Alberto Torices: “Estoy con un pie en el pasado y otro en el futuro”

Alberto Torices

Manuel Cuenya

Galardonado con el IV Premio de Novela Corta 'Fundación MonteLeón' por su obra 'Sacrificio', Alberto R. Torices es consciente de que este ha sido un espaldarazo en momentos de inseguridad, desánimo y crisis, porque “después de seis años sin lograr interesar a ningún editor, el premio de la Fundación MonteLeón ha sido una 'tabla del náufrago', ya lo creo”, asegura él, que lo agradece muchísimo, por el premio en sí mismo y porque ha supuesto su primera publicación en un sello (Gadir) de ámbito nacional y aun internacional, pues esta editorial ya distribuye fuera de España.

Aunque no reniega de la marca “autor leonés”, tampoco la siente como propia. En realidad, el narrador Alberto R. Torices recuerda que pasó su infancia en Guernica (País Vasco) y su adolescencia en internados, luego vivió en Palencia, en Logroño y en algún otro sitio. “No he desarrollado una identidad regional, pero sí podría decir que 'soy de' aquella calle junto a la ría, y de los veranos azules y amarillos en el pueblo de mis abuelos. También del lugar en el que transcurre mi presente: Valdefresno”, precisa Alberto, quien reconoce que en León hay un nutrido y nutriente caldo de cultivo que abarca todos los géneros y generaciones, y que en gran medida es fruto del buen trabajo que hicieron predecesores. “Yo mismo soy receptor de ese impulso, gracias al magisterio de Ángel García Aller, que a su vez lo recibió de otros como González de Lama. Y aunque vivo un tanto aislado, agradezco sentir que formo parte de este borboteante caldo, de esta carrera de relevos, junto a tantos buenos amigos. Puedo decir que mi soledad, elegida, se siente muy bien acompañada”, señala este autor, que ha formado parte del Club Leteo, después de que asistiera a alguno de sus actos, allá por el 2002. Si bien Alberto ya había publicado algunos cuentos por aquella época, buscaba oportunidades, que encontraría en Rafael Saravia y Nacho Abad, quienes le propusieron que arrancara, con su ópera prima titulada 'Yo, el monstruo', una colección de narrativa. Y a partir de ese momento, el Club Leteo le brindó, en su opinión, un estimulante proyecto colectivo al que sumarse, un impagable grupo de amigos y muchas oportunidades de aprender y desarrollarse, humana y literariamente. “En lo relativo al proyecto común, esta etapa ha terminado, con un balance de resultados del que me siento muy orgulloso –matiza-. Puntualmente, nos reúnen nuevos proyectos, pero sobre todo la amistad. O más que eso: Rafa, Nacho, Yago, Sergio o Miguel, entre otros, siguen siendo hoy mis hermanos”.

No he desarrollado una identidad regional, pero sí podría decir que 'soy de' aquella calle junto a la ría, y de los veranos azules y amarillos en el pueblo de mis abuelos. También del lugar en el que transcurre mi presente: Valdefresno

Si bien comenzó escribiendo relatos cortos, “que con el tiempo fueron siendo cada vez menos cortos”, ahora escribe novelas porque es, según él, lo que sale de dentro. En cualquier caso, confiesa con sinceridad que no sabe cómo deben escribirse los cuentos para que gusten o interesen. A él lo que de verdad le interesa es tocar hueso y, en la medida de lo posible, no repetir fórmulas, ni propias ni ajenas. En este sentido, no cree en los dictados habituales de los cuentos con «economía verbal» y un «final sorprendente».

La escritura creativa como forma de autoconocimiento y/o evasión de la realidad

De lo que sí está convencido, el autor del libro de relatos 'Los sueños apócrifos', es de que la escritura creativa puede servir como una forma de autoconocimiento, como un modo de evasión de la realidad, o bien como ambas, “depende del nivel de desarrollo personal (emocional) al que llegue el individuo que hay detrás del escritor”, aclara Alberto, el cual desearía que su desarrollo personal y la calidad artística de su trabajo tuvieran una evolución progresiva y paralela. Una utopía, en definitiva, porque sospecha que esto no es así. “Triste, paradójicamente, puedes desarrollarte como escritor y permanecer estancado, atrofiado como ser humano. En estos casos, yo creo que una escritura hermosa puede ser una forma muy eficaz, socialmente aplaudida, de ocultar (se) grandes carencias personales”, apostilla el autor de 'Sacrificio', que también comenzó siendo un relato corto para finalmente convertirse en una novela. Una novela autobiográfica como lo es, en palabras de su creador, toda ficción, abierta o veladamente, en capas más o menos profundas. “Es, digámoslo así, una 'metáfora en marcha' de las vivencias personales sumergidas en esa trama, disfrazadas en esos personajes”, especifica Alberto, cuya escritura le supuso un intento de exorcismo de cierto demonio que le atormentaba. La escritura, una vez más, como catarsis, incluso como una suerte de terapia. “Me parece que todo autor espera que sus ficciones cumplan este terapéutico papel, con mejores o peores resultados”, añade Alberto, que siente debilidad por los personajes femeninos, secundarios, de esta historia, que son las madres de los protagonistas: un chico que lleva una vida anodina hasta que conoce a una chica que lo trastoca.

Triste, paradójicamente, puedes desarrollarte como escritor y permanecer estancado, atrofiado como ser humano. En estos casos, yo creo que una escritura hermosa puede ser una forma muy eficaz, socialmente aplaudida, de ocultar (se) grandes carencias personales

Escritores como Carlos Fuentes, James Joyce o Schnitlzer, junto a otros como Faulkner, Kafka o Proust, representan para Alberto una etapa muy intensa y activa de su aprendizaje literario, “un tiempo en el que el gozo y el ansia de leer iba de la mano de una acuciante necesidad de descubrir las técnicas y recursos narrativos, y ejercitarme en ellos”.

De Fuentes recuerda ese relato titulado 'Aura', un ejercicio de virtuosismo y delicadeza que lo deslumbró, así como 'Cantar de ciegos', un libro de cuentos en el que vio la materialización magistral de lo que Alberto perseguía en el ámbito de la creación literaria; por su parte Joyce lo atrajo como sensible y profundo creador de 'Dublineses', un libro de relatos que sigue estando hoy entre sus obras de referencia, “por su elegancia y por su honda humanidad”; en el 'Relato soñado' de Schnitzler, así como en la pieza teatral 'La ronda', vio también esa lograda combinación de inquietud en lo técnico y sensibilidad en lo moral, a la que sigue aspirando.

En la actualidad, disfruta, desde hace un año, de su primer trabajo literario remunerado, como maquetador de Eolas Ediciones. “Es una gran suerte que he tenido y que agradezco cada día”. Y respecto a su obra literaria, cree que está en un momento de indefinición que espera que termine pronto: “intento aliviar el cajón de los manuscritos porque lo tengo lleno (en serio: ya no cierra), y me sigue esperando un largo esbozo de novela en proyecto, que abandoné cuando se me llevó por delante la crisis de los cuarenta. En otras palabras, con un pie en el pasado y otro en el futuro. Confío en no tardar mucho en instalarme en el presente”, concluye.

Entrevista breve a Alberto R. Torices

“Mi aproximación a la escritura es siempre un gesto agónico”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

¿'La montaña mágica'? ¿'El doctor Zhivago'? ¿'El maestro y margarita'? Cualquiera de esos y unos cuantos más.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Los atormentados héroes de Graham Greene, los delirantes chalados de J. G. Ballard, las mujeres admirables de Capote...

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Se me ocurren varios títulos de esa enojosa lista que forman las Grandes Obras de la Literatura Universal, pero no hay por qué andar molestando a nadie.

Un rasgo que defina tu personalidad.

La inseguridad.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La amabilidad, por lo anterior.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

La política: desconfianza y decepción, a menudo asco. La sociedad: lástima, incomprensión, cabreo.

¿Qué es lo que más te divierte en esta vida?

Mi amigo Nacho Abad, cuando hablamos por teléfono. Debería llamarle más...

¿Por qué escribes?

Mi aproximación a la escritura es siempre un gesto agónico: la mano que se estira hacia la rama mientras te vas hundiendo.

¿Crees que las redes sociales, facebook o twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

No sé si tiene que ver pero la pregunta me recuerda a cierto personaje de Graham Greene, hombre infiel, atormentado y pecador, que se arrodilla ante la figura de Cristo crucificado y descubre esta verdad: no es elegante sufrir en público, hacer ostentación del propio dolor es una fea costumbre, una vulgaridad.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Las de todos: la infancia, mis miedos y carencias, lo que no sé y podría llegar a descubrir. ¿Escribimos para saber o para seguir ignorando?

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Colaboré en el blog colectivo del Club Leteo y de ahí salieron 'Los sueños apócrifos'. Luego tuve dos particulares: 'Segunda persona', que era un diario esquizofrénico y amargo, y 'Ángulo de penetración', más amable y romántico-canalla. Creo que es una buena herramienta literaria, sí, sobre todo si bloqueas los comentarios. Ahora no sigo ningún blog, pero fui devoto de algunos como 'Imbécil y desnudo', 'Atadita a la cama' o 'Ternura porno'.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Sirva esta de la adorable Hayashi Fumiko: «Quiero estar tranquila y escribir novelas y poemas».

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