Milicias de Falange comienzan a detener a cientos de personas en León y su Alfoz

Casa de Don Valentín en la que se ve el antiguo puente de hierro a la Estación del Norte (Renfe). En el quinto piso vivía Alfredo Nistal, dirigente socialista, que escapó el 20 de julio. Foto:  Fundación Banca Fernández-Llamazares

Equipo '7 Días del 36'

Una vez rechazado el último intento de los milicianos obreros de reconquistar León, y con la relativa 'calma' conseguida a base de miedo en la ciudad de León, exceptuando los 'paqueos' [disparos de francotiradores], las fuerzas ultraderechistas fueron ganando adeptos y comenzando a efectuar la justicia por su parte.

Continúan las algaradas bélicas por los alrededores de León pero, en general, la situación militar está controlada. El comercio y los establecimientos públicos vuelven a abrir.

Por las calles de León se ven falangistas y requetés procedentes de Valladolid, e incluso algunas 'Margaritas' —militantes femeninas carlistas— cumpliendo funciones de enfermeras. Se militariza a todos los ferroviarios y se reanudan algunas líneas tanto de ferrocarril como de autobuses o 'coches de línea'.

Una columna compuesta por guardias civiles, guardias de asalto, soldados y paisanos, parte desde León hacia la zona de Boñar y Sabero. Comienzan a estar tan seguros del control del Sur de la provincia y las comunicaciones con Galicia y la Meseta, que ya toman medidas para intentar asegurar la línea de ferrocarril de vía estrecha hasta Bilbao.

Comienzan las disposiciones legales para controlar la vida económica en las zonas ocupadas por los militares sublevados. La Junta de Defensa Nacional instaura la Comisión Directiva del Tesoro, cuyo fin primordial no es otro que el de centralizar todas las operaciones financieras.

Falange, de nada en León a ser la fuerza dominante

Hay que destacar que los falangistas declarados antes del golpe que ejecutaron las fuerzas militares en la ciudad y en la provincia eran unas pocas decenas, y que muchos de ellos pertenecían a puestos de escalafón bajo como bedeles, recepcionistas, mozos y aprendices. Sin embargo, tras el día 20 el número de camisas azules fue en aumento. Lo terrible del caso es que muchos ciudadanos leoneses se vieron 'dominados' o detenidos por este tipo de personas sin excesiva cultura más allá de un 'viva la muerte' de provincias (es decir, sin siquiera experiencia vital y muy bravucones).

Caso ejemplar de lo que ocurrió en León esa semana en León y su Alfoz fue la noche del viernes 24 de julio en Puente Castro, ya que en la noche del viernes 24 de julio de 1936 los falangistas, apoyados también por las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalista, con las que se habían fusionado en 1934) y otro tipo de derechistas como los Carlistas, entraron con violencia en el pueblo con fusiles y comenzaron a registrar las casas y llevarse gente. Más o menos como habían estado haciendo en la ciudad en los últimos dos días, pero de forma más organizada y decidida.

Los conflictivos barrios periféricos y pueblos del alfoz de León

Según la documentación de la que dispone el Archivo de la Banca Fernández-Llamazares, la situación en la capital leonesa es que existían barrios o pueblos periféricos muy conflictivos en lo social, como Trobajo del Camino, Armunia y Puente Castro.

En Puente Castro, los días 19 y el 20 hasta medio día (el momento del golpe), se 'reunieron' patrullas armadas de 'republicanos' inflamados por la presencia de los mineros asturianos y hay informes de que saquean y chantajean a muchos vecinos, en particular a los 'derechistas'. Además, allí se formaron barricadas porque se prevé que tropas sublevadas de Palencia y valladolid deben entrar necesariamente por ahí.

Después de la traición militar al Gobierno constituido legalmente el regimiento de Burgos, pero en particular la Guardia Civil, se dirige a Puente Castro, donde ya no encuentra apenas resistencia. Sin embargo, como hay denuncias de los vecinos sobre los 'abusos' cometidos por los frentepopulistas, se dedica a ir deteniendo a todo el que resulte sospechoso o haya sido denunciado por algún vecino 'derechista'.

“Es aquí donde entra una represión fortísima auspiciada por los primeros grupos de falangistas que acompañan a la Guardia Civil en sus detenciones. O sea, que en Puente Castro se sabía que venían tropas desde Valladolid y quisieron interponer resistencia esperando a que las tropas acuarteladas en la ciudad les respaldaran, pero ocurrió lo contrario”, explica el conservador del archivo, Javier González-Fernández Llamazares.

El edificio de los Agustinos, en la plaza de Calvo Sotelo de los 50 (antes plaza de la República) y luego de la Inmaculada. Foto: Fundación Banca Fernández-Llamazares

Es sintomático esto que indica el ya alcalde de la ciudad, Enrique González Luaces en su propio diario en fechas posteriores a esta primera semana del conflicto fratricida en León: “Se hacía necesario algo que cortase los desmanes de los milicianos; era ya algo que se hacía insoportable. La necesidad bélica hizo que fueran portadores de un fusil gentes que habían estado completamente disimuladas hasta el 20 de julio. Las milicias de JONS fueron las que crecieron inopinadamente. ¡Lástima que estas actuaciones hayan empañado la pureza de ideal de los bravos muchachos que antes del 18 de julio formaron los cuadros de Falange! Creemos que ha sido una equivocación de los directores de JONS el admitir sin escrúpulo. La masa es igual en todas partes, y aquél que tenía un rencor personal que vengar lo ha podido hacer impunemente; otros trabajaron en la retaguardia para no ir al frente; es más cómodo y menos expuesto [...]”.

Las fuerzas falangistas, como también ocurriría con las fuerzas obreras, se empezaron a llenar de 'indeseables' y en algunos casos verdaderos 'delincuentes'. Y comenzarían una represión sin piedad. Según Luaces: “Muchas gentes respiraban a pleno pulmón por verse libres de una pesadilla; se decía en corrillos que no se hacía justicia porque no había fusilamientos en el Puente Castro, y se empezaba a decir la frase 'en León no se hace nada' con tanta inconsciencia como falta de sentido. Ya se daban algunos paseos y aparecían cadáveres en las orillas de las carreteras, según supe después. [...] Me resistía a creer que eso fuese una 'norma revolucionaria' y un 'sistema de hacer justicia', hasta que la repetida reiteración vino a convencerme de ello. Me parecía monstruoso, que fuera de media docena de casos que la autoridad no podía evitar porque siempre existen 'valientes' que se juegan la vida en un camino, no existiría esa matanza de adversarios, organizada a mansalva por gentes que aspiran al poder o aspiran a gobernar”.

Terror en familias completas con el sambenito de 'rojos'

En Puente Castro y San Andrés tenían negocio y familia los Coque, Durruti, Monge, Miguel Carro Llamazares (dueño de la marmolería que hoy no existe y estaba justo enfrente de la puerta principal del cementerio), los Brea y demás. Y muchos eran familia y emparentaban entre ellos. Curiosamente imitando las prácticas de la Burguesía.

Por ello hubo familias completas que hubieron de lidiar con el sambenito de 'rojas'. Como les pasó a los Monge y sobre todo a la jovencísima Teresa, muchos murieron asesinados brutalmente. Aunque en este caso hubo miembros de la familia de los dos bandos, incluso hermanos falangistas y 'dudosos'. Cuando se desató el terror de los que apoyaban al 'Alzamiento' de la Junta de Defensa Nacional, el Gobierno de Burgos, y se comenzaron a cumplir las directrices de Mola, muchos intentaron salvarse como pudieron. Pasaron de ser tan republicanos antes como nacional-catolicistas después, mostrando que la condición humana es ante todo conseguir la supervivencia a cualquier precio.

Se puede destacar el caso de Pablo Cuadrado Gallego. En los archivos de la Banca Fernández-Llamazares se puede leer un descarnado informe de la Comisaría de Investigación y Vigilancia que [...] “últimamente estaba con su padre en el arrabal de Puente Castro, calle de las Viñas nº. 13, y se dedicaba a la venta ambulante de pesca y otras cosas. Era anarco-sindicalista de acción, antirreligioso, habiéndose significado mucho antes del Movimiento Nacional; acudía a cuantos actos de matiz extremista se organizaban. Tenía fama de matón y faltón. Toda su familia fue muy significada izquierdista”

Con este tipo de informes, luego, los falangistas los 'paseaban' en sus propios pueblos mientras hacían 'la vista gorda' las autoridades militares. Por ejemplo, también se 'paseó' mucho en San Andrés. Pero también hubo venganzas menos a escondidas. A Esteban Zuloaga Mañueco, un vallisoletano abogado del Estado, defensor de Alfredo Nistal en el año 34, que se iba de vacaciones a San Andrés y que defendió a los obreros de allí, lo matan en esa localidad. De once tiros. Con saña.

El sábado día 25 de julio, justo una semana después del comienzo de los hechos que darían lugar a la Guerra Civil Española (el 18 de julio de 1936) y del último medio de comunicación leonés en papel hasta entonces, saldría el primer periódico contando hechos en León y provincia (el 26 o el 27 saldría de nuevo el 'Diario de León' y pocos días después aparecería el diario del Movimiento 'Proa', que llegó a ocupar la sede de 'La Democracia' del alcalde Miguel Castaño).

El del día 25, de dos cuartillas de cuatro páginas (ocho en total) se titularía 'Diario de la ciudad de León. Órgano circunstancial de la ciudadanía leonesa'. A partir de ahí se vería que los militares y la Junta Nacional de Defensa contaría lo que ocurriría durante casi cuarenta años con una versión muy limitada y cruelmente partidista de la Historia.

Como muestra otro ejemplo: en su última página la noticia destacada versa 'Los rebeldes piden armas a Francia'. Esos 'rebeldes' no eran ellos, los que de verdad se habían sublevado, sino el Gobierno Constitucional de la Segunda República. Y con esa crueldad así se les conocería oficialmente hasta más de cuarenta años después.

En aquellos siete días de 1936 la verdad de las cosas y los hechos se oscurecieron de tal forma, que aún ochenta años después, aunque parezca increíble prácticamente todo lo ocurrido en la provincia de León se ha contado de forma muy deficiente con graves errores; o, como poco, con una gran falta de documentación correcta salvo escasas excepciones con las que ha contado ileon.com para realizar la recreación de un periódico en esa semana en que los leoneses no supieron casi nada más que rumores que daban verdadero miedo.

Aùn así, la gran mayoría de lo ocurrido en la Guerra Civil en León está por conocer todavía.

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Fin de la serie '7 Días del 36'. 80 Años de la Guerra Civil en León.

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