'La movida modernosa. Crónica de una imbecilidad política'

La vida moderna

Manuel Cuenya

Acabo de leer con agrado, incluso con sonrisas y risas, el nuevo libro del escritor y periodista José Luis Moreno-Ruiz, autor de libros como 'Lentas nubes que dan sueño', que estuvo en las Tardes Literarias de Bembibre el pasado mes de junio, donde nos adelantó unos capítulos de su obra 'La movida modernosa. Crónica de una imbecilidad política'.

Moreno-Ruiz se despacha a gusto y gana con la llamada movida madrileña, que para él, quien la viviera desde dentro, no fue más que una carnavalada, “un globo sonda hecho con un condón usado”, como definiera Fernando Poblet “aquella cosa”, que “impregnaba todo, corrompiendo la vida política en general y la vida cultural en particular”. Cabe señalar que Poblet fue un afamado periodista y escritor de Gijón, que compartiera espacio radiofónico en RNE con Manolo Ferreras y Moreno-Ruiz.

Aparte de sus traducciones y colaboraciones con revistas históricas como 'Ajoblanco', 'El viejo topo' o 'Interviú', donde ejerciera como jefe de edición, José Luis Moreno-Ruiz (no confundir con el señor de los muñecos) es conocido sobre todo por su programa 'Rosa de Sanatorio', que uno escuchaba con devoción a finales de los ochenta en Radio 3 (RNE). Inolvidable, pues me sirvió como auténtica Universidad de la Experiencia en una época en la que cursaba, por lo demás, estudios universitarios en la Vetusta clarinesca. En aquel programa escuchaba la música vocal y para piano de Carles Santos y a Philip Glass entre otros, además de poemas de Luis Buñuel o César Vallejo. Qué tiempos aquellos. ¡Juventud, divino tesoro! Porque en la infancia (la única matria verdadera) y en la adolescencia se vive, luego, entrados en edad adulta, ya sólo sobrevivimos, como nos recordara asimismo el poeta de origen astorgano Leopoldo María Panero en aquella película intitulada 'El desencanto'. Por cierto, en este libro de la movida también su autor cita a Felicidad Blanch y a Leopoldo María Panero. Y habla (bien) del escritor lacianiego y académico de la lengua Luis Mateo Díez y del fotógrafo leonés García-Alix.

También rescata de todo aquel meollo movidero, de aquella 'nadería posmodernosa', a grupos como Leño o Burning, a quienes considera que estaban antes y al margen de todo este cachondeo, que al parecer sólo sirviera para correrse buenas juergas. O bien a los gallegos Siniestro Total, Antón Reixa y su banda, y aun al grupo asturiano Ilegales.

Moreno-Ruiz, con un estilo audaz, rico en expresiones y términos, en ocasiones de origen hispanoamericano, siempre impregnado de humor, arremete contra la movida madrileña, no dejando títere con cabeza: Felipe González (“pura transustanciación de la eternidad y de la etnicidad española en el consciente diario –nada imaginario- de la involución de las especies patrias”), Tierno Galván (“su mayor aportación culta fue llamar en un bando municipal, 'pelotón elástico” al balón de fútbol“), Aznar (”el novio muñequito que corona las tartas de las bodas horteras“)... toda una galería de personajes y personajillos del mundo político, artístico, periodístico..., en su mayoría mediocres, una progresía que compadreó con el antiguo régimen, pues se trataba de ”un sistema, y un antisistema, profundamente corrompidos por el autoritarismo“. Y en este sentido ”la movida oficial madrileña fue manejada desde el Ayuntamiento de Madrid y los ministerios del Gobierno sociata... un magnífico negocio dinerario subvencionado, ¡ay!, con dineros públicos. Y hasta púbicos“.

“Divertido, irónico, capaz de reírse de sí mismo con total naturalidad”, escribe Luz Elez-Villarroel (conocida en los ochenta por su programa radiofónico 'Caminando sobre la luna') en el epílogo de este libro a propósito de José Luis Moreno-Ruiz, quien le arrea estopa a gentes tan encumbradas como Almodóvar (que en verdad fue elevado a los cielos, cuando cineastas como Fernando Trueba o Víctor Erice, por poner nomás un par de ejemplos, son muy superiores). “A Almodóvar los Óscar recibidos en Hollywood no le han quitado un ápice de la pinta como de Olga Guillot-Lola Flores-coronel Gadafi que tiene”. Y añade: “Los del mundo del cine en España son, por lo general, además de imbéciles de libro, imbéciles noseológicos y peligrosos (también para el bolsillo del contribuyente, insaciables que son de subvenciones y canonjías varias)”.

Nada subversiva, ni rompedora, antes al contrario, en aquellos años de la movida se fundó “la domesticación de los artistas (?) para el mejor servicio al poder político que ponía los cuartos”. De modo que “el pesebrismo actual hunde sus fuertes raíces en el 'humus feraz'... de aquel pasado de relumbrón cuyo recuerdo y celebración hace buenos a los que no lo son”, nos cuenta el escritor navarro Miguel Sánchez-Ostiz en el prólogo, al que le sigue el prefacio del músico y poeta Javier Corcobado (con quien Moreno-Ruiz colaborara en algún disco), quien califica la “Movida” como ñoña, insustancial y fraudulenta.

Y para finalizar esta reseña, sólo me queda felicitar a José Luis Moreno-Ruiz por su valentía y su capacidad para mostrarnos una Eppañía (con eñe de coña) que sufriera, también en los 'gloriosos' años ochenta, el paro (seguimos en crisis), el sida, la heroína o la intoxicación por el consumo de aceite de colza... Vaya panorama en este Madrid, “que ni las ratas pueden vivir” (Rosendo) convertido en un basurero, en opinión de Moreno-Ruiz, “la capital más sucia, fea e incómoda de Europa, más aún desde que la gobierna el PP”.

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