Carol Bret: “Creo que el teatro es la más completa de todas las artes, la cúspide de la expresividad humana”

Carol Bret

Manuel Cuenya

Primera letanía fondona

...Tantas palabras gastadas

para no decir apenas nada

y tantos suspiros regalados al aire

para que mañana vuelvan a llorar

los de siempre...

(Carol Bret, 'Al fondo del vaso)

Filóloga de formación, profesora de Lengua y Literatura de profesión, poeta de vocación, Carol Bret, que tiene nombre de actriz de cine, “que nació con nombre de artista de jazz”, como dice la escritora Patricia Mateo, comienza a escribir sus primeros versos con once años, encontrando en la Literatura su templo y refugio, su bálsamo de Fierabrás, su jardín privado, su mismidad, en una época, sobre todo en su adolescencia, que fue muy difícil para ella por diversos motivos, asegura.

En este sentido, cree que la escritura, como cualquier otro medio de expresión, creación y pensamiento, puede tener prácticamente cualquier utilidad que queramos darle: “refugio, huida, desahogo, venganza (como dicen que era el caso de Flaubert), reflexión... Y sí, cualquiera de estas funciones actúa como una terapia que reconforta, ayuda y acompaña. Además, los únicos efectos secundarios que trae consigo son sentirse más pleno, más humano, y comprenderse mejor a uno mismo y a los demás. Pero solo si se hace con honradez, claro. Si no, también puede ser una pantomima, un burdo engaño”, se expresa con rotundidad, mientras recuerda haber llorado de emoción con unos versos de Lope de Vega cuando tenía doce años, aunque antes ya había garrapateado –apostilla– algunos versos medio febriles, muy inocentes, “pero aquel día fue como si me hubiesen lacerado la piel con un hierro candente. Esa marca no se me borra”, precisa esta creadora y lectora voraz, que dice haber construido su biografía en torno a los libros, sin dejar de ser una chica entusiasta y alegre.

Cabe destacar que entre sus lecturas favoritas figuran obras como 'La insoportable levedad del ser', 'El lobo estepario' o 'Así habló Zaratustra'. En realidad, Carol muestra su preferencia por los clásicos en detrimento de los contemporáneos, aunque hay un escritor al que admira enormemente, y ese es Julio Llamazares, “que además resulta que nació en un pueblín de León”, apostilla. “Encuentro en su literatura un trasfondo ético que echo en falta en muchos otros autores. Creo que Llamazares tiene una gran sensibilidad para percibir todo lo humano desde la sencillez y la honradez. Me aburren mucho los grandes egos que encuentro en el mundo del arte en general. Y él, hasta donde puedo intuir, me parece todo lo contrario”.

A los catorce años, se aficionó al teatro llegando a matricularse en un instituto en el que impartían esta materia. “En el instituto tuve oportunidades estupendas. No sólo en la clase de teatro con Cruz Vega, también en la literatura, con el profesor Cabezas, que leyó algunos de mis poemas de entonces y me animó mucho a seguir escribiendo. Tampoco olvidaré el día que me anunciaron que había ganado un concurso de relatos comarcal”, rememora Carol, cuya pasión por el teatro la llevó a escribir y dirigir una obra teatral titulada 'La vida como quimera', que se representaría en varias ocasiones en Ponferrada, su ciudad natal, el lugar en el que vive la mayoría de las personas que ama: su familia, que es muy extensa y su pandilla de adolescencia, con la que sigue reuniéndose en vacaciones.

También por esa época en el Bierzo (su origen, su raíz) se integra en la compañía Skené, estrenándose como actriz en el teatro Bergidum con dos obras: 'La cantante calva', de Ionesco, y 'La rosa de papel', de Valle-Inclán. “Pude subirme al escenario bien jovencina y ganar mi primer –y muy modesto salario– con la recaudación de taquilla. Tenía 16 años y no lo olvidaré nunca”, aclara.

Además, en la capital del Bierzo recuerda que tuvo oportunidades maravillosas para aprender teatro con grandes profesionales que visitaban el teatro Bergidum, como Esperanza Abad, Paco, el genial clown, o Yociel Marrero.

En el instituto tuve oportunidades estupendas. No sólo en la clase de teatro con Cruz Vega, también en la literatura, con el profesor Cabezas, que leyó algunos de mis poemas de entonces y me animó mucho a seguir escribiendo. Tampoco olvidaré el día que me anunciaron que había ganado un concurso de relatos comarcal

Cuenta que el teatro es una profunda emoción, “algo que me conmueve de parte a parte, algo físico”. Y que el olor del teatro, el sonido de las tablas del escenario... es como un hogar perdido al que siempre quiere volver. “Yo quería ser actriz. En esta frase, hay un hondo pesar. Porque quería, pero no lo fui. Pero claro, también quería ser profesora, y sí lo soy. Supongo que todo en esta vida no se puede tener. Pero... cada vez que entro en un teatro se me llenan los ojos de lágrimas, especialmente en el Bergidum de Ponferrada. Es un lugar muy especial para mí”.

El arte dramático es, en su opinión, magia pura, la magia de la palabra, la imagen, el gesto... “la voz, tan poderosa, los gestos de los actores, el estar sobre el escenario perdida de ti misma totalmente, siendo una otra enigmática y a la vez conocida, a la que ofreces tu cuerpo para que exprese a través de él toda su humanidad de personaje. Y los ensayos, en los que compartes una intimidad, un comadreo y una pasión con las demás personas que integran la obra que de algún modo quedáis unidas para siempre... Creo que es la más completa de todas las artes, la cúspide de la expresividad humana”.

Una vez finalizados sus estudios de Bachiller, comenzó su andadura radiofónica con el programa 'El último baile', donde se emitían textos suyos y ajenos, lo que le permitiría posteriormente dar una serie de recitales poéticos acompañada a la guitarra por su amigo, “el excelente músico y pintor, Jorge Solana”.

Con dieciocho años se trasladó a Santiago de Compostela, donde comenzó sus estudios de Filología Hispánica. Y en esta ciudad gallega continúa con el teatro, colaborando con el grupo universitario Fatuati, que estrenara la obra 'Golpe a Dante'. Asimismo, organiza recitales poéticos en el Café A Conga y, junto con la poeta Andrea Nunes y la performer Laura Sañudo, realiza diferentes encuentros de poesía, micros abiertos y recitales en el mítico local de la zona vieja compostelana O Miúdo. También dirige el programa 'Causa perdida', esta vez desde las ondas libertarias de la radio pirata 'A Kalimera'.

Un proceso de aprendizaje intenso

En 2009 publica su ópera prima 'Al fondo del vaso' con la editorial Hontanar. La escritura y la publicación de este poemario era, a su juicio, algo que tenía que hacer. “Necesitaba pasar por la experiencia de publicar. Ver cómo funcionaba aquello. Pero creo que me equivoqué al seleccionar el contenido. Quizás debería de haber sido más conservadora entonces. 'Al fondo del vaso' resultó ser demasiada metralla para el público que lo leyó. Demasiada osadía. La gente me decía que no lo entendía, que era un libro muy raro. Es verdad. Pero creo que a muchos les pasó algo muy interesante con la experiencia de la lectura, y es que días más tarde de haberlo leído les venían sentencias del libro a la memoria y de pronto cobraban un sentido hondo para ellos que no habían percibido al principio. También hay quien me ha dicho que en la primera lectura quedó ciertamente desconcertado, pero que cada vez que lo retoma se sorprende más y más y descubre cosas que antes no había visto en él. Elijo quedarme con estas bonitas experiencias. Para mí fue un proceso de aprendizaje muy intenso”.

“El suyo es un empeño –se podría decir que erótico– por quitarle el traje desgastado a las palabras. Las desnuda y se convierten entonces en imanes de una realidad que no siempre vemos, que no siempre queremos ver. Entonces llega la emoción, la sorpresa de la sonrisa y los pentagramas que esperaban llenarse de palabras”, escribe Patricia Mateo a propósito de 'Al fondo del vaso', de Carol Bret.

Sostiene Carol que a la hora de escribir intenta encontrar –para bien o para mal– una voz propia, un lenguaje personal que refleje su visión de la realidad. “Obviamente, esto es muy difícil de conseguir. Pero escribir imitando unos modelos sería absurdo. Si ya tenemos el original, ¿para qué queremos la copia?”.

A partir de 2009 y hasta la época actual colabora con el programa cultural 'O Sombreiro de Merlín', de Alicia López, en Radio Obradoiro, con una sección propia: 'A Fenda' ('La Grieta'). A Fenda reivindica, según ella, a esas poetas que la historia dejó a un lado injustamente por el mero hecho de ser mujeres.

Carol, aunque se siente a gusto en Compostela, donde trabaja como profesora de Lengua y Literatura en Educación Secundaria, confiesa que hecho de vivir fuera desde hace ya tantos años ha dejado en ella un poso de melancolía, como de desarraigo, de orfandad. “En mi poema 'El apátrida' hablo de esa sensación de no pertenecer a ningún lugar: 'en medio del mundo, desmundado'”.

Siempre inquieta, cuando finaliza sus estudios de Filología Hispánica continúa estudiando Filología Inglesa, trasladándose a Escocia, donde termina el último curso en la Universidad de Aberdeen.

De vuelta a Santiago de Compostela realiza los cursos de doctorado en crítica literaria a la vez que estudia teoría psicoanalítica durante cuatro años con el Grupo de Estudios Psicoanalíticos de Galicia.

Desengañada del enfoque posmodernista de sus estudios de doctorado –matiza ella–, vira rumbo hacia la filosofía y matricula su tesis en el Departamento de Filosofía Política de la UNED. Su tema de investigación es la obra –tanto literaria como filosófica– de William Godwin, “figura imprescindible de la Ilustración inglesa, más conocido por haber escrito lo que se considera el primer manifiesto anarquista”.

Yo quería ser actriz. En esta frase, hay un hondo pesar. Porque quería, pero no lo fui. Pero claro, también quería ser profesora, y sí lo soy. Supongo que todo en esta vida no se puede tener.

Aparte de poeta, a Carol, ya siendo pequeña, le apasionaba jugar a ser profesora de literatura. Y cree que quien ama aprender también ama enseñar porque “son las dos caras de una misma moneda”, especifica ella, a quien los libros siempre le han ayudado mucho y lo siguen haciendo ahora “en los momentos duros que a todos nos depara la vida”. Por eso quiere que sus alumnos adolescentes tengan también acceso a esa 'barca de salvación', “a esos buenos amigos que son los libros y que están al alcance de todos en cualquier momento. Cuando hablo de los libros, incluyo también el teatro, por supuesto, que además tiene la ventaja de ser una herramienta didáctica muy poderosa”.

Carol, poeta suelta y resuelta, con cierto descaro controlado, con un humor que no se dispara a lo loco, como ella diría de sí misma, confiesa que tiene diez poemarios inéditos pero de momento no desea publicarlos... “Igual algún día me pongo a publicar todo este material. Pero ahora mismo no tengo ganas. Soy más feliz detrás de las bambalinas, con mis papeles y mis cosinas. Hay que estar muy fuerte para lanzarse al ruedo de la crítica, y yo no tengo ganas de ruido en mi vida”. Y es que esta creadora berciana vive la poesía como algo íntimo, casi privado, y aunque de vez en cuando publica alguno de sus textos en su página de Facebook, no considera que la Red sea el medio apropiado para la poesía, al menos para la suya: “Mi poesía, la que ahora me interesa, debe leerse a solas y en silencio. Sin prisa. Sin banners por todas partes, sin notificaciones saltando a cada instante. La poeta Concha Zardoya decía que la poesía es lo que hay de íntimo en todo y, como ella, esa intimidad es lo que yo busco. Obviamente, las redes sociales son la antítesis de la intimidad.”

En todo caso, Carol Bret ha procurado siempre mantenerse alejada del 'establishment', que le repele tanto ética como estéticamente. Así que para verla recitar hay que adentrarse en casas okupas o centros culturales auto-gestionados.

Con el mismo espíritu sigue atendiendo a su pasión teatral en el grupo de Teatro de la Oprimida, As CenTolas, que le permite aunar interpretación, activismo social y educación para la igualdad.

Ahora está escribiendo otros tres poemarios a la vez. “Cada uno muy distinto del otro. Dos de ellos en gallego y el tercero en castellano”. También continúa con sus anotaciones para diversos proyectos narrativos, “de muy dudosa concreción...”, concluye.

Primer filosofema o El apátrida

...Su madre era una mancha en la nieve

y su otra madre una gota de leche.

Dicen que tenía un corazón en cada retina

y que lloraba sangre...

(Carol Bret, 'Al fondo del vaso)

Entrevista breve a Carol Bret

“Me siento bastante desmundada”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'La insoportable levedad del ser'.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Te diré que Jane Eyre, creada por Charlotte Brontë. Es un personaje que recoge todas las virtudes que valoro en las personas: nobleza, bondad, tesón, paciencia, humildad... Y una enorme capacidad de amar y perdonar.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Mandeville y su 'Fábula de las abejas'. Aunque hay fragmentos en la obra de Malthus que también me repelen bastante. Ambos autores se leen muy bien, pero lo que dicen me parece muy mal.

Un rasgo que defina tu personalidad.

La curiosidad. Me gustaría saber de todo. No hay ningún ámbito del conocimiento que no me interese.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La bondad, sin duda alguna.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

La política es un engaño, una pantomima, un negocio disfrazado de buenas intenciones. Y la sociedad es el cliente que compra ese producto una y otra vez, aunque cada vez se lo crea menos.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Caminar.

¿Por qué escribes?

Porque cuando escribo me siento yo misma. No hay ninguna otra actividad que me conecte tan directamente con esa cosa que soy.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Al contrario, creo que lo atrofian. Ver cómo algunos artistas que conozco se lamentan del número de likes que reciben sus obras me da mucha pena: creo que los aleja de lo que de verdad importa en el arte.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Siempre me han gustado las obras singulares, que muestran una voz narrativa o un yo poético fuerte, valiente, independiente. Supongo que eso trato yo también de conseguir: contundencia, seguridad. Aunque soy consciente de que rara vez lo consigo, porque no debe ser impostado, sino real, y yo soy gran amiga de la duda.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Durante años escribí semanalmente un blog, 'Utopía', pero últimamente he comprendido que, aparte de ser un ejercicio de entretenimiento, no me estaba aportando gran cosa.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

El mundo es un concepto demasiado complejo para poder encajarlo en una sola frase. Pero te diré una cita de Zizek que me leyó mi compañero hace un momento precisamente y que me parece muy acertada: “vivimos en un universo sin mundo”. Yo también tengo esa sensación de que cada vez queda menos de eso que solemos llamar “mundo”. Me siento bastante “desmundada”.

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