Los sublevados nombran nuevo alcalde en León y echan de Ponferrada a los mineros

Fuerzas del Regimiento de Infantería 36 (del Cuartel del Cid) en la carretera de Asturias. La foto está sacada el 30 de julio de 1936 en el Fielato, pero ilustra los puestos que se dispusieron el 21 de julio.

Equipo '7 Días del 36'

Las autoridades militares en la ciudad de León han nombrado alcalde de León a Enrique González Luaces, que también lo fue durante el bienio conservador de la Segunda República tras los hechos de la Revolución del 34, cesando así al actual, el socialista Miguel Castaño Quiñones, que se encuentra 'a salvo' en su casa de Padre Isla.

El alcalde Enrique González Luaces (1934-1935 y 1936) y luego presidente de la Diputación por orden militar.

Los militares también tienen 'controlados' al gobernador Civil, Emilio Francés, y al presidente de la Diputación Provincial, Ramiro Armesto. El primero en su residencia de la Delegación de Hacienda y el segundo en la casa del doctor Ucieda. 'Garantizan' su seguridad.

Los sublevados comienzan así a controlar la situación en la ciudad, pese a que incluso en el día de hoy, después de haber desalojado la capital leonesa de elementos izquierdistas, se han producido situaciones peligrosas por la aparición de 'Pacos' (francotiradores) en algunas zonas de la misma que han realizado disparos contra las fuerzas de la autoridad.

La mañana ha sido tranquila en León. Los militares han conseguido que todo vuelva a una extraña normalidad. Incluso algunas panaderías y tiendas abren con normalidad. Muchas personas ni siquiera han dormido esa noche y se ve que al amanecer aparecen colgaduras blancas en algunos balcones. En la ciudad se ven mujeres con hogazas de pan y leche, intentando acaparar alimento por si acaso la situación se complica.

Los militares controlan las entradas de la ciudad

Por la tarde una compañía de Infantería de Astorga llega a reforzar los destacamentos militares de la ciudad de León. Alojan una sección en el Aeródromo de La Virgen del Camino y desfilan por León, en donde son aclamados por buena parte de la población. Aclamados posiblemente porque la mayoría de obreros o se han desbandado buscando refugio fuera de la ciudad o se han encerrado en sus casas.

Las autoridades militares restablecen la línea de ferrocarril de vía estrecha (luego FEVE) desde Bilbao a León. Pero no ocurre lo mismo con la línea del ferrocarril del Norte para Galicia y Asturias siguen cerradas para el tráfico civil. Desde Palencia llega un tren militar con un escuadrón procedente de Villarrobledo, pero vuelve a su destino porque se vé que la ciudad está controlada.

La estación del ferrocarril de Vía Estrecha entre León y Bilbao, el Hullero (después Feve) en 1923

León está tomado por patrullas de milicianos y paisanos y muchos jóvenes que no son militares empiezan a incorporarse a las milicias. Los militares en León disponen puestos defensivos en las entradas de León, con especial atención a la carretera de Asturias y la entrada de Puente Castro, por donde podrían llegar elementos milicianos mineros de La Robla o Sabero y Cistierna.

Sin embargo, aparecen casos de 'Pacos' que disparan a las milicias y a los militares con escasos resultados. Tampoco los sublevados son capaces de capturarlos. La población de León vivirá estos días con el temor de ser asesinado por un disparo furtivo en un momento inesperado.

Los sublevados comienzan a comunicar a personas afectas que van a sustituir a los cargos constitucionales. El presidente de la Audiencia Provincial, Higinio García, parece ser que va a sustituir durante unos días a Emilio Francés como gobernador Civil. Están contactando con personas derechistas de renombre para 'relevar' también al presidente de la Diputación y otros cargos.

Los obreros en León parecen haber desaparecido, pero muchos intentan contactar con los mineros de la montaña. La provincia está prácticamente dominada en el Sur por los sublevados desde La Bañeza, Astorga, Maragatería, Cepeda, Omaña y la llamada Tierra de León y parte de la Vega del Esla. Laciana, la Montaña Central y la Oriental, repletas de mineros, siguen fieles al Gobierno del Frente Popular. Sin embargo no se sabe qué ocurre en Tierra de Campos, aunque lo más probable es que haya caído en manos de los rebeldes al Gobierno de Madrid y las vegas del Porma y el Curueño están en disputa, así como dominadas por los mineros las de los ríos Bernesga y Torío. No se sabe qué ha ocurrido con los mineros asturianos que tomaron el camino a Valladolid, que posiblemente se hayan desbandado hacia Cistierna y Sabero; como los obreros y sindicalistas leoneses lo hayan hecho en dirección a Matallana de Torío y La Robla.

Las fuerzas rebeldes echan a los mineros de Ponferrada

Por otra parte, pese a que la columna minera asturiana regresó hacia sus posiciones en Asturias pasando por Ponferrada, la necesidad de cerrar el cerco en Oviedo —donde les traicionó hasta anteayer “el compañero comandante Aranda”— al ir llegando los de las zonas de Bembibre y Laciana a la ciudad, y creyendo tener sitiada a la Guardia Civil en el cuartelillo de la ciudad, deciden ir trasladando sus tropas hacia Laciana para completar el cerco a la capital asturiana por el occidente de su provincia, para evitar que le lleguen refuerzos de Galicia.

Por otra parte, las fuerzas sublevadas gallegas, que han conseguido echar de Galicia a una pequeña columna de mineros bercianos, comienza a acercarse a la ciudad del puente de hierro y la situación comenzó a complicarse en el momento en que los mismos se quedaron sin mandos. El teniente de Asalto Alejandro García Menéndez intentó parlamentar dentro del Cuartel de la Guardia Civil de Ponferrada, donde se atrincheraban hacinados unos 160 miembros del cuerpo militar, y no volvió a salir; porque el capitán Losada lo detuvo de inmediato.

En ese momento la confusión se cebó en los mineros, que no supieron controlar la situación, discutiendo entre sí qué tenían que hacer y cuando se tuvieron noticias del avance de las fuerzas sublevadas de Galicia, con artillería, se comenzó a desbandar la fuerza poco coordinada de los mismos. Sin embargo, en el momento en que a última hora de la tarde, avisados los guardias de que ya entraban los soldados gallegos de un regimiento de Artillería, efectuaron una salida y sólo unos pocos mineros ofrecieron resistencia dentro del Castillo de Ponferrada. Si los mineros hubieran dispuesto de esa artillería, la carnicería dentro del cuartel hubiera estado asegurada, pero no fue así (como ocurrió en la mayoría de la península, la falta de piezas artilleras por parte de las fuerzas que apoyaban al Gobierno del Frente Popular decidió la situación durante los siguientes días).

Por la noche la capital del Bierzo estaba 'controlada' por las fuerzas rebeldes. En la misma situación que León pero con una salvedad, la represión contra las autoridades sería más rápida que en la capital de la provincia.

León, por lo menos las comunicaciones vitales con Galicia, Palencia y Valladolid, todas en control de los militares que apoyaron el golpe de Estado de Mola, las demás provincias de Castilla la Vieja y las otras dos de la Región Leonesa (Zamora y Salamanca) eran el grueso principal de los territorios que habían conseguido dominar.

El golpe había salido bien en las tres regiones españolas de Galicia, León y Castilla la Vieja (salvo Santander), además de en Canarias y el Norte de África, junto con toda Navarra, la ciudad de Sevilla, parte de Cádiz, parte de Aragón (con Zaragoza en su poder) y las Islas Baleares, salvo Menorca. Pero el resultado era un fracaso porque la mayoría del territorio español quedaba fiel al Gobierno del Frente Popular y el norte de León era un peligro constante a las líneas de suministro desde Galicia.

Y los mineros todavía parecía que podrían revertir la situación.

[Continuará]

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