¡Qué gocha!

Una imagen de la exposición. Foto: Asturias 24

Susana Carro Fernández/ Asturias 24

“Si quieres pintar, pinta. Pero si lo que quieres es andar desnuda, entonces no perteneces al mundo del arte”. Esta fue la réplica de Alan Solomon, director del Jewish Museum de Nueva York, cuando Carolee Schneemann le mostró una serie de fotografías que documentaban sus performances. Como tantas veces ocurre con quienes osan transitar hacia terrenos confusos, fue sólo cuestión de tiempo que la obra de la artista norteamericana pasara a ser considerada estimulante y le fueran abiertas las puertas del MOMA, del Whitney Museum, el Women's Caucus for Art, el Centro Pompidou... El MUSAC se ha unido recientemente a esta lista y ha organizado la primera retrospectiva en España sobre Carolee Schneemann; de ella podremos disfrutar hasta el 7 de diciembre.

Carolee Schneemann abandonará su vida en provincias para instalarse en Nueva York en 1939. Su propósito original era convertirse en pintora y el resultado final no desvirtúa tal objetivo: Schneemann utilizará su cuerpo como extensión de sus instrumentos de pintura. “Se me ocurrió utilizar mi cuerpo como material integral de la obra”, dirá Schneemann al hablar del proceso de creación de Eye Body: 36 Transformative Actions. Algunos artistas y críticos fueron invitados a pasarse por el apartamento de Carol donde se encontraron un loft lleno de cartones, cuerdas, pinturas, espejos rotos. Todo era confuso, abigarrado, sucio y, en medio del caos, el cuerpo de Schneemann. La artista finlandesa Erró filmará el deambular de su amiga Carolee cubierta de grasa, tiza, telas y plásticos; el cuerpo como territorio visual.

En la década de los sesenta sus trabajos eran prácticamente desconocidos, escasamente valorados y reseñados únicamente como obscenos o narcisistas. Es curioso, dirá la crítica de arte Lucy Lippard cómo “se tiende a pensar que cualquier mujer artista que exhiba su cuerpo desnudo lo hace sólo porque piensa que es hermosa”. Pero Schneemann reniega de la idea de cuerpo y de los epítetos con que se adorna e insiste: “La carne es el material con el que he decidido trabajar”, la materia despojada de toda forma en el sentido más aristotélico del término. Meat Joy es el resultado final, una suerte de ritual erótico interpretado en noviembre de 1964 en la Judson Memorial Church de Nueva York.

Durante esta Alegría de la carne ocho performers, hombres y mujeres vestidos con ropa interior emplumada, untan sus cuerpos con pintura, se embadurnan y manchan con cepillos y papel, se restriegan con pescado, se masajean y golpean con pollos crudos, forcejean, se abandonan... Los movimientos eran improvisados, los técnicos de luces debían adaptarse a los cambios espontáneos de los actores y del público, la banda sonora oscilaba entre la reproducción de un caótico ruido de tráfico y melodías de la Motown. Sensual, repulsiva, irónica, placentera, cómica... cada uno de los visitantes del MUSAC que visionen los diez minutos del film cedido por la Electronic Art Intermix (EAI), adjetivará de modo diverso esta Obra de Historia, este happening orgiástico que marcó un antes y también un después en el body art.

Sólo un año después, en 1964, la artista japonesa afincada en Nueva York, Shigeko Kubota, llevó a cabo una action painting en la que se introdujo un pincel en la vagina y, de cuclillas sobre un papel extendido en el suelo, pintó rayas rojas con sangre menstrual.

Desconozco los comentarios que haría el público del Perpetual Fluxfest durante la acción de Vagina Painting pero sí recuerdo que, hace unos años durante un congreso de arte contemporáneo, mi compañera de asiento exclamó “¡qué gocha!” mientras el ponente mostraba las imágenes de la obra de Kubota. Tal vez fue el prejuicio frente a la sangre menstrual o la ignorancia en materia de arte lo que condujo a tal exclamación, pero lo que sí es cierto es que la violencia del rechazo demuestra que Kubota tocó y sigue tocando un nervio social.

La audiencia que asistía al congreso no se alteró, ni tan siquiera de forma parecida, cuando el ponente aludió a la archiconocida comparación entre eldripping de Pollock y la eyaculación que supone lanzar, salpicar y chorrear pintura. Tampoco hubo incómodos movimientos en la sillas cuando describió laAnthropometries de Yves Klein: el artista instruía a mujeres desnudas para que se untaran con pintura azul de YVES KLEIN y rodaran sobre pliegos de papel por él ordenados. Ni la crítica de la época ni el público del congreso se inmutaron porque las mujeres fueran tratadas como el pincel del artista o porque la pintura emulara el semen convertido en color. Pero cuando las mujeres artistas emplearon su cuerpo y su sexo como instrumento de su propia creación entonces fueron y son acusadas de excesivas. No hay contrarreplica mejor que la formulada por la propia Schneemann:

“Nuestra mayor evolución parte de obras que nos parecen un 'exceso' la primera vez que las contemplamos (...) Gracias a que había experimentado satisfactoriamente con mi sexo y mi trabajo me sentí con la audacia o el coraje necesarios para mostrar el cuerpo como una fuente de sensaciones múltiples” .

No se las pierdan, les esperan en el Musac.

Carolee Schneemann

Obras de historia

MUSAC. Aveinda de los Reyes Leoneses, 4. León.

Hasta el 19 de diciembre

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