemos delante, a las personas que queremos. Cuando voy a hacer fotos a una persona es porque la conozco, si no, quedó con ella varias veces, hablamos, me informo sobre su persona. No me gusta la típica foto que no dice nada. No es cuestión de que la persona salga guapa, sino de transmitir quién es esa persona”, declara la fotógrafa.

A través de su cámara, Julia intenta “sacar el mundo interior de la persona, lo que no se ve a simple vista”. “Trabajo el retrato sicológico como concepto, como Velázquez, que con pinturas transmite la actitud de un rey, la inocencia, hasta la inteligencia... Hay un cuadro en concreto: 'Retrato de hombre con turbante', de Jan van Eyck, que me obsesiona: se ve a la persona, se ve lo que hay, le conoces. Intento extrapolar el concepto del ser de la persona, de lo que hay más allá de 'que guapo sale', o 'que papada', va mucho más allá, y eso es lo que me gusta”, se sincera la joven.

Dos de las mejores cualidades de Julia son la creatividad y la profesionalidad, virtudes presentes en todos sus trabajos. “Tengo una fotografía en la que aparezco con unos cuernos y con un tiro en la cabeza, con un bosque detrás. Todas estas fotografías son muestra de lo que no puedo mostrar por derechos, son encargos, para gente particular, pero antes de hacer algo, yo hago un estudio conmigo, pruebas de luz y color. Un día se me ocurre la técnica de poner un fondo pintado, pero que no es pintado sino que es real, o el collage y tengo que probarlo”.

La vida es demasiado seria, hay que sacarle no la parte cómica, pero sí la parte bella

Su inspiración, muchas veces se pinta del color del día. “Tengo un mal día y me encuentro como 'Bambi', como su madre, con un tiro en la cabeza, un concepto un poco siniestro, pero lo represento. Uno elementos surrealistas y me convierto en el ciervo con el disparo. Me encanta el mundo del surrealismo y del absurdo. La vida es demasiado seria, hay que sacarle no la parte cómica, pero sí la parte bella. El absurdo, a veces, sacaba cosas de humor negro horrible, y lo convertía en algo estéticamente maravilloso”.

La obsesión de Julia: La luz

Para Julia la luz, la importancia del color en la obra, lo es todo.

“Doy clases particulares de fotografía y retoque fotográfico. En mis fotos, la iluminación es como una pincelada más, un instrumento más para crear, sería un color más de nuestra paleta para que la obra funcione. La iluminación tiene un punto sicológico importantísimo. No es lo mismo iluminar de un lado que de otro a una persona, los rasgos; no es lo mismo iluminarlos para un lado, para otro, para arriba o para abajo. La postura de la cara, de la fisiología de cada persona. No poner a una persona de frente cuando tiene pómulos, gira hacia una lado y verás el resultado”, aconseja la profesional.

“El color real no funciona, es como la lluvia de las películas, que tiene que ser artificial. El brillo tiene que ser distinto, todo son elementos que conjugándolos y uniéndolos, crean algo maravilloso. La fotografía es maravillosa porque tienes infinidad de posibilidades: el color, la luz de la escultura, la iluminación, la escenografía”, añade.

El retoque fotográfico, ¿hasta dónde?

¿Hasta dónde es 'legítimo' el retoque fotográfico?

La iluminación es una pincelada más, un color más de la paleta para que la obra funcione

“A veces jugamos a ser Dios, nos pasamos un poco. Hay muchos tipos de fotografía: Cartier Breson, la nouvelle vague, costumbrista, fotografía de moda, muy libre no se rige por ninguna regla. Pero siempre hay que saber dónde está el límite, dónde acaban los elementos que se deben retocar: hasta donde la persona deja de ser esa persona”, declara.

Julia se explica: “Te miro y te veo de una forma. Mañana te hago una foto, nos maquillamos, pero la cámara no está captando lo que tienes en la cabeza, la cámara no piensa, te saca todo, hasta marcas que no forman parte de tu persona, y eso se puede suavizar. Pinto encima de elementos externos que condicionan una imagen, como una arruga. El límite está cuando esa persona deja de ser esa persona. Es bueno, hasta cierta medida, buscar la belleza, no el esperpento, no es cirugía estética, solo estética. Dar la oportunidad a un rostro de ser lo que es, no condicionarlo si tiene un grano. Por otro lado, para el tema de las arrugas la iluminación es muy importante, en vez de iluminar de un lado, se puede girar”. “Lo bonito es que la persona no deje de serlo, pero que le des la oportunidad de ser ella misma, maquillando alguna marca temporal”, sentencia la fotógrafa.

El retoque es bueno, hasta cierta medida. Hay que buscar la belleza, no el esperpento, no es cirugía estética, solo estética

Julia fotografía para “todo aquel que se deja”. “Me presentan a alguien y enciendo el ojo visor”, bromea divertida. “Hay gente que lo facilita muchísimo. La gente necesita verse distinta al día y cada día. Siempre acompaño las sesiones con música. Recuerdo a una mujer que me llamó para una sesión, la conocí unos días antes, y la puse copla, ¡acabamos cantando las dos!”, recuerda entre risas. “Tiene que ser divertido, sino es un rollo, a veces incómodo. Yo quiero que todo sea lo más natural posible para que la gente sea ella misma. No quiero un fotomatón”.

La fotografía como terapia y las mil facetas de Julia

Hoy en día todo el mundo tiene acceso a una cámara, en el teléfono, cualquiera puede hacer una fotografía. ¿Se ha desvirtuado el arte de la fotografía? Julia lo enfoca desde un punto de vista más sano: “También todo el mundo tiene un lápiz. Creo que como toda expresión artística, el arte es importantísimo como terapia en la vida. Si todo el mundo pudiese expresar artísticamente, todos estaríamos mas sanos. Todo sería más fácil, apoyaríamos más la cultura entenderíamos más cosas. Si a la gente le da por la fotografía genial, ¡que se expresen! Le llevamos ventaja los que llevamos mucho tiempo en esto”, comenta con un guiño la joven, que aconseja a sus amigos estresados que pinten, que dibujen, que fotografíen.

Le faltan horas en el día, pero Julia es una chica todo terreno; realiza books según los rasgos de la gente, hace reportajes fotográficos, da clases de fotografía, y trabajos relacionados con el diseño gráfico, cartelismo, ilustración de libros infantiles... Lo mejor: su actitud para afrontar cada día, y su humildad. “Estoy agradecida con la vida. Vivo sin lujos pero me levanto por la mañana y pienso, 'que gustó, hoy tengo que hacer una portada para una editorial'. Pero no soy ilustradora, porque la respeto. Los buenos son Miguel Ángel Martín, Toño Benavides que, además, también son de León”.

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