Lo que se sabe del 20 de julio en León

Equipo '7 Dias del 36'

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  • A las siete y media de la mañana el gobernador civil conversa en el Gobierno Civil con el general García Gómez-Caminero, a quien suplica que se quede en León, pero el general rehúsa el ofrecimiento y le comenta que va a partir inmediatamente en avión. Sencillamente, el general tiene que visitar escenarios que, a su entender, son prioritarios.
  • Algunos distribuidores de leche que provienen de los pueblos de alrededor (Nava, Lorenzana, Villaquilambre...) no han podido vender su mercancía en la ciudad porque se les ha requisado la mercancía por supuestos 'milicianos'.
  • Amanece en León con una convocatoria de huelga general promovida por los sindicatos. El alcalde de León, Miguel Castaño, se presenta a las instalaciones de su periódico, pero ninguno de sus obreros se ha presentado a trabajar.
  • El tren de mineros que había estado preparado para partir de León a las 6 de la tarde del día anterior se encuentra con tropas sublevadas en la provincia de Zamora y debe retroceder. Sobre las doce del mediodía llega a Ponferrada. Los militares sublevados, por tanto, ya controlan buena parte de los accesos hacia Madrid; lo que indica que es muy probable que triunfe.
  • El alcalde de Ponferrada, Juan García Arias, telefonea a Emilio Francés y le informa de que la columna minera está en su ciudad, así como de que las armas que solicitaba para dicha alcaldía se habían entregado a la Guardia Civil de Ponferrada.
  • El alcalde de Ponferrada amenaza al gobernador civil de León con dar orden de asaltar el cuartel de la Guardia Civil e incluso de bombardearlo, a lo que el gobernador civil le conminó a desistir en su idea.
  • El gobernador Civil mantiene conversación telefónica tanto con el capitán de la Guardia Civil de Ponferrada, como con el teniente de los guardias de asalto de León, Menéndez, que había acompañado a los mineros asturianos desde León.
  • Emilio Francés sigue recibiendo llamadas desde Madrid y presiones desde la casa del Pueblo ordenándole “armar al pueblo”, pero retrasa en lo posible esa decisión.
  • Emilio Francés sabe que las armerías de la ciudad pueden ser asaltadas en cualquier momento por elementos del Frente Popular. Ante la presión de los sindicatos y de los representantes del Frente Popular en León, el gobernador civil accede a que se recoja el armamento de las armerías para depositarlas en una habitación de las dependencias del Gobierno Civil.
  • Las armerías son cuatro y se requisa parte del armamento hacia las once de la mañana, pero hay algunas que posponen la entrega de armamento hasta las seis de la tarde. Entrega que no llegará a realizarse puesto que la sublevación dará comienzo un poco antes de las dos de la tarde.
  • Lorenzo Martin Marassa, Felix Sampedro y el propio Jesús González, afirman que Francés dio orden de retirar armas de las armerías Alonso (regida por Néstor Alonso) y 'La Eibarresa', (regida por Julián Muguruza), para evitar que las asaltaran presumiblemente los obreros, lo cual hicieron con una camioneta Lorenzo Martín Marassa, el afiliado comunista Jesús González Rodríguez y otros tres, junto a guardias de asalto.
  • Según un escrito oficial del Gobierno Civil, firmado por Emilio Francés dirigido a D. Néstor Alonso que dice: “Se servirá V. sin excusa ni protesta de ninguna clase entregar a los dadores de este oficio, Sres. don Mariano Giménez Eras, don Hipólito Pérez Blanco, don Lorenzo Martín Marassa y don Jesús González Rodríguez, representantes del Frente Popular y como delegados de mi autoridad, todas las armas de fuego, cortas y largas, así como la cartuchería que tiene en su poder en ese establecimiento. Asimismo, entregará también toda clase de explosivos que posea. Para su garantía, se levantará acta por triplicado que firmarán todos, quedándose V. con un ejemplar. De no cumplimentar exactamente cuanto se le ordena le pararan las responsabilidades y sanciones a que haya lugar y que impondría con la máxima severidad. León 20 de julio de 1936. El Gobernador Civil” (Y Firmado).
  • Mariano Giménez (o Jiménez, no queda claro) es tesorero provincial del Comité de Unión Republicana, Armesto presidente Provincial y Félix Sampedro local. Dice que él iba por la calle hacia su despacho el día 20, entró al Gobierno Civil a preguntar una cosa de la fiesta de Santiago, cuando encontró a Armesto con otros, y cuando ya salió le gritó Armesto por un balcón y tuvo que subir al despacho del gobernador. Le dijeron que iría como representate de Unión Republicana junto a socialistas y comunistas a la requisa de armas en las 4 armerías de la ciudad, acompañados de un oficio autorizándoles: se cumplió del todo en la armería del señor Alonso, y de la Eibarresa sólo armas, no municiones: se negó el propietario por ser hora de comer. Lo depositaron todo en una habitación del Gobierno Civil y quedó con la llave el señor Morán, delegado de Trabajo. Después se fue a casa y se enteró del alzamiento. Cree que esto se hizo para evitar que el pueblo asaltase las armerías.
  • El propietario de Eibarresa confirma que fue a las 11 de la mañana.
  • Las órdenes del gobernador civil son que la recogida de armamento y la entrega de armas a los obreros se realice bajo inventario y recibo de la mencionada entrega; pero a Emilio Francés la tensa situación se le está yendo de las manos y ya no controla y domina el acatamiento de sus órdenes.
  • Corren rumores de que obreros de León y mineros procedentes de Asturias iban a asaltar el colindante convento y colegio de los Padres Agustinos.
  • Cada vez es más presionado Emilio Francés por personas del Frente Popular en su propio despacho del gobierno civil, entre ellas el inspector de enseñanza Rafael Álvarez, el capitán Lozano y el propio presidente del Frente Popular en León, proveniente de Unión Republicana, Félix Estanislao Sampedro.
  • Hacia la una y media de la tarde el gobernador civil sale a almorzar con su secretaria del gobierno, Esperanza de las Cuevas Canillas. A pesar de los críticos momentos vividos, en ningún momento piensa que el Ejército se vaya a sublevar.
  • Antes de las dos de la tarde, cuando se confirma que el gobernador Civil ha entrado en su residencia para comer se dan las órdenes de la sublevación. Pero es cuando el segundo de la comandancia de la Guardia Civil, Luis Medina Motoro, consigue reducir y detener al teniente coronel Santiago Alonso Muñoz, que no apoya el golpe, ordena salir a sus efectivos de la Casa Cuartel de la Travesía de don Cayo (actual Capitán Cortés, perpendicular a Ordoño II donde el edificio del Banco de España) y de la Comandancia, en la calle del Cid esquina con San Isidoro, cuando la situación se decide en favor de los sublevados.
  • El ex alcalde de León, Enrique González Luaces, escribe: “La mañana del 20 la hemos pasado en comentarios, y en las terrazas viendo los preparativos. Idas y venidas de la moto de la Guardia Civil; visitas a las armerías de los capitostes del Frente Popular. Ciertamente que a los ”socialistas se les veía poco o nada“. Enorme expectación y gran movimiento a la hora de los trenes de gente que venía deprisa, y con la mirada torva; huelga general en todos los talleres; alocuciones por la radio... Ciertamente un episodio ocurre que en aquel momento no le doy importancia, pero ya después me di cuenta que aquello era o un reto o una amenaza; no lo sé. Miraba yo con anteojo la plaza de Santo Domingo y lo que me alcanzaba la visibilidad, y en el bar de enfrente estaban sentados unos cuantos dirigentes, que al alzar la vista ven que les observo; lo comentan, me miran todos y se ríen. Poco después se levantan, y a los pocos pasos encuentran a Timoteo Bernardo y vuelven a comentarlo de manera insistente con este, que no vuelve con ellos y viene para casa. ¿No significaría aquella risa un comentario y el pedir Timoteo instrucciones sobre ulterior procedimiento? Así pasó la mañana, pero minutos antes de las dos un aviso telefónico nos previene que cerremos puertas y ventanas y nos recojamos en las habitaciones interiores. Estaba la comida en la mesa y eran las dos menos 10 minutos, cuando empezamos a oír disparos... Nuestro camino estaba decidido”.
  • Los diferentes cuerpos militares acuartelados salen para tomar el gobierno civil, la Catedral, la colegiata de San Isidoro, Radio León (en el ático del edificio Roldán de la entonces plaza de la Libertad y hoy Santo Domingo, y con oficinas en la primera planta), el Ayuntamiento, la Casa del Pueblo (donde hay tiroteo con heridos y un muerto en su interior) y finalmente San Marcos, donde muchos de los simpatizantes del Frente Popular se habían refugiado desde la Casa del Pueblo. La Guardia Civil fue el último cuerpo militar en salir desde sus dos cuarteles de la calle del Cid y de la Travesía de don Cayo (actual Capitán Cortés), pero fue completamente decisiva por su profesionalidad y por su número. El Alzamiento iba a triunfar en la ciudad, y más cuando los aviones del aeródromo sobrevolaban la ciudad apoyando la sublevación.
  • A las dos y media las comunicaciones telefónicas son cortadas.
  • Luaces escribe: “Veíamos algunas incidencias del ataque por las ventanas posteriores de casa, y a la hora, salen del Gobierno Civil un grupo de unos cuarenta hombres que no conocí —algunos uniformes de Asalto— con los brazos en alto, y vimos a los soldados protegerse contra las paredes de los Agustinos continuar el ataque hacia la Casa del Pueblo, haciendo continuo fuego que dura dos horas más, alejándose poco a poco. Se iban hacia San Marcos, cuyo asedio duró hasta bien entrada la noche. Las calles, naturalmente, desiertas; el sol lucía brillante, pero la falta de circulación daba a la calle de Ordoño un aspecto de ”día de eclipse“. Eran las 5, cuando el teniente González habló por la radio llamando a los ciudadanos al Cuartel. Pasaban por Ordoño 4 guardias civiles con toda precaución y con la carabina ametralladora montada para utilizarla rápidamente. Entonces fue cuando me cercioré de que la Guardia Civil de León secundaba el Movimiento. Hasta entonces, sin prensa, aislados en nuestra casa desde las últimas horas de la tarde anterior, nada sabíamos del desarrollo de los acontecimientos más que lo que se veía desde las ventanas. Gran agitación, nerviosismo; idas y venidas del teniente Romero en la moto de la Comandancia; pero, en concreto, nada. Quería salir de casa al oír el aviso del teniente, y el chico en traje militar que se había puesto por consejo mío se me cuadra y no me dejan ir; lo mismo los vecinos a la puerta y Consuelo que llora y grita que los dos no; que basta uno solo, ya que ella no quiere quedar en casa. Tengo que quedarme con ella al igual que una mujer más de la casa. ¡Vaya por Dios! El tener edad madura tiene serios inconvenientes. Después he sentido mucho el no haber ido, pues aunque no hiciese nada me informaría de cosas buenas. Toda aquella noche hubo disparos. Pacos por toda la ciudad. A Tique le había tocado en la Telefónica204 y hasta muy tarde no hemos podido hablar con él. No hubo que mandarle cena porque les invitó Isabel, que les envió un refrigerio, juntamente con Maro y los vecinos del edificio donde todos tenían conocidos. Nadie creo que haya dormido en León aquella noche de febril excitación. Era ya martes muy temprano y una llamada de parte del general sorprende a Consuelo, pues yo había salido a ver a Tique [es su hijo]”.
  • Testimonio de Antonio García Pérez, confitero de 26 años, de Valencia de Don Juan, miembro de Juventudes Socialistas de Valencia, al que pilló de rebote el alzamiento en el Gobierno Civil. Murió fusilado el 4 de octubre de 1936. El lunes 20 llegan a Valencia de Don Juan en coche dos delegados del gobernador Civil, que hablan con el alcalde, Clementino Díez, y con el capital de la Guardia Civil que se negó a requisar armas. Él viajó de vuelta a León con los delegados y llegando a León ve que se corta la carretera con árboles. Sobre las 11 de la mañana van a la Casa del Pueblo y ve a Sánchez Cadenas, Fernando Blanco Sandoval, Antonio Fernández y Vicente Moro con pistolas. Luego llega al Gobierno Civil cuando están descargando armas. Abajo oyó a un teniente de asalto y un capitán que había que volar el puente de Palanquinos por si venían fuerzas de Valladolid. Marchó a comer y hacer recados y sobre la una y media vio salir del Gobierno Civil al presidente de la Diputación, Armesto. Cuando a las dos se dirigía a coger el tren de regreso, en la Plaza de la Libertad oyó un toque de clarín y disparos y corriendo se metió en el Gobierno Civil, en el primer descansillo de la escalera. Hablaban por teléfono y el capitán Lozano preguntó a Alfredo Barthe qué pasaba y le respondió “que ante el avance del ejército, que se rindieran”. A lo que Lozano contestó que eso eran cuentos. Dice que todos los cobijados pedían a las autoridades a gritos que se rindieran, sobre todo el capitán Lozano, teniendo en cuenta que los guardias de asalto no disparaban. Él sí oyó disparos de pistola desde dentro del Gobierno Civil. Decidieron rendirse cuando ya lanzaban dentro granadas y allí ya fue detenido, declarando ante el teniente Carnicero y puesto en libertad hasta el 20 de agosto, justo un mes después. Identifica como secretario general de Juventudes Socialistas a Daniel Lera; como presidente de la Federación de Trabajadores de la Tierra a Víctor Pérez; de Oficios Varios, a Jesús Luengo; Presidente de Izquierda Republicana, Clematino Díaz; Presidente de la Agrupación Socialista, Fermín Criado; y Modesto Redondo, masón.
  • Según recuerda el secretario de la Diputación, José Peláez Zapatero, estaba convocada sesión plenaria de la Comisión Gestora de la Diputación, presidida por Ramiro Armesto. El presidente de la Diputación Provincial llegó sobre las 9:30 tras pasar tres días en el Bierzo acompañando al gobernador Emilio Francés y visitando a familiares. Dio orden de mantener la convocatoria de sesión plenaria por la tarde, pese a rumores de que podía “estallar un movimiento”, y marchó a las 13:30 o 13:45 horas a ver si en el Gobierno Civil encontraba a Marassa, para notificarle la convocatoria de sesión esa tarde. No le vio y se dirigía en coche a casa de Don Francisco Ucieda Losada (Ramiro Valbuena, 11), donde se encontraba su mujer, cuando entre la Plaza de la Libertad (Santo Domingo) y la Plaza de la República escuchó gritos y disparos. Pidió al chófer que parara y marchó corriendo a casa de Ucieda. También estaban en la misma casa cuatro hijos, dos niños y dos niñas, del General Julián Pardiñas. No salió más. El 21 por la mañana y por la radio escucharon el Estado de guerra y pidió a Pardiñas que fuera a la Comandancia Militar y le pusiera al general Bosch a su disposición. Quien le indicó que permaneciera en casa hasta nueva orden y le puso dos guardias, recuerda Ucieda en testimonio. Días después la policía le fue a buscar para el nombramiento del nuevo presidente de la Diputación, volvió a casa de Ucieda, y días más tarde pidió permiso al comisario para regresar a su domicilio.
  • Por la noche, el gobernador Civil llama por teléfono al gobernador militar, Carlos Bosch, a su domicilio particular, pero al aparato se pone su esposa, quien contesta que Bosch no se encuentra en su domicilio, sino en el gobierno militar. Emilio Francés “se pone a la entera disposición” del general de brigada, comandante militar de León y Jefe de la VIII Región Militar en León. En los días siguientes Carlos Bosch declara no tener ningún cargo en concreto contra Francés, pero le conmina a permanecer en su domicilio de la avenida Padre Isla número 32 (donde también estaban ubicadas las oficinas de Hacienda), bajo palabra de honor de Emilio Francés; a pesar de ello, el gobernador Militar ordena a los guardias de Asalto que vigilen el edificio.

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Los textos están extraídos de las notas de Francisco Javier González Fernández Llamazares, autor de 'Crónicas de la burguesía leonesa. Sobre un episodio de la Guerra Civil en León' y de 'Los leoneses que financiaron a Franco' de los documentos del archivo que gestiona y de las notas de Carlos Javier Domínguez de su investigación para escribir el libro 'Crónicas de la burguesía leonesa. Sobre un episodio de la Guerra Civil en LeónLos leoneses que financiaron a FrancoAsesinaron La Democracia

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