Benito González: “Mentalmente, he sido y sigo siendo un campesino y eso decide tu forma de ser y de pensar”

Benito González González. Foto: Manuel Cuenya

Manuel Cuenya

El investigador y narrador Benito González, autor de 'Rodanillo, un pueblo del Bierzo Alto' y 'La Villa de Losada, su historia y sus gentes' está ahora con proyectos, “pequeñas historias cercanas que se sienten y emocionan”, que espera que vean la luz, ya sea en 'Bembibre digital' o bien en la revista 'Losada'

Persona culta, con una excelente formación, y buen conversador, Benito González es, además de economista de profesión, un narrador e investigador del Alto Bierzo, en concreto de la población de Rodanillo, perteneciente al municipio de Bembibre.

“Elegí la carrera de Económicas casi por exclusión, porque era la que menos conocimientos matemáticos exigía, sobre todo para una persona de formación netamente humanista como es mi caso”.

Charlar con él al amor y calor de un buen plato y un vaso de vino resulta no sólo ameno sino estimulante e instructivo.

Benito ha escrito y publicado, aparte de diversos artículos y relatos sobre el Bierzo, dos libros imprescindibles -al menos para quienes son de la zona, o bien deseen conocerla-, sobre su pueblo natal y Losada, el pueblo vecino.

Supe de la existencia de Benito precisamente a través de la revista 'Losada', que dirige el articulista, poeta y editor Xuasús González, porque en esta publicación se pueden encontrar y leer algunos de los artículos que ha escrito este autor berciano, que vive desde hace muchos años en Madrid. Algo que no nos sorprende, habida cuenta de que son muchos los leoneses y leonesas que se han ido fuera de su tierra.

Cuánto capital humano lejos de su tierra, aunque, por fortuna, una gran parte de escritores, aun viviendo en otros lugares, siguen manteniendo contacto estrecho con sus lugares de origen y por supuesto escribiendo sobre los mismos, lo cual se agradece.

“Nacer en el medio rural te apega no sólo a un poblado y a unas personas sino también a un paisaje, en el que vives gran parte de tu tiempo en las faenas agrícolas, habituales para los niños de aquel tiempo. Yo recuerdo con una inmensa nostalgia los ratos que, solo o en compañía de otros niños, pasaba en los prados, a veces muy alejados del poblado, cuidando las vacas. Mentalmente, he sido y sigo siendo un campesino y eso decide tu forma de ser y de pensar”, recuerda Benito, cuya vocación por la escritura se remonta a su época escolar, en la que llegó a publicar no sólo relatos sino poemas en una revista, que editaba el colegio en que estudiaba, “como he seguido haciendo recientemente en otras revistas”, precisa él, que no se considera escritor aunque haya publicado dos volúmenes.

Elegí la carrera de Económicas casi por exclusión, porque era la que menos conocimientos matemáticos exigía, sobre todo para una persona de formación netamente humanista como es mi caso.

En cuanto a su vocación o inclinación por la investigación, cuenta que ya estaba latente y surgió anecdóticamente, “casi por casualidad”, porque su libro de Rodanillo “comienza a raíz de una visita que hice al archivo histórico provincial de León por asuntos personales; por necesidad tuve que hablar con la directora a la que de pasada le comenté que no creía que en el archivo hubiera nada sobre Rodanillo. Al rato vino a mi mesa con un censo de Floridablanca, donde constaban los habitantes de mi pueblo, su número, oficios, edad, etc. Ese documento hizo aflorar la ilusión por conocer y transmitir a mis vecinos la historia de nuestro pueblo rescatando de éste y de otros archivos las numerosas e interesantes historias que se esconden en sus legajos. Fueron unos años de trabajo apasionantes”.

A continuación llegaría su libro sobre Losada, sobre el que el investigador, profesor e historiador Manuel Olano llegó a decir que “está escrito con rigor, solvencia y maestría”, lo cual entusiasma a su autor: “con independencia de los inmerecidos elogios vertidos”, Benito cree que Olano ha hecho observaciones muy atinadas, “fruto, sin duda, de una detenida lectura del libro”.

En todo caso, ambas obras, tanto la dedicada a su pueblo como la del pueblo colindante, son historias completas, “tanto en el tiempo como en los temas tratados”. Son libros escritos con precisión, sustentados en su mayor parte en documentos originales e inéditos, “como se manifiesta en las numerosas notas a pie de página”.

Además de estos dos tomos, Benito ha escrito y publicado artículos acerca de pueblos del Bierzo Alto como Cobrana o San Román de Bembibre, entre otros, algunos de los cuales figuran en la revista 'Losada', “un proyecto de mucho mérito, pues iniciar y mantener una revista sólo es posible a costa de mucha ilusión y mucho esfuerzo personal”. Se alegra de que sus textos son bien recibidos por los vecinos de los pueblos, a quienes van dirigidos fundamentalmente, “que se ven sorprendidos por la existencia de cosas tan antiguas y, a veces, tan curiosas sobre sus pueblos”.

Aunque vive en la capital del Reino, Benito vive de cerca lo que se hace en la provincia de León. Y suele viajar con cierta frecuencia a su pueblo y aun a la ciudad de León, de donde es originaria su mujer. “Para mí León es el Bierzo y, últimamente, también León capital, como ciudad llena de arte y de cultura, a la que voy conociendo en detalle personalmente y a través de algunos foros de Facebook”.

Territorios imaginarios o reales en la literatura leonesa

La revista 'Losada' es un proyecto de mucho mérito, pues iniciar y mantener una revista sólo es posible a costa de mucha ilusión y mucho esfuerzo personal

Respecto al ámbito estrictamente literario, confiesa que se ha quedado en esa generación tan fecunda de escritores nacidos en el breve período que va de 1926 (Josefina Aldecoa) a 1955 (Julio Llamazares), haciendo especial hincapié en 'La lluvia amarilla', como uno de sus libros preferidos. Una obra de cabecera, esencial –me atrevería a decir– para una gran parte de personas que nos dedicamos al mundo de las letras.

“De los escritores actuales, por afinidad geográfica o relación personal sigo tus publicaciones, las de Valentín Carrera, Juan Carlos Mestre, Manuel Olano Pastor, Casimiro Martinferre, escritores todos bercianos como ves. También estoy atento a otras publicaciones sobre la provincia, pero más por los temas que por los autores”, matiza, convencido de que la provincia de León, a resultas de los filandones y su magisterio, “son un buen caldo de cultivo para el nacimiento de buenos escritores, qué duda cabe”. Aunque también puede influir, aunque no sea decisivo –en su opinión–, el hecho de que la mayoría de nuestros escritores vivan fuera de León y la escritura sea un modo de permanecer o regresar al valle o a la montaña que los vio nacer. “De hecho, muchos sitúan sus novelas, algunas, en el paisaje leonés: Celama, Vegamián, Sabero, Villablino, Cacabelos, territorios imaginarios o reales, familiares a ellos. Es un dato a vuelapluma”, sostiene Benito González, entre cuyas lecturas, que siempre ha seleccionado mucho, yendo siempre sobre seguro, están “desde Homero, Virgilio (éste en latín) y Fray Luis de León... a Delibes, Sender, Raúl Guerra Garrido... y Julio Llamazares”, afirma este autor, quien siempre tiene en la cabeza proyectos que espera que vean la luz, ya sea en 'Bembibre digital' o bien en la revista 'Losada': “pequeñas historias cercanas que se sienten y emocionan”.

Entrevista breve a Benito González

“Yo no entiendo el mundo... Estamos aquí de paso”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

He leído varias veces el Quijote, un libro que siempre me sorprende y en el que siempre descubro cosas nuevas; y 'La Celestina', “libro a mi entender divino si encubriera más lo humano”.

Y si tuviera que elegir aquellos libros que me han dejado huella emocional, elegiría, con cierto esfuerzo -elegir es excluir-, tres: 'El camino', de Delibes; 'Réquiem por un campesino español', de Ramón J. Sender; y 'La lluvia amarilla', de Julio Llamazares“. Son libros que he releído. Y releería otros muchos, pero la vida no da para tanto.

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Creo que nadie es imprescindible en la vida pero si tuviera que votar por alguien lo haría por las personas que han dedicado la suya a los más necesitados.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

Autor o autora insoportable no tengo. Libros he abandonado tres por aburrimiento o, más probablemente, por una mala traducción: 'La historia interminable' (Michael Ende); 'En busca del tiempo perdido' (Marcel Proust); y 'El cuarteto de Alejandría' (Lawrence Durrell).

Un rasgo que defina tu personalidad.

La coherencia y la honestidad; no siempre lo he cumplido pero en mi comportamiento personal y social siempre han estado presentes mis principios religiosos y éticos y ellos han trazado mi camino.

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La bondad y la ternura; dos cualidades que suelen darse en los abuelos y que yo disfruté en mis padres.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

De la política en general y de algunos políticos en particular opino que hemos tocado fondo y que seguimos arrastrándonos por el fondo.

De la sociedad, uno con los años se va quedando descolgado y teme dar opiniones que pueden considerarse trasnochadas.

Aún así me atrevo a decir que existe una permisividad social fuera de control. Todo vale; noto ausencia de reglas sociales o individuales o principios que marquen límites.

En relación con mi infancia y adolescencia siento que se ha perdido el respeto que nosotros teníamos por los ancianos, personificados en nuestros abuelos. Coges una línea de metro frecuentada por estudiantes de la Universidad y ninguno cede el asiento a un anciano. Lo he presenciado varias veces. Yo no soy un anciano pero un día un muchacho me ofreció su asiento; le pregunté por su nacionalidad y era polaco.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Actualmente, el cultivo de mi pequeño huerto, que planté o sembré a finales del invierno y “con la primavera/de bella flor cubierto/ya muestra en esperanza el fruto cierto”. No tengo, como Fray Luis de León, una fontana pura que venga desde la cumbre airosa; pero dispongo de un reguerillo que, acoplado a un grifo, hace las veces de fontana.

Y a lo largo del verano irá abasteciendo mi mesa de sabrosos tomates, pimientos y acelgas.

¿Por qué escribes?

Algunas veces por “echar mis versos del alma”, como dicen los versos de José Martí cantados por Atahualpa Yupanqui. Es el caso del libro de Rodanillo; una vez que descubrí el filón ya no pude parar hasta la meta. Sentí que había pagado una deuda no contraída: Rodanillo tenía un libro.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Para mí Facebook es un entretenimiento, a veces un enredo, y también una forma de comunicación libre entre personas desconocidas que frecuentemente se crispa en exceso.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Mis fuentes literarias han sido los legajos de los archivos investigados que estaban esperando desde hace siglos que alguien los sacase a la luz. Algunos libros y diccionarios también he consultado.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

No soy escritor; más que con entusiasmo escribo con el propósito de aprender cosas nuevas y con la esperanza de transmitirlas y de que alguien ponga un “me gusta”.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Difícil me lo pones porque yo no entiendo el mundo. Pero voy a arriesgarme: Estamos aquí de paso.

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