Un leonés sube el Kilimanjaro en madreñas
Desde luego, la capacidad de sorpresa de los leoneses es infinita. Quién se podía imaginar que unas madreñas habían servido a un babiano para subir una de la cumbres más conocidas del mundo para los alpinistas.
El pasado mes de septiembre de 2010, un grupo de cuatro montañeros: Octavio de Pinos de Babia, Rocio de Bercianos del Páramo, junto con Nacho y “El neno” de la capital de la provincia, comenzaron una aventura que culminó en el ascenso al Kilimanjaro.
Esta montaña es el punto más elevado de África, situada en el nordeste de Tanzania formada por tres volcanes inactivos: el Shira, en el oeste, de 3962 metros de altitud, el Mawenzi al este, de 5149 metros y el Kibo, el más reciente desde el punto de vista geológico, situado entre ambos y cuyo pico, el Uhuru, se eleva hasta los 5891,8 metros.
La peculiaridad de esta expedición estuvo marcada por la rareza del calzado de Octavio, un vecino de Pinos de Babia, que subió a los casi seis mil metros de la montaña más alta de África con un calzado muy especial: las madreñas.
Pablo Morán, alpinista leonés relata en su página Web de esta forma la una de las jornadas en este ascenso: “La anécdota del día la recogemos en la puerta del parque cuando Octavio, compañero y amigo leonés, sale del baño con sus madreñas preparado para comenzar a caminar, y todos los Alemanes, Ingleses y Japoneses se pusieron como locos a sacarle fotos, no se si llegará así a la cima pero desde luego el espectáculo y las risas estan aseguradas en esta expedición”.
En definitiva, un hito diferente en el que los leoneses siguen dejando huella allí po donde pasan. Amigos alpinistas no se sorprendan si se cruzan con otro amante de la montaña en madreñas. Octavio ya ha logrado otros hitos como ascender Peña Ubiña en este calzado.
Sin lugar a dudas, esta es una hazaña pintoresca, pero que para algunos significa reivindicar una forma de vida tradicional en un mundo donde el “goretex” o el “vibram” predomina, frente a la madera que es el material del que se compone la madreña leonesa. Quizás Calleja tiene un nuevo reto ante sí, utilizar los elementos tradicionales en sus aventuras.
