Ana G. Merayo: “Admiro a Paco Umbral como escritor y articulista”

Ana G. Merayo. Foto: Joa Chevresson

Manuel Cuenya

La narradora leonesa Ana G. Merayo, con raíces bercianas por vía materna, tanto “como un pie de castaño”, se siente excepcionalmente marcada por la ciudad de León y su contexto familiar, habida cuenta de que su madre poeta, dotada para la música y el arte en general, le influyó de un modo decisivo a la hora de forjar su sensibilidad artística, dispuesta a apreciar la belleza no sólo antigua sino incluso agónica, según ella, de una ciudad como León, además de su atracción por la naturaleza, “en cuyo filandón reverbera la intra-historia mágica, plural, heroica, del Bierzo”.

A pesar de que ha vivido durante una década en Alsacia (Francia), además de su estancia en Sudáfrica, donde se gesta su novela 'El club Kandisnky', Ana cree que es un privilegio poder disfrutar del inagotable azul intenso de la ciudad de León, “que da a la vida un matiz risueño incluso en el frío; una característica fortaleza de espíritu”. Recuerda que cuando iba a las Teresianas, el palacio de Doña Berenguela formaba parte de su espacio de juego, “en el Conservatorio convivían Don José Castro y el maestro Barja y la Calle Independencia transportaba lejos el son de la banda del Dulce Nombre que salía de Santa Nonia e inundaba la oscuridad de las ocho de la tarde en los meses invernales”. Entonces, León era un mundo de libros, de música y del futbol de su padre. “León era también la llamada del allende sus confines, la atracción de la diáspora, de la mano de un tío cosmopolita que trabajaba en el Banco Mundial”. León era, para Ana, la Plaza de las Cortes y los domingos en San Isidro, los bailes en el Aero y los encuentros en el Tipical, el Dustan, el Quijote, el Benito y sobre todo el Dimitri. León era la casa familiar, donde ella volvía en vacaciones y durante mucho tiempo fue solo eso: la casa familiar. Y ahora León sigue siendo todo eso, porque ninguna ciudad mantiene tan lozanos los pasados –asegura-, mientras el tiempo se desliza por el presente curtido en la trascendente presencia de sus dos hijas. Y, como buena leonesa, está convencida de que su provincia lleva en los genes el arte de la palabra y de la escritura creativa, “como lleva esa cúpula azul intenso que vivifica las emociones”, porque “León es uno de esos arcones que han permanecido cerrados por indolencia para el gran público; pero a poco que se airea su contenido, te encuentras con una especie de sabiduría inmaterial, que no solamente alimenta los Filandones y magostos de la inagotable creatividad y memoria popular, sino que socaba las creencias históricas más generalizadas”. Ahora sabemos que en sus días de excelencia, el reino de León, crisol y sedimento de culturas milenarias –sostiene Ana–, fue el más influyente sobre el mundo conocido, que puso los gérmenes del Parlamentarismo y que el cáliz de Doña Urraca encierra uno de los misterios que han traído en jaque una parte de la humanidad. “Cuando se ha alcanzado la excelencia, ningún infortunio es capaz de hacer desaparecer ese carácter especial que escapa a toda etiqueta”. En todo caso, Ana, que fuera Águeda de Honor en 2013, se pregunta: “¿por qué los leoneses no hemos despuntado en otros ámbitos fuera de las letras?, ¿por qué esa cierta falta de empuje, de auto estima colectiva?”. Y con optimismo, frente a todas las voces críticas, sigue creyendo que la energía leonesa volverá a germinar.

¿Por qué los leoneses no hemos despuntado en otros ámbitos fuera de las letras?, ¿por qué esa cierta falta de empuje, de auto estima colectiva?.

Merayo recuerda que fue en Francia, donde ejerció como letrada penalista, lo que promovió que se trazara de forma instintiva el puente entre Derecho y Literatura como uno de tantos afluentes en el caudal de la vida. Actualmente es profesora de Organización y Gestión comercial, a la vez que prepara su tesis doctoral sobre Derecho Civil histórico en el Bierzo. También rememora, como un descubrimiento permanente, su etapa como estudiante en Madrid, espacio de sedimentación y enriquecimiento con nuevas fuentes. En realidad siente, desde hace tiempo, una irrenunciable atracción por el teatro, la literatura y el arte en general. Bien pequeña se interesó por el universo de la palabra y comenzó a leer todos los títulos de Enid Blyton; “pero el libro de 'Mujercitas', que también leí por aquel entonces, me ganó al personaje de Josephine”. En su caso, la lectura se le antoja imprescindible, como ingrediente de formación, porque el alimento de las palabras son más palabras. Y la capacidad de bucear en el imaginario de otros es, en su opinión, uno de los remansos del escritor o escritora. Entre sus lecturas favoritas, bien porque le han sorprendido, emocionado, o le producen respeto, están Cortázar y Borges. En su juventud también fueron importantes Graham Greene y Herman Hesse; de la literatura francesa se queda con Camus, Yourcenar y Nathalie Nothomb. “La paradoja en Oscar Wilde, versión original, me infunde gran admiración”, al igual que admira la perfección envolvente de Tom Wolfe en 'el Nuevo periodismo'. Y en un terreno más doméstico –resalta ella– disfruta con la trilogía que sacó Catherine Pancol hace un par de años, en versión original, porque los títulos más recientes no le parecen a la misma altura que los anteriores.

Nelson Mandela. Verdadero referente de la humanidad, por su lucha integradora, por su capacidad para sumar, por su capacidad para perdonar, para avanzar, en una palabra. Un verdadero estratega.

La literatura como universo de libertad

Reconoce que la literatura era y sigue siendo, en su caso, un universo de libertad con una llave maestra. “Un juego de palabras que, al igual que los actores, recomponían la piel de sus personajes, hasta recrearse en ellos y vivir varias vidas en el escenario; sobre el papel se generaban criaturas que tenían la capacidad de dar un giro de tuerca a las cosas cotidianas, seres ilimitados, ubicuos, que poblaban de color, música y contenido el espacio físico, revisitado y reinterpretado por una memoria caprichosa que jugaba a enlazar frases, someterlas a un proceso de invención, al principio dirigido, pero en el momento de mayor concentración, autónomo”. Asimismo, su ambiente familiar contribuyó a que se desarrollara su creatividad porque en su casa siempre había música, ya fueran los estudios diarios de piano, o la música clásica en el tocadiscos. Y tal vez por eso Ana no concibe escribir sin música.

Su novela 'El Club Kandinsky', ambientada en Sudáfrica a mediados de los años ochenta, cuyo título hace referencia al gran pintor abstracto, cuenta la realidad sudafricana de la época desde una perspectiva histórica y su contrapunto en la vida cotidiana de un grupo de profesionales europeos que comparten unos mismos ideales. Todo ello envuelto por un paisaje que se constituye premeditadamente como protagonista a su vez.

Ana matiza que la figura de Kandinsky, como referente de su novela, tiene que ver sobre todo con que fue un gran humanista y regeneracionista. “El mundo Sudafricano en 1985 era particularmente agresivo para cualquier europeo educado en la idea democrática e igualitaria de la política”, señala esta creadora que además ha escrito y publicado un libro de relatos cortos, 'Contrastes', el resultado de muchos cafés irlandeses en la Fídula –rememora–, entre un estudiante de Ingeniería de Caminos y una leonesa, enamorada de Madrid, de la Escuela de Arte Dramático y que estudiaba Derecho y Ciencias de la Educación. Aquel volumen tenía un punto algo surrealista y de escritura automática.

El mundo Sudafricano en 1985 era particularmente agresivo para cualquier europeo educado en la idea democrática e igualitaria de la política.

En cuanto a su faceta como articulista, ha publicado artículos de fondo sobre distintos aspectos internacionales como la apertura del Museo D'Orsay, la fiesta parisina del Bicentenario de la Revolución, el estilo Gorbachev, o la Antifada en los Santos Lugares. También hizo alguno sobre cultura en España como el dedicado a los 'Novatores'. En los últimos años dice que escribe a cuentagotas, cuando algo le provoca ese impulso de publicar por afinidad con la noticia. Por ejemplo cuando tuvo lugar la catástrofe en Toulouse, o los acontecimientos de guerrilla urbana hace algunos años en París, o, la boda del Príncipe Carlos. “De todos ellos, me quedo con el artículo homenaje a Nelson Mandela. Verdadero referente de la humanidad, por su lucha integradora, por su capacidad para sumar, por su capacidad para perdonar, para avanzar, en una palabra. Un verdadero estratega”. Y, en este sentido, cree que muchos de nuestros mejores escritores del Siglo XIX han sido grandes articulistas, empezando por Larra, Gil y Carrasco, Pardo Bazán o Clarín. “En nuestro pasado reciente, admiro a Paco Umbral como escritor y articulista. Umbral en el periodismo se comportó como costumbrista de 'la movida madrileña'. Habría que ver si fuera de contexto sus artículos siguen teniendo magia”, se pregunta Ana, que en la actualidad tiene varios proyectos en el tintero, aunque admite que atraviesa una fase de superávit cotidiano de obligado cumplimiento, que monopoliza gran parte de su tiempo en tareas menos creativas. “El genoma literario de los leoneses es también el de la resistencia, yo resisto y sigo nutriendo el cerebro con emociones”, concluye.

Entrevista breve a Ana G. Merayo

“La literatura siempre es prescindible ante la vida”.

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'El Quijote'.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

En la literatura: el Quijote. En la vida: Mandela o Malala.

La literatura por muy sugerente, siempre es prescindible ante la vida.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Ninguno, salvo si incurre en la adulteración, presentando bazofia por literatura.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Portada El club Kandinsky

La resistencia.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La elegancia de espíritu en sentido muy amplio.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Siempre se dijo “o tempora o mores” cualquier tiempo pasado fue mejor. Se trata de que cada palo aguante su vela. Vivimos un final de ciclo largo en todos los sentidos económico-social y cultural; estamos en proceso de adaptación, espero que al recalar, seamos más conscientes de los verdaderos valores.

¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?

La risa en familia.

¿Por qué escribes?

Porque escribir me permite multiplicarme, reinventarme, tomar aire, ganarle la batalla al tiempo, yendo a la vez más rápido y más despacio

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Debería internarme para saberlo, es mi talón de Aquiles.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Todo. El cerebro del escritor es el mejor reciclador.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Me encantaría que el día tuviera muchas horas más.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Para bien o para mal, soy implacable conmigo misma y comprensiva con los demás.

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