Paz Brasas: “La infancia se parece a los posos de una botella de zumo”

Paz Brasas

Manuel Cuenya

Licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de León y Diplomada en Profesorado de EGB, Paz Brasas lleva treinta años trabajando como maestra o 'Maestra', según ella, en colegios de la provincia leonesa. Si bien, durante los últimos catorce años, a raíz de su nueva especialización en Tratamiento de los Problemas del Lenguaje, ejerce como docente en el colegio público 'Gumersindo de Azcárate' así como en el Instituto 'Antonio García Bellido', de Armunia, centros que abogan por el bienestar emocional del alumnado. “Los niños son lo mejor que tenemos. Intento infundirles la idea de que nunca debemos dejar de aprender y de enseñar, de que todos somos válidos. Cuando noto que les brillan los ojos recibo la señal de que algo estoy consiguiendo”, puntualiza Paz, gran lectora y aficionada al arte en general: la música, el teatro, el cine. Una entusiasta, asimismo, de la literatura infantil, “aquella que también les gusta a los niños, según C.S. Lewis”, cuya “afición por la ficción” le viene, en su opinión, de los muchísimos cuentos, sobre todo de Andersen y de los Hermanos Grimm, que le contaba o leía su madre cuando era pequeña como recurso para que comiera, porque no recuerda haber tenido hambre hasta bien entrada la edad adulta. “Mi inapetencia por la comida, algo que con los años y las tapas que dan en los bares de León se ha solucionado definitivamente, llegaba a extremos de caer con frecuencia en episodios de anemia que atemorizaban a mi familia”, apostilla esta narradora, que comenzara a inventar y escribir de un modo creativo, “pequeñas narraciones y poemas”, a resultas de escuchar historias. Pero fue sobre todo, cuando se encontró en el instituto con profesores de Literatura como Pedro Blanco o Venancio Iglesias, cuando empezó a disfrutar con la belleza de la palabra escrita. A partir de esa etapa, aprendió a leer los silencios y a percibir los ritmos; a reconocer el poder emotivo y evocador de las palabras. “Estos profesores fueron los que orientaron mis preferencias lectoras hacia las obras que marcarían una estética de vida, a la vez que dieron con el resorte que yo necesitaba para decidirme a escribir, a sumergirme en el universo literario”, recuerda Paz, para quien la buena literatura es aquella que sorprende mientras uno lee, y que produce marcas como las que deja la marea al retirarse, “huellas formadas por emociones, por pensamientos, por sensaciones que se quedan ahí, rezagadas, hasta la nueva pleamar. Entonces brotan con toda su intensidad ayudándote a discurrir por la vida”, precisa esta pedagoga o 'Maestra' (“persona a la vez universal y, al mismo tiempo, cercana al niño”), como le gusta decir, quien, desde que comenzara a trabajar, ha utilizado la literatura como elemento motivador en sus clases, partiendo casi siempre de los autores considerados clásicos, pero también intentando mantener vivas las producciones tradicionales, orales y escritas, de la zona geográfica en la que se encontraba su colegio.

Pedro Blanco y Venancio Iglesias fueron los profesores que orientaron mis preferencias lectoras hacia las obras que marcarían una estética de vida, a la vez que dieron con el resorte que yo necesitaba para decidirme a escribir, a sumergirme en el universo literario

“Los microrrelatos, por ejemplo, funcionan muy bien a la hora de trabajar con alumnos los distintos aspectos del lenguaje, incluyendo el creativo. Es importante que los estudiantes se descubran creando belleza con las palabras. El truco está en transmitirles la emoción por algo y en enseñarles estrategias para que lo desarrollen de forma autónoma”, señala esta narradora leonesa, que naciera en un mes de noviembre tapado por la nieve, cuya infancia fue feliz, “entre los botones desparejados y los retales del taller de costura de mis tías, donde acudía todas las tardes al salir de la escuela”, lo que marcaría su carácter extrovertido y su tendencia a procurar que los niños y las niñas sean felices. “Pienso que la infancia se parece a los posos de una botella de zumo. La infancia pesa, está ahí abajo, en el fondo de nuestra mente. Cuando la vida se agita, cosa que suele ocurrir a diario, los posos invaden el resto del recipiente y se hacen notar”, especifica Paz, quien siempre ha vivido en la ciudad de León, a los pies de la catedral, escenario principal (al que incluso se podría considerar un personaje más) de su libro 'Teófilo y las Bestias de la Catedral', que podría ser utilizado, según ella, para trabajar las características del arte gótico en todas sus manifestaciones, habida cuenta de que su protagonista, Teófilo, es un niño que vive sus aventuras en una catedral gótica, donde trabaja su abuelo como sacristán, que transforma en su universo mágico. “Tanto el personaje de Teófilo como los de sus amigas de piedra, las Bestias, son un reflejo de las emociones características de la niñez como es el miedo, el desamparo (de niño uno se siente de vez en cuando desamparado aunque no lo esté en absoluto), la turbación tras una travesura, la soledad... Valores como la amistad, el cariño, la empatía, la honestidad, se mueven, siempre de manera implícita, por el texto”, apostilla su creadora, cuyo texto ha sido ilustrado por Raquel Ordóñez Lanza, “una de las personas que más saben acerca de la aplicación de las Artes Plásticas a la Educación, que ha hecho un trabajo lleno de delicadeza y expresividad”, con quien Paz Brasas comparte profesión y aficiones musicales. “Una historia que incluye otras en su interior y que tiene varios niveles de lectura, por lo que pueden disfrutar con ella desde los más pequeños, a los que se les puede leer, hasta el público adulto, que se puede reconocer dentro de la época en la que se desarrolla la trama principal, los años 70”, editada por Joaquín Alegre, que ha tenido, en su opinión, el arrojo de lanzar una editorial, Rimpego, en tiempos difíciles para el mundo del libro, y a quien le está muy agradecida por haber apostado por su obra. “Actualmente ya se están haciendo visitas a la catedral de León siguiendo La ruta del Teófilo”, aclara esta devota de la literatura leonesa, tanto en poesía (Colinas, Gamoneda, José Antonio Llamas o Mestre) como en narrativa (Pereira, Merino, Mateo Díez, Julio Llamazares, Andrés G. Trapiello, Josefina Aldecoa, Raúl Guerra Garrido...), además de autores y autoras jóvenes como Raquel Lanseros, Marta Muñiz, Luis Artigue o Sara R. Gallardo.

Tanto el personaje de Teófilo como los de sus amigas de piedra, las Bestias, son un reflejo de las emociones características de la niñez como es el miedo, el desamparo (de niño uno se siente de vez en cuando desamparado aunque no lo esté en absoluto), la turbación tras una travesura, la soledad... Valores como la amistad, el cariño, la empatía, la honestidad, se mueven, siempre de manera implícita, por el texto

El universo leonés, un cofre del tesoro

“La provincia de León es 'un cofre del tesoro' para el escritor... un pequeño universo con múltiples escenarios, tanto paisajísticos como humanos. Paisajes que determinan a sus habitantes. Valles encajados entre paredes de roca que definen movimientos secos y cortos, que disparan sonidos en eco y que provocan el esconderse en uno mismo buscando retazos de armonía y calor. Montañas redondeadas por los años que, a base de permitir generosamente que se abrieran brechas en su piel, han dejado libre el paso a ideas de progreso y a la búsqueda de felicidad. Llanuras y páramos que permiten hinchar las miradas y, en ocasiones, facilitar la huida. Vegas inundadas por jugosos colores y dorados ríos. Ciudades milenarias que nos hacen sentirnos actores de series históricas. Mares de cereal que se agitan con el viento de la tarde”, que ha hecho uso de la escritura, según ella, con el fin de combatir el desarraigo, ya que ha sufrido desde siempre una importante corriente migratoria. Asimismo, la dureza de su clima ha dado lugar a una tendencia a la introspección y al recogimiento, “algo necesario para la creación literaria”. Si bien ella, que no es persona de remarcar fronteras sino de sentirse propia de los lugares que le gustan, también está abierta a bucear en las emociones de otros espacios, en especial de Galicia y de Asturias, adonde viaja con frecuencia. En todo caso, esta amante de la natación (que nadando 'aclara sus ideas', resuelve conflictos, incluyendo los que se le plantean a la hora de desarrollar una narración o un poema) reconoce que es más de libros que de autores, propiamente dichos. Y, en este sentido, no cree en lo que se ha dado en llamar 'literatura femenina'. Y siempre se queda con obras que le sorprenden por su lenguaje empleado, por el poso que le deje, “independientemente de la historia que desarrolle”. Algunos de los libros que recuerda de un modo especial son, por ejemplo, 'Historia del amor', de Nicole Krauss; 'Crónica del pájaro que da cuerda al mundo', de Murakami, 'La fiesta del chivo', de Vargas Llosa; 'Rayuela', de Cortázar; 'Del color de la leche', de Nell Leyshon; 'El amor en los tiempos del cólera', de García Márquez; 'El dios de las pequeñas cosas', de Arundhati Roy; 'La fiesta de la insignificancia', de Kundera, 'La montaña mágica', de Thomas Mann; así como libros de relatos de Padura, Bolaño, Rafael Dieste, o bien libros basados en viajes, como 'Vagabundo en África', de Javier Reverte; 'Donde las Hurdes se llaman Cabrera', de Ramón Carnicer, o 'Donde la vieja castilla se acaba', de Avelino Hernández.

En estos momentos, Paz Brasas, a quien le gusta la sabiduría popular, “las palabras propias de cada zona”, y la preservación de las lenguas, la lengua como un medio para entenderse, “para unir, nunca para separar”, está trabajando en dos libros de relatos con un hilo conductor muy diferente para cada uno de ellos. También se ha puesto con una novela, orientada en este caso a un público juvenil.

Entrevista breve a Paz Brasas

“Me siento más viva que nunca escribiendo”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

La estantería que tengo más a mano es la que sostiene los libros de poesía. Leo poesía a diario. Leo a poetas con diferentes estilos y temas: Pessoa, José Hierro, Rosalía, Cernuda, Ángel González, Gil de Biedma, Auden, San Juan de la Cruz, Paul Éluard..., elegidos como los he nombrado, sin más criterio que el deseo del momento. También me gustan las antologías que seleccionan otros poetas, como la que hizo Antonio Colinas para Siruela, o la de Rosa Lentini para Crítica. Eso sí, regreso a cada momento a Federico Gª Lorca y a Miguel Hernández. No puedo prescindir de ellos.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Admiro muchísimo a las personas que emplean sus vacaciones trabajando como voluntarios ayudando a los más desfavorecidos, casi siempre en condiciones difíciles.

Por otra parte, he encontrado en las novelas personajes con los que me he identificado en parte y que me han servido para sentirme mejor. Me ocurrió, por ejemplo, con Sofía Montalvo, una de las protagonistas de 'Nubosidad Variable',de Carmen Martín Gaite.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Han caído en mis manos libros insoportables que he comprado tras un gran despliegue promocional, pero con cerrarlos sin terminar y dejarlos en la parte de atrás de la librería está todo arreglado.

Un rasgo que defina tu personalidad.

Buscar en el día a día, y encontrar casi siempre, algo con lo que ilusionarme y poder ilusionar a los demás.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

Empatía, generosidad. Me gustan las personas que dan una oportunidad a aquello que supone un contraste ideológico y cultural respecto a lo que vemos habitualmente.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Cada vez con más frecuencia siento que estamos arrastrados por organismos que nos 'encarrilan' la vida. Algo similar a lo que se describe en la película de 'Matrix'. Y lo malo es nos acomodamos y creemos estar bien así. Nos lo sirven todo masticado. Segmentamos tanto el tiempo para rellenarlo de actividades de ocio, o de trabajo, que no encontramos momentos para dedicar a la reflexión, a configurar nuestra personalidad crítica. Lo peor de todo es que se lo estamos inculcando a los niños, que ya casi nunca pueden jugar libremente, con amigos, porque tienen que cumplir la 'agenda' que les preparamos 'por su bien'. Los niños de hoy también sienten que 'tempus fugit', algo que, cuando nosotros éramos pequeños, no ocurría.

La profesión de político, como gestor de recursos que busca el progreso sostenible de la sociedad, podría ser una de las más bonitas. Sin embargo, se ha incrustado la hipocresía de tal manera en su quehacer que será muy difícil que recuperen el prestigio que tuvieron en su día.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Compartir las alegrías con las personas a las que quiero. Y si es tomando unos vinos, mucho mejor aún.

¿Por qué escribes?

Me siento más viva que nunca escribiendo y me gustaría pensar que quien lea mis obras puede conseguirlo también.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Sólo utilizo las redes sociales para informarme o informar de eventos relacionados con la educación, la literatura o el arte. El estilo literario, pienso, se va forjando a base de leer y escribir mucho.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

No tengo un referente concreto, pero supongo que, como le ocurre a todo escritor, lo que escribo entraña en parte aspectos formales y de enfoque percibidos en las obras que he leído a lo largo de los años, aspectos que se han ido transformando y adaptando con el trabajo personal.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Habitualmente sólo sigo blogs relacionados con mi trabajo como maestra. Es muy de agradecer la generosidad de muchas personas al compartir sus ideas así como los materiales que han elaborado.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Ya que estamos aquí, procuremos que vaya bien.

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