“El ser humano necesita acomodar la dura e insatisfactoria realidad con su particular versión fantasmática”

Luis-Salvador_lopez_herrero

Manuel Cuenya

Médico, prestigioso psicoanalista y creador literario, Luis-Salvador López Herrero, aunque originario de Madrid, reside desde 1984 en León, ciudad en la que se siente muy a gusto y donde ha logrado realizar todo su desarrollo personal y creativo. “De un modo completamente singular”. Como médico ha impartido clínica y docencia y ha formado parte de los diferentes comités profesionales, y como psicoanalista ha desarrollado la difusión del psicoanálisis, en la capital de la provincia, impulsando la formación de diferentes instituciones psicoanalíticas que aún perduran, y por ende animando la vida cultural. “En esta ciudad, donde desarrollo toda mi actividad profesional, he podido pulir esa perla en bruto que albergaba en mi interior desde la adolescencia. Y aunque siempre me ha interesado escribir, sin embargo, ha sido aquí, en León, donde se ha revelado esta faceta creativa, aportando concreción a toda esa nebulosa marejada de ideas que me albergaban”, glosa Luis-Salvador.

En términos psicoanalíticos, lo que se llama la novela familiar o el mito individual del neurótico, no es más que la historización ficticia de un sujeto. No olvidemos que la experiencia analítica trata de hacer del sujeto queja, un sujeto supuesto poeta.

En su caso concreto, fue el psicoanálisis, el valor de la experiencia analítica, quien introdujo el juego de las palabras encantadas en su práctica clínica, “así como el aliento para poder buscar en el seno de la propia literatura ese elixir que surca el alma humana”. Por otra parte, está seguro de que la experiencia analítica ayuda a construir la ficción de cada uno a partir de los síntomas. “En términos psicoanalíticos, lo que se llama la novela familiar o el mito individual del neurótico, no es más que la historización ficticia de un sujeto. No olvidemos que la experiencia analítica trata de hacer del sujeto queja, un sujeto supuesto poeta”, matiza. El psicoanálisis no es una ciencia, ni una filosofía ni tampoco una psicología –según él-, sino más bien una experiencia insertada en el ámbito de lo narrativo y de la palabra poética. “Y es a partir de estas premisas como he ido configurando, en los últimos tiempos, un entramado de articulación del psicoanálisis con la literatura y la poesía”. De este modo, digamos brillante, Luis-Salvador ha ido construyendo su obra literaria, 'La cara oculta de Salvador Dalí' y 'Mito y poesía en el psicoanálisis'. En su libro dedicado a Dalí, al que siempre observó bajo el filo de una “sospecha”, ha tratado de mostrar, por un lado, la importancia de los aportes que hiciera el autor de 'Diario de un genio' hacia el psicoanálisis, así como de desvelar, por fin, la psicosis de este colosal pintor. En realidad, el universal artista era un loco pero no lo estaba, como muy bien sabía decir: 'la única diferencia que existe entre un loco y yo, es que yo no estoy loco'. “Efectivamente, no lo estaba pero lo era. Su obra, su ego, el divino Dalí, y Gala, lo sostuvieron durante su existencia, aunque al final los posos de locura, que había expulsado a patadas durante la adolescencia, le arrastraran hacia el abismo bajo el magma melancólico, como bien conocemos”.

Luis-Salvador le dedica este libro porque siempre intuyó que, tras el hombre que nos mostraban en el NODO, se escondía otra persona completamente diferente. Un Dalí que tenía una relación muy especial con la escritura; es más: siempre quiso ser escritor. “Sin embargo, todos los textos que podemos contemplar en la actualidad están demasiado corregidos y edulcorados por profesionales. Su escritura, en verdad, resultaba demasiado ilegible, poco articulada y convencional... No tenía, es mi impresión, una capacidad para dotar de sentido convencional al texto. Sus expresiones eran más bien letras en pura ebullición. Esto se percibe mucho, por ejemplo, en las cartas que escribía a Lorca y demás, en donde las palabras y los dibujos se desparraman en el papel. En fin, nunca hubiera podido escribir un texto suficientemente articulado y legible, sin el apoyo del Otro. Lo cual, por otra parte, hubiera sido muy interesante para nosotros, los psicoanalistas”.

El propio Dalí, que sentía gran devoción por Freud, “no tanto por Lacan”, buscó el encuentro con Freud -asegura Luis-Salvador-, porque quería que éste le diera su opinión sobre sus lienzos; concretamente su pintura 'Metamorfosis de narciso'. “Pero la relación con Lacan es completamente diferente. Su encuentro se debe porque el psicoanalista francés estaba buscando nuevas fuentes con las que alimentar su tesis sobre la paranoia, una vez que conocía que Dalí había formalizado su pensamiento paranoico crítico. Hay que decir que Dalí trató de instrumentalizar a Lacan durante su visita con la famosa anécdota del esparadrapo, y que no lo consiguió del todo. No obstante, es cierto, que el pensamiento paranoico crítico daliniano se convierte en método paranoico crítico gracias a la autorización que le profesó el Dr. Lacan, al invitarle a continuar por ese camino de invención”.

Es cierto, que el pensamiento paranoico crítico daliniano se convierte en método paranoico crítico gracias a la autorización que le profesó el Dr. Lacan, al invitarle a continuar por ese camino de invención.

Apasionado de Freud y de Lacan, Luis-Salvador señala que aunque ambos son psicoanalistas, sin embargo, su relación con lo literario es diferente y singular. “Freud, por su parte, cuidó mucho su capacidad de transmisión a partir de la escritura mediante un texto que aportara sentido y comprensión, dentro de la dificultad que supone los avatares y meandros del psiquismo. De ahí que su relación con la escritura fuera esencial para él. No olvidemos que recibió el premio Goethe, un galardón específicamente literario. Por otra parte, Lacan siempre mostró una mayor predilección por hablar que por circunscribir sus vocablos en textos. La publicación de 'Los escritos' fue casi una concesión a una audiencia ávida de esa palabra alada que brotaba en sus conferencias, una necesidad que sentían sus discípulos y asistentes por circunscribir esa verdad que se escapaba y que planeaba en todas esas puestas en escena”. Por eso, Luis-Salvador nos enseña, en su 'Mito y poesía en el psicoanálisis', que el psicoanálisis no es ciencia ni filosofía, tampoco psicología, sino que figura en el ámbito de la mitología y la poesía, y por esto reconoce a Freud como el Homero del psicoanálisis, mientras que Lacan se comportaría más bien como Sócrates, es decir, el moscardón del psicoanálisis: aquel que incomodaba con las palabras. En todo caso, Luis-Salvador, en su 'Mito y poesía en el piscoanálisis', se plantea por qué el psicoanálisis cura y de qué cura exactamente, y desvela las fuentes a partir de las cuales Freud pudo inventar ese saber que transformó la sociedad y la manera de pensar el psiquismo. “Toda una revolución, ¿no?”.

La literatura y el psicoanálisis, terapéuticos

El arte, en este caso la literatura (que está emparentada con el psicoanálisis), podría ser un modo de curarse de la “locura”. La escritura, digamos catártica, como terapia a muchos trastornos. A este respecto, Luis-Salvador cree que tanto Joyce como Dalí fueron casos ejemplares. “No obstante, recordemos que no sublima el que quiere sino el que puede. Dicho de otro modo: se necesita de una capacidad o de unas condiciones subjetivas que no están al alcance de todos”.

Asimismo, el psicoanálisis –según Luis-Salvador- utiliza un dispositivo en donde la palabra aporta cierta pacificación al malestar. “Pero se precisa de un interlocutor, de un Otro, que ayude a liberar esa verdad escondida que se expresa en el síntoma. De ahí la función apaciguadora que ejerce el dispositivo de poder hablar buscando la verdad. Ahora bien, sin ese Otro -el analista en su función-, la palabra tiende a engañarse y a embrollarse más de la cuenta, puesto que el síntoma lo que revela es que el sujeto, a pesar de su sufrimiento, no quiere saber la verdad sino que prefiere la ignorancia”.

En cuanto a la escritura, si bien el texto tiene una función en sí apaciguadora, catártica –reconoce Luis-Salvador– no todo el sufrimiento se puede canalizar a través de un escrito. Siempre hay un límite. “Freud decía, por ejemplo, que el dolor de muelas no se deja domeñar por el arte. Además, está también la capacidad del sujeto para poder hacer con su síntoma un texto que aminore el goce en juego”. Y, en este mismo sentido, la ficción, la fantasía, acaso literarias, son un modo tanto de satisfacción como de desconocimiento, capaz de crear ese mundo ilusorio personal que, sin embargo, aporta cierto sentido y calma a nuestra existencia, porque “el ser humano necesita, precisa acomodar la dura e insatisfactoria realidad con su particular versión fantasmática. Dicho de otro modo: si lo real es lo imposible, entonces sólo podemos hablar de ello mediante una ficción, que es un modo de decir una verdad siempre a medias”. A veces ocurre –aclara– que los sujetos supuestamente normales están más presos de fantasías diabólicas que los mismísimos locos. “Algo que sólo se conoce cuando cometen un pasaje al acto, tal como a veces podemos comprobar de modo inesperado en el marco social”.

A veces ocurre que los sujetos supuestamente normales están más presos de fantasías diabólicas que los mismísimos locos. Algo que sólo se conoce cuando cometen un pasaje al acto, tal como a veces podemos comprobar de modo inesperado en el marco social.

Como organizador de grupos lectura, véase Leriralia, Luis-Salvador es conciente de la importancia de la lectura a la hora de enfrentarse con la escritura de un texto literario, y se siente deudor de los clásicos, porque la voz de éstos ensambla y articula nuestro presente, así como sus propios textos. “Sólo a partir de este proceso de alienación primario puede surgir esa fase creativa, de separación, capaz de otorgar una voz mucho más singular, propia... Como en toda pericia humana -aunque ahora en nuestra época hipermoderna se tienda a creer que el estilo surge espontáneamente o que la creatividad no precisa de ningún periodo de formación previa-, se requiere de un tiempo que me gusta denominar como alienación a los saberes del Otro”.

Ahora, acaba de terminar un texto en el que mezcla el pensamiento, la historiografía y la ficción, ahondando aún más en este capítulo literario que siempre le ha interesado, “puesto que hay que pensar que la ficción nutre todas nuestras creencias, incluso las más sólidas”.

Aborda el extrañamiento que produce en un sujeto el encuentro con el poder y la fama, nos muestra las diferentes facetas del mal a partir del análisis de los sueños del protagonista. “Su encuentro con diferentes personajes de la ficción y de la historiografía, va alumbrando por qué la pulsión, en sus diferentes vertientes (odio, hostilidad, rabia, goce desenfrenado...), es mucho más originaria que el amor, obligándonos constantemente a buscar nuevas formas para limitar su poder destructivo. Ahora bien: sin ánimo de desvelar el final, diré, que todo este recorrido sirve también para mostrar el polvo de sueños en el que estamos convertidos”, concluye.

Entrevista breve a Luis-Salvador López Herrero

“Los políticos y la sociedad, en general, están demasiado extasiados por el goce autista”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'La Odisea', de Homero.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida)

Jorge Luis Borges en la literatura. En la vida, la familia.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable)

En algunos momentos el Marqués de Sade.

Un rasgo que defina tu personalidad

La constancia.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

El aliento del deseo decidido.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Cuando los ideales desfallecen lo que aparece es el goce. Los políticos y la sociedad, en general, están demasiado extasiados por el goce autista, la exhibición más descarnada y el espectáculo obsceno que todo lo contamina.

¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?

Leer, hacer ejercicio, conversar.

¿Por qué escribes?

Para satisfacer el deseo.

¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

En absoluto... Desconozco estos instrumentos actuales, aunque reconozco su utilidad.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Siempre me apoyo en el elixir que proporcionan los autores clásicos.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

No. Aún prefiero el papel.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Un poeta del siglo XXI es un hombre capaz de pulsar las teclas de una computadora mientras susurra: ¡Mientes!

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