Bayón: “Le digo a la juventud que tiene que rebelarse, porque nadie te da nada porque sí”.

Víctor Bayón, en un momento de la entrevista.

Milena Pasetti

Víctor Bayón fue el encargado de organizar el Partido Comunista en León, desde la clandestinidad, durante la dictadura franquista. Hoy, 46 años después de aquel Viernes Santo en que llegó a León desde París, con los datos de sus únicos dos contactos grabados a fuego en su memoria, presenta el libro “Crónica de una lucha. Mi actividad en el PCE”. Aunque él mismo reconozca que empezó a recopilar sus recuerdos sólo por distraerse “un poco” y nunca pensando en publicarlos. Su vida en la clandestinidad, anécdotas de sus idas y vueltas con la policía, el orgullo de haber montado un aparato de propaganda que nunca fue identificado y la convicción de que nada se gana sin luchar son algunos de los recuerdos que han salido a la luz durante esta entrevista.

¿Como era vivir clandestinamente en León en aquellos años?

Yo paso dos etapas, la primera hasta que la Policía tiene conocimiento de que yo estoy por aquí. Hasta allí me movía en los autobuses, en los trenes, con cierta normalidad. Luego todo cambia, cuando tras algunas detenciones, preguntando a los camaradas, la policía llega a la conclusión de que era yo. Tengo la suerte de que un comandante de Oviedo le avisa a un dirigente del partido que me han localizado. Siempre tenía que moverme con la preocupación de localizar a los policías, a veces sacaba el billete para el tren y luego veía que montaba la pareja de la Guardia Civil, y tenías que dejar marchar el tren. No se podía ir a los cines, ni a los teatros, no podías entrar a un bar..

Ni pisar por el Húmedo...

No, porque sabías que una detención representaba una condena larga, y yo ya había cumplido una de seis años. Y sobre todo por la responsabilidad que tienes a tu cargo, como el aparato de propaganda, que funcionaba al margen de la organización del partido por seguridad. A ellos tienes que asistirlos políticamente, ideológicamente, para que no se sientan defraudados. Tienes sobre ti la responsabilidad tuya y de toda la organización.

¿Alguna vez estuvieron a punto de pillarlo?

Una vez, viniendo de Valladolid, en un tren de cercanías. Fue en Palencia, venía sentado al lado de la ventanilla, cuando veo a cuatro tíos sospechosos en el andén, mirando hacia donde yo estaba. Me mosqueé un poco. Cuando suben, veo que uno se pone en la puerta de un lado, y otro en la otra. Y entra uno, silbando “Cuando salí de Cuba”, que viene hacia mí. Yo me puse listo para saltar por la ventana, porque era verano. El tío me hace preguntas, me pide la documentación, que era falsa pero respondía. Le contesto con mucha serenidad, y gira la cabeza hacia los otros diciendo “no”. Y se marcharon.

Subía al tren en el mismo coche que la Policía, para dar la sensación de que no tenías miedo.

¿Usaba disfraz?

No, no, nada. Ahí como me habían cogido esa documentación, cuando vino el contacto del partido que Carrillo me mandaba cada dos meses, pedí que me enviaran otra documentación, porque ellos podían darse cuenta que los había engañado. Cambié dos o tres veces la documentación. Por ejemplo, cuando iba de Ponferrada a Villablino, en ese tren iba siempre una pareja de Guardias Civiles. Entonces, procuraba montar con ellos, en el mismo coche, para dar un poco la sensación que no tenías miedo. Dió resultado hasta que nos avisaron que estaba en busca y captura por la Policía.

¿Y cuáles son sus recuerdos más fuertes?

Me siento orgulloso de dos cosas de las que fui haciendo. Cuando caímos en Asturias en el '61, yo formaba parte del Comité Provincial del partido. Cuando nos detienen, el salto que había dado la organización ya había sido considerable. Me siento orgulloso porque caímos la cúpula completa, por un confidente que se había infiltrado, pero la organización quedó intacta. A pesar de estar nueve días en los calabozos y con torturas dignas de mención, conseguimos que no afectara a la organización. La segunda, es que monté en León un aparato de propaganda, donde hacíamos la revistas para León, Zamora, Salamanca, Valladolid y Palencia. Teníamos que meter toneladas de papel en la casa donde teníamos la imprenta. Y además tener casas para buzones, alguien tenía que encargarse del papel, luego sacarlo, repartirlo, al margen de la organización regular. Lo que la policía más buscaba en aquella época era el aparato de propaganda y al instructor, que era yo. Funcionó 11 años, sin que lo encontraran.

En dos años hemos perdido las conquistas de 150 años de luchas, en esta crisis que están resolviendo los mismos que la crearon

¿Cómo ve a los partidos políticos hoy?

La respuesta es que en los dos últimos años hemos perdido las reivindicaciones del Estado de Bienestar, toda la lucha de 150 años para conseguir una serie de conquistas. Hemos asisitido a la mayor crisis del capitalismo de la historia, y los mismos que hicieron la crisis son los que la están resolviendo, en perjuicio de los más débiles. No se cumplió la tesis del marxismo. Aunque dejo bien claro que es diferente que gobierne el Partido Socialista al Partido Popular, en lo económico los partidos políticos hoy no se diferencian mucho.

¿Porqué defiende una modificación en la ley electoral española?

Mira si no hay que modificarla, que si Izquierda Unida saca 900 mil o un millón de votos, tiene dos diputados, pero los partidos que hoy gobiernan o están en la oposición, con 65 mil votos tienen un diputado. Es por el sistema D'Hont, trabajamos para cambiar una ley que es injusta e inhumana.

¿Sigue militando?

Sigo militando, aunque no tengo una actividad fija en el Partido.

¿Y qué le diría a un joven que está empezando en la política, en cualquier partido?

Aunque parezca lo contrario, nosotros no queríamos al guerrero por el guerrero. Queríamos gente de peso, de prestigio. En las reuniones con los jóvenes siempre les ponía como base que lo principal era ser buenos estudiantes, con matrícula. Porque lo que más le jodía a la policía era que no podrían acusarnos de vagos y maleantes. Nos decían “hijos de puta, siempre engañáis a la mejor gente”. Era muy importante que la persona fuera un buen trabajador, con prestigio en la empresa. Hoy puedo decirlo por primera vez, este libro es un ejemplo. Y un consejo, porque en aquella época se luchaba, porque nadie te da nada a cambio de nada. Si hemos avanzado ha sido por la lucha. Hemos pagado un gran precio, por la represión. El libro es un ejemplo de cómo luchamos para conseguir las cosas. Había trabajo, pero no tenías libertad ni derechos. Luchamos arriesgando. Hoy las condiciones son otras. Hay libertad formal, porque la libertad no es sólo votar. Libertad es una democracia que sea real, donde no te impongan las listas de las candidaturas. Hoy, le digo a la juventud que tiene que rebelarse. Cada vez tenemos más dificultades, una miseria enorme en el Tercer Mundo. El problema es que si no luchas por ello, no te van a dar nada. La juventud está un poco aletargada, y esto va cada vez a peor.

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