Carolina Rodríguez: “No sé cuánto va a durar el chollo del deporte español, aunque creo que se debe al carácter y a que trabajamos mucho”

Carolina Rodríguez gimnasia

S. Gallo / Ical

Carolina Rodríguez (León,1986) afronta la cita olímpica, casi con toda seguridad como la última de una dilatada carrera en la que ha tenido que superar muchos obstáculos, lo que han llevado a apodarla como la 'gimnasta milagro'. Aunque reconoce tener todavía “la ilusión de una niña pequeña”, cree estar hecha “de buena calidad” para haber llegado con su carrera hasta este momento, pero no oculta que ahora toca iniciar otra vida en la que la gimnasia, que le ha dado todo, seguirá formando parte de ella. Y dirá adiós con varios récords a su espalda y “en lo más alto”.

Faltan solo unos meses para los Juegos Olímpicos. ¿En esta recta final de la preparación, con qué sensaciones llega?

Es importante la preparación que llevo, porque un ciclo olímpico no son cuatro años, es una vida, y es mi motivación en el día a día. Trabajamos con mucha presión desde pequeñas, pero conseguir la madurez de una gimnasta son muchas horas y se tardan muchos años. Me siento una privilegiada porque ya he madurado como gimnasta, disfruto más de las competiciones y ahora busco calidad. Como tengo más control de mi cuerpo sé hasta dónde puedo llegar y lo voy llevando, para mí lo importante es que estoy clasificada para los Juegos, que es mi motor, si no, no estaría haciendo gimnasia.

Habla de madurez, como gimnasta y como persona. ¿Eso le permite disfrutar más del deporte?

Hay momentos en que se pasan muchas cosas por la cabeza, pero ahora disfruto de cada viaje, de cada momento, porque sé que los voy descontando con los dedos de la mano. Llevo la ilusión de una niña pequeña y a nivel personal me encuentro muy bien y eso ayuda también a lo deportivo. En un deportista influyen mucho las emociones, la calidad de vida y en estos momentos, por ambas partes, la Carolina persona y gimnasta están en un momento pletórico.

Dice que su reto era sentirse gimnasta. Después de todo lo que ha pasado en su carrera, ¿lo ha conseguido?

Si, siempre me he sentido gimnasta. Desde que vi los Juegos Olímpicos de 1996 decía que quería ser olímpica y desde ese momento creo que me he sentido gimnasta todos los días. He llevado una vida totalmente dedicada al deporte, aunque he compaginado mis estudios de Psicología, que ahora los tengo un poco aparcados, porque sé que el tren pasa solo una vez, y lo retomaré después de Río. Todos los días que me levanto es una rutina, sé que cuando no lo haga lo voy a echar de menos. Es un estilo de vida para mí, intento ser la mejor en lo que sé hacer y viajar para poder demostrar mi trabajo en un minuto y medio que dura el ejercicio.

¿Qué significa para usted la gimnasia?

Todo. Me ha dado tiempo a hacer de todo en 30 años, pero ha sido mi forma de vida, entonces tampoco sé qué hay detrás. Ahora que es mi momento de abandonar esto cuando acabe Río, descubriré qué es lo demás.

Hace cinco años su objetivo era estas en los Juegos de Londres. No solo estuvo allí, sino que va a participar en sus terceroa cita olímpica.

Es un sueño hecho realidad tres veces. Los primeros Juegos los viví de carambola, porque venía de ser una gimnasta individual, había fallecido mi hermano y en diez meses me dicen que si me incorporo al conjunto, lo veía algo surrealista. Tenía la oportunidad en bandeja y lo intenté hasta que lo conseguí. Con 18 años, un diploma olímpico y un sueño cumplido, me planteé hasta dejar el deporte, porque lo había alcanzado y me apetecía vivir otra vida. Pero sabía que no era el momento y me entró el gusanillo, así que volví, pasé muchas circunstancias malas pero volví a entrenarme en León y cuando vi que me clasifiqué entre las 24 mejores del mundo, aspiré a escalar unos puestos ya que lo vi posible y quise intentar estar en Londres. Ante un reto muy importante, apareció en León una jueza en Serbia llamada Dragana, conoció mi historia y al verme entrenar me dijo que me iba a clasificar. Salió todo como tenía que salir, hice una muy buena competición y para mí fue algo brutal, un sentimiento de saber que había hecho todo lo correcto por conseguir cumplir un sueño y lo iba a compartir con mi gente de aquí, porque estar en León a mí me ha dado la vida. Era todo tan bonito que tenía que aprovecharlo al máximo.

El último ciclo olímpico no ha sido precisamente fácil y por su cabeza ha pasado la retirada. ¿Cómo ha luchado contra esos fantasmas?

Después de los Juegos de Londres pensé en la retirada otra vez, me tenían que operar del pie y las ilusiones se fueron apagando, tenía 26 años y era como ¡ya está! Pero ese pie funcionaba a la perfección y, con lo que me había costado llegar, tiré un añito más para ver qué pasaba. Mejoré puesto mundial y esa barrera, romperla a esa edad, era muy raro. Drasanvi me comprometieron su apoyo si llegaba a Río, y aunque yo tenía en la cabeza dejarlo, cuando lo tienes todo en tu mano, aunque físicamente es muy duro, me fui reenganchando y empecé a entrenar para un objetivo, buscaba la calidad y los entrenamientos eran mucho más amenos.

Viendo esta evolución ascendente, ¿con qué objetivo llega a Río?

Solo estar en Río es ya una barbaridad, ha habido gimnastas veteranas, pero seré la primera que llegaré con 30 años a unos Juegos y para eso hay que tener mucha constancia, superar un montón de barreras, cuerpo para ello porque aunque he tenido lesiones graves he salido de todas ellas, pero de buena calidad tengo que estar hecha. Y sobre todo la ilusión por hacerlo y porque no hay mejor retirada que estar en lo más alto y si me clasifico para la final, ya sería un broche más que de oro.

Ser la gimnasta rítmica más longeva en participar en unos Juegos Olímpicos, ¿supone mayor responsabilidad o simplemente es un orgullo y un privilegio?

Es un privilegio, porque a veces me pongo en la piel de otras gimnastas y sé que soy un ejemplo, hay muchas niñas que me están mirando. Pero no lo tengo que ver así, no me puedo presionar, porque realmente no tengo que demostrarle nada a nadie y está más que demostrado. Aunque me saliera una mala competición, no mancharía la trayectoria que tengo. Me daría rabia, porque sé que probablemente es la última, pero por el hecho de estar allí tengo que intentar pasármelo bien con toda la consecuencia que lleva.

En España siempre ha habido gimnastas relevantes. En general el deporte está viviendo unos momentos de éxito. ¿A qué se debe?

La española, en general, tiene un carisma que otros no tienen. No diría por cabezonería, pero tenemos otro carisma y mucha ambición, el español no se deja ganar a las canicas, tan siquiera. Siendo un país en el que no tenemos ayudas suficientes, que salgan deportistas tan buenos, no me lo explico. No sé cuánto va a durar este chollo, pero hay un montón de deportes donde destacan los españoles, creo que va con el carácter y porque trabajamos mucho.

¿Cómo ha evolucionado la gimnasia rítmica?

En estos 15 últimos años ha habido una evolución terrible. Antes la gimnasia era más arte y limpieza, luego era una barbaridad y no daba tiempo a interpretar una música y todas hacíamos lo mismo en una gimnasia horrible y luego evolucionó y se ha retrocedido a lo que había antes. Para mi gusto es más bonita. Después de Río va a volver a cambiar ese código y la gimnasta podrá ejecutar el ejercicio y la juez puntuará como antiguamente. La gimnasia es más bonita ahora que la de hace ocho años.

Después de Río, ¿tiene decidido que será el momento de retirarse?

Creo que sí. Lo tengo más claro que nunca, ahora es cuando percibo que tengo claro que es el fin. Además es que lo necesito, no solo como alivio físico, mi cabeza me pide tener otra vida porque lo he dado todo por la gimnasia y me ha devuelto mucho, pero no me veo con motivación para continuar... ¿a por otro ciclo olímpico? Necesito una vida para mí y cambiar de cosas, de ideas, de perspectivas que no he podido hacer hasta ahora. Me dará pena, pero más que nunca veo el fin, es el momento y con un broche de oro.

¿Seguirá ligada a la gimnasia?

De alguna forma u otra voy a estar ligada. Los dos primeros años me gustaría tener la mente ocupada en otras cosas, por salud mental, pero algo ligada voy a estar.

¿Qué valores le ha aportado la gimnasia?

Soy la persona que soy gracias al deporte, que te hace aprender a fracasar y darte cuenta de que las cosas no son tan fáciles. El deporte da unos valores que no te dan otras actividades como el compañerismo, saber estar en equipo, luchar por unos objetivos... que so valores que solo puede dar el deporte. Y el sentimiento de tener a 5.000 personas aplaudiendo después de un ejercicio después de hacerlo bien o no tanto, hay que valorarlo porque es un momento bonito y te hace aprender que pese a todo lo malo, merece la pena.

Con toda su historia, ¿podemos ratificar que es una gimnasta milagro?

Hoy las niñas con las que entreno lo tienen todo hecho (tienen una máquina de hielos, el médico a su disposición... en las mejores condiciones, y hasta una tarima flotante). Mi padre me tenía que esperar una hora y media fuera de la iglesia donde entrenaba, hemos hecho todos mucho esfuerzo, yo tenía muchas trabas y no había visto un tapiz en mi vida. Me apodaron así con diez años y creo que lo seré porque he cumplido objetivos que nadie se esperaba. No me puedo quejar, porque lo que estoy viviendo es una auténtica pasada.

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