Aldo Sanz: “Ildefonso Rodríguez es sutil y rotundo en la expresión”

Aldo Sanz. Foto: Nino Cabero

Manuel Cuenya

Aunque nacido en la ciudad de Barcelona, Aldo Sanz es un poeta leonés con raíces en Salamanca, Valladolid y por supuesto León, donde vive desde que era un niño. Su abuela materna procedía –aclara él– de un pueblecito de Salamanca, lindando con Portugal, su madre nació en un pueblo vallisoletano, y la familia de su padre es toda de León. En cualquier caso, Aldo no cree en los regionalismos, es más, le horrorizan. Y si se siente seducido por la “marca mediterráneo” no es –apostilla– por que naciera y viviera en Barcelona durante algún tiempo, sino por haberse acercado a la obra de Eugenio Montale, o al paraíso-infierno de Lawrence Durrell. Por tanto, sus influencias en lo literario van más allá de las regiones, habida cuenta de que son influencias culturales. En este sentido, Aldo dice que se nutre sobre todo de lo que lee, reconociendo la influencia de los autores señalados y otros tantos como Paul Celan (“su concisión, su sorpresa, su dureza”), José Ángel Valente, T.S. Eliot, los poetas centroeuropeos de entreguerras o William Carlos Williams. “Creo que éstos son los principales, en una cosa fundamental. Son los que realmente me ordenan el magma poético que pueda tener. Pero no creo que sólo sean los poetas los que pueda reconocer como 'maestros'. También están los pintores”, precisa Aldo, convencido de que el recorrido de la pintura, desde principios del siglo XX, va parejo al de la escritura. Por eso, se encuentra muy bien “inyectándose en vena” imágenes de los trabajos de Willem de Kooning, Clyfford Still, Fernando Ampudia o Herminia de Lucas. “Me apropio de sus sugerencias al contemplar sus obras, renuevo cada día el pacto silencioso de amistad entre la pintura y mi poesía”. Una poesía que él mismo se atreve a calificar como 'encriptada' en cuanto que no se atiene a un discurso homogéneo. Por tanto, no se trata la suya de una poesía discursiva, tampoco existencialista ni reivindicativa. En un inicio, “in illo tempore, que es como comienza la Secuencia Sancti Evangeli, en el ritual romano”, Aldo se define como muy machadiano, y cree que todavía lo sigue siendo cuando se enfrenta a descripciones paisajísticas. “Pero a lo mejor no soy machadiano y la influencia me viene de los trabajos de la Escuela de Vallecas, que sí recogen a Machado”, puntualiza, a la vez que recuerda cómo, en los años setenta, el poeta Ildefonso Rodríguez le incitó, entusiasta, a que leyera con atención a Ezra Pound y a T. S. Eliot. A partir de ese momento, a Aldo le dio una vuelta la cabeza produciéndose un giro de 360º en su modo de encarar la poesía. Ildefonso Rodríguez pasó a ser su maestro, su “miglior fabbro personal”, confiesa Aldo, que ya había escrito fragmentariamente un libro ('RRa'), y la obra de Eliot y la de Pound le obligaron a profundizar en la fragmentaci de los textos.

Renuevo cada día el pacto silencioso de amistad entre la pintura y mi poesía.

La influencia de Ildefonso Rodríguez

Aparte de su maestro Ildefonso Rodríguez, “sutil y rotundo en la expresión y dominador de un amplio abanico de técnicas literarias”, al que considera gran innovador de la poesía, Aldo es consciente de que la tierra leonesa es pródiga en narradores y poetas. Y lo que le parece más significativo es que se están haciendo trabajos impresionantes desde puntos muy dispares de la lírica. Aparte de los escritores reconocidos, con obra ya estudiada y difundida, como Gamoneda, Colinas, Mestre, o los llamados “leoneses de Chanverí”, según Aldo, hay un número importante de poetas que están desarrollando una obra con mucho peso específico: “Tomás Sánchez Santiago o José Luis Puerto (que no son nacidos en León) excavan muy profundamente en una tradición de poética castellana. Víctor M. Díez, aparte de ser un activista cultural rodeado de focos y merecidos aplausos, enfoca su poesía por las sendas de la ciudad, de la polis. Quizás un estudio serio de sus trabajos, tendría que partir de Charles Baudelaire. Es muy interesante esa lírica que trabaja diluyendo el 'yo' personal en el 'nosotros' ciudadanos. Hay otra rama poética que es la reivindicativa y en esa rama está sin ninguna duda destacando Felipe Zapico. De los poetas algo más jóvenes no he leído lo suficiente como para poder emitir un juicio honrado”, resalta Aldo, que se quedó sorprendido cuando hace un tiempo, en el transcurso de un acto poético en León, una señora que estaba a su lado le dijo a su compañera: “Santo cielo, últimamente salen poetas hasta debajo de los 'principia'”.

A lo mejor no soy machadiano y la influencia me viene de los trabajos de la Escuela de Vallecas, que sí recogen a Machado

Aparte de sus colaboraciones en antologías poéticas como 'Esto era y no era', con el poeta Miguel Casado, o bien 'Tenho qualquer coisa de arbore', Aldo es el autor de varias obras como 'El laberinto del gato' o 'La mano en el río', ilustradas ambas por su amigo el artista Esteban Tranche, “mucho más entusiasta y mucho más trabajador que yo. Un profesional”.

Cuenta su creador que en “La mano en el río”, cuyo diseño de la portada corresponde a Nino Cabero Morán, hay dos intentos claros más allá de lo que puede ser el leitmotiv, que no es otro que el de la evocación de la infancia. “Se canta lo que se pierde;otra vez Machado”. El primer intento pertenecería a la técnica, y sería un estiramiento de las frases, es decir una especie de Pilates aplicado al poema, según Aldo. “El segundo intento me parece más interesante y casi imperceptible. Durante tiempo y tiempo todos hemos leído poemas e incluso libros enteros hablando de la infancia, de ese paraíso ya perdido, y todos son libros felices que nos muestran la bondad de los padres, la atención de los abuelos, los pajaritos en el alfeizar de la ventana, los juegos, y cosas así. Pocos hablaron de la dureza de la infancia. Yo he intentado, no sé si con acierto, describir las dos caras de la infancia, que por supuesto y a pesar de todas las cosas es un mundo maravilloso. Feliz como una codorniz, ¿enjaulada?”.

En la actualidad, está ordenando su obra publicada para su próxima edición, gracias a la generosidad de Héctor Escobar, entre la que se incluyen dos libros antiguos no publicados en su momento además de un libro que está acabando de escribir titulado 'Hay una calle' con el que se siente ilusionado. “Como dijo Bertold Brech 'estoy trabajando con ahínco en mi próxima equivocación'”, remata Aldo.

Entrevista breve Aldo Sanz

“Mis redes sociales son los bares y mi casa”.

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'La tierra baldía', de T.S. Eliot.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Creo que Franz Biberkopf, de la novela Berlín Alexanderplatz. También podría ser el señor Kurtz, de 'El corazón de las tinieblas'. Son muy sugerentes en estos tiempos del ahora.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Nunca he podido leer 'Cien años de soledad'.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Foto: Nino Cabero

La tranquilidad aparente, me dicen.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La fidelidad en la amistad.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Creo que tenemos una política y una sociedad de muy baja calidad democrática.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Beber un vino al atardecer, si es posible acompañado.

¿Por qué escribes?

Creo que por una necesidad inefable.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Mis redes sociales son los bares y mi casa.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Supongo que será la vida vivida y la vida pensada.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

'Tam-Tam Press' de Eloísa Otero. Impresionante y fundamental.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

“Un pájaro vuela en busca de su jaula”, de Kafka.

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