Laciana recupera recuerdos 'de la leche'

Peio García / ICAL Jesús Pérez maneja la maquinaria hidráulica que hace funcionar la lechería tradicional del pueblo

S. Gallo/Ical

Después de reflexionar sobre la idea varios años y tras meses de intenso trabajo, la conocida como 'La Popular', la lechería que fue una referencia del sector lácteo en la localidad de Sosas de Laciana a principios del pasado siglo XX, ya es una realidad nuevamente. Hace apenas un mes finalizó su remodelación y ahora se ha convertido en un pequeño museo que quiere contribuir a relanzar el turismo en esta localidad de la comarca lacianiega mostrando a los visitantes el proceso de transformación de la leche en la mantequilla que luego se distribuía en toda España.

En una comarca con una economía eminentemente ganadera, Laciana estaba repleta de lecherías que obtenían, de una manera tradicional y mayoritariamente manual, un producto de tal calidad que se convirtió en referente en diversos puntos de la geografía nacional. Esta lechería, ubicada en la zona baja de Sosas, dio sus primeros pasos en 1920 y una década más tarde los vecinos se constituyeron en cooperativa, dándole el nombre de 'La Popular'.

Los vecinos llevaban hasta allí la leche que obtenían de su ganado y, una vez analizada la riqueza del producto, se determinaba el precio que se pagaba. Desde aquí se trasladaba a la cercana localidad de Villager de Laciana, donde se establecía el registro de sanidad pertinente antes de conducirla a las Mantequerías Leonesas, situadas en el número 20 de la calle Alcalá de Madrid, que gozaban de un gran prestigio entre los madrileños, una fama que extendió más allá de las fronteras de la capital de España.

Estas Mantequerías Leonesas adquirieron este nombre después de que el Banco de Vizcaya ocupara el local, en la calle Nicolás María Rivero, en el que hasta ese momento había desarrollado su actividad 'La Laceaniega' fundada por Marcelino Rubio. La mantequilla que se elaboraba en Laciana se vendía allí presentada en cajas de hojalata de diversas formas y tamaños, consiguiendo un prestigio que hizo que la empresa llegara a tener más de una treintena de establecimientos en España.

Desde que llegaba la leche a 'La Popular' el proceso consistía en tomar una muestra aportada por cada uno de los vecinos, que se introducía en un frasco con su nombre antes de llevarla a la centrifugadora. Allí se analizaba la cantidad de grasa del alimento, para determinar su precio. La centrifugadora, que funciona a una alta velocidad, permitía separar la grasa, de forma que la que contuviera mayor cantidad era la de mayor precio.

La leche pasaba luego a un bidón inferior y, caliente a unos 60 grados, se conducía a la desnatadora, donde se separaba la nata de la leche, ya desnatada, que se conoce como debura. La nata se llevaba luego a la feridera, que daba vueltas a la nata hasta que esta se convertía en mantequilla. El último paso de este proceso era el malaser, donde se procedía a estrujar la mantequilla para sacarla el suero y lavarla mediante un sistema giratorio. Según los documentos que se han localizado, por cada 15 litros de leche era posible obtener uno de mantequilla.

Todo se aprovechaba. Además de la manteca, que era lo que se llevaba a comercializar en Madrid, la debura o la leche ya desnatada la aprovechaban los ganaderos para su consumo doméstico. “La leche entera que comemos hoy es incluso más floja que lo eran en aquel momento la desnatada”, reconoce la alcaldesa de Sosas de Laciana, Albertina Álvarez.

Peio García / ICAL La alcaldesa de Sosas de Laciana, Albertina Álvarez, muestra la maquinaria hidráulica que hace funcionar la lechería tradicional del pueblo

El movimiento de toda esta maquinaria que componía el proceso de elaboración de la mantequilla era generado por el impulso del agua, y se cree que 'La Popular' es, a día de hoy, la única lechería hidráulica que se conserva en España. Es el agua el que activa toda la maquinaria y que ponía en funcionamiento un eje con varias ruedas de diferentes tamaños y con dientes de hierro y de madera que permitían el funcionamiento simultáneo, y que todavía hoy es posible apreciar en las visitas guiadas.

Era un proceso “sin coste” y que incluso podía llevarse a cabo de manera manual. Sin embargo, en el año 1968 y debido a la modernización de las explotaciones y la llegada de las ordeñadoras, entre otras maquinarias, 'La Popular' echó el cierre. “Empezaron a venir los lecheros con el camión y poco a poco se fue acabando”, reconocen en el pueblo. Precisamente, como recuerdo a lo que fue una tradición en la zona, se decidió recuperar 'La Popular' mediante la restauración de la maquinaria antigua y la limpieza y adecuación de sus muros y los techos.

Ruta y visitas guiadas

Ahora es posible visitarla y además forma parte de una ruta que recorre los diferentes atractivos del pueblo durante la mañana de los domingos. En este recorrido, de algo más de seis kilómetros y unas tres horas de duración es posible conocer una casa tsacianiega, el mirador 'La Curieta', las tumbas antropomorfas, la iglesia de San Andrés y, cómo no, la lechería que, con una visita guiada, supone el final de la ruta, que hasta el momento está teniendo buena aceptación.

Sin embargo, se espera que el número de participantes siga creciendo, teniendo en cuenta que hace apenas un mes que se ha puesto en marcha esta ruta. De hecho, el próximo 10 de agosto se celebrará la primera edición de la Fiesta de la Manteca, una jornada en la que habrá entrada libre a la lechería y en la que se han organizado numerosas actividades como presencia de artesanos, una carrera de cintas a caballo, un baile vermú con la recha de manteca típica que se va a ofrecer, bailes regionales o juegos infantiles, entre otras.

Un posible libro

La información para recuperar la vida de 'La Popular' se contó con la participación de una persona que formó parte de la lechería durante sus tres últimos años de actividad. Además, se cuenta con documentación como el acta de constitución de la cooperativa por parte de los vecinos o las hojas de registro de entrada y salida de leche que se llevaba a Villager de Laciana. Por ello, los impulsores de esta iniciativa no descartan la posibilidad de elaborar un libro, aunque advierten de que tendrá que ser “poco a poco”.

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