El escritor portugués Joaquim M.Palma regresa a la Edad Media con su libro por tierras del antiguo 'Reino de León'

Detalle de la portada de la poblicación de Joaquim M. Palma

S. Gallo / ICAL

Un libro “de magnífica redacción” y “muy original”. Son tan solo algunos de los elogios que el escritor Julio Llamazares dedica al poeta portugués Joaquim M.Palma (Vila Viçosa, 1952), que acaba de publicar su libro 'Por los caminos del reino materno. Viaje de un portugués por tierras del antiguo Reino de León', una obra editada por Rimpego y que busca cierto hermanamiento entre España y Portugal. En ella, el autor hace un recorrido por tierras que en la Edad Media formaban parte del antiguo Reino de León y que hoy corresponden a las provincias de la Alta Extremadura, Salamanca, Zamora, León y los territorios de Riba-Côa, en la actualidad portugueses.

Llamazares resalta también el conocimiento que el autor demuestra de una región que en España “la mayoría de personas ni conocen” y, acogido a las estructuras de la literatura de viaje, el autor introduce una variante que es “la brevedad de cada etapa del viaje”, donde muestra una mirada “amorosa y poética, compasiva o entusiasmada”. Para Llamazares, este libro le ha permitido reconciliarse “con una literatura que, en los últimos tiempos, se ha mercantilizado mucho al hilo de la moda y de la oportunidad”.

Fue precisamente Julio Llamazares quien, al conocer la versión lusa de esta obra, decidió remitírselo a la editorial Rimpego para su publicación en español “convencido del interés de su traducción”. El viaje se divide en tres etapas que arrancan en Alcántara –frontera de Portugal y Extremadura- y continúa por tierras de Salamanca, Zamora, León y Tras-ps-Montes –por donde el Reino de León se extendió durante algún tiempo- y finaliza en Miranda do Douro.

Maestro de Educación Primaria durante 32 años, desarrolló su actividad en Santo Tomé y Príncipe (África), la isla de Madeira y en diferentes pueblos del Alentejo, su región natal. Fue el primer traductor del mensaje del jefe indio Seattle en el año 1999 y también ha trabajado con el haiku, japonés y persa. “Es un libro delicioso, porque es literatura de viaje al estilo más clásico del término, pero con mucha sutileza y para espíritus selectos”, reconoce el editor Joaquin Alegre.

El propio autor reconoce que este viaje, que se realizó entre los años 2010 y 2011, estuvo “motivado por el deseo de concretar un sueño” que Palma tenía desde su infancia, cuando tuvo conocimiento de la existencia de un reino en el noroeste peninsular en el que nació el Reino de Portugal. En su trayecto, la ciudad de Zamora, la Real Basílica de San Isidoro de León y el paisaje del Bierzo fueron lo que le dejaron una huella imborrable en su retina.

Y el 'desapego' y cierto olvido de la historia pasada fue lo que más le llamó la atención al conocer estos territorios del antiguo Reino de León. “Me sorprendió encontrar muy pocas memorias físicas del Reino de León”, con la excepción de la Basílica de San Isidoro. “No comprendo cómo es posible la destrucción casi completa de lo que fue la capital de ese reino”, lamenta, una sensación que también tuvo en el caso de Astorga, en esta ocasión respecto a su pasado romano.

Cada nuevo capítulo está introducido por una cita a partir de la cual escribe su relato en el que el autor pone de manifiesto sentir el Reino de León “como una cosa propia”. Una de las peculiaridades de esta obra es además su carácter bilingüe, en español y portugués, dos idiomas diferenciados en cada mitad del libro y con una doble portada en colores que hacen un guiño a cada uno de los territorios –tipología verde para la versión lusa y en color magenta para el texto en español-. Además, la portada muestra un plano del Reino de León donde figura la imagen actual pero “como si fuera un viaje en el tiempo”, explica un orgulloso Joaquín Alegre.

“Cuando lo planteamos, vimos que tenía que ir así, porque este hombre quiere un cierto hermanamiento, y por eso decidimos que tenía que ir en dos idiomas”, añade el editor, quien alude a la tipografía, igualmente intentando imitar a la Edad Media, marcando el itinerario de autor pero “al tiempo dándole un tinte de viejo mapa, porque viaja por un territorio, pero también en el tiempo”, concluye.

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