“Soy responsable. Voto perdón”

Manuel Ferrero López del Moral

No es solo la razón la que puede sacarnos del embrollo. Otra campaña de buenos y malos, de ganadores y perdedores, de izquierdas y derechas. No desprecio la razón, pero sólo el amor y el perdón nos saca de este lío.

Seguimos a la búsqueda de un solo culpable del genocidio natural de responsabilidad diluída en masa que es el mundo.

El dinero tiene cara de gocho y el dinero es de lo único que se habla. Yo también soy responsable por acción u omisión de la muerte de la vida en este planeta. Añoro los animales extintos y los viejos bosques. Confío en que si cada persona nos responsabilizamos de la realidad creada, el mundo cambiará.

Yo soy responsable en lo que me toca del vertedero que es el mundo. No es basura querer matar a alguien por malo que sea lo que haga. ¿Cuántas veces has oído maldecir o deseado mal a un político? Se percibe aún el dolor de las cunetas olvidadas en España. Yo lo percibo.

Nadie es mi enemigo. Yo ya lo aprendí gracias a mis abuelas y abuelos. No estoy de acuerdo en muchas cosas con el gobierno de ahora, ni con los de antes, pero son personas como yo. Paisanos asustados. Gente que solo habla de dinero. Yo también tengo a veces miedo a no tener y pienso mucho en él. Soy responsable de mi rabia y odio. Cabreo por los vertidos del CTR en Santa María del Páramo, cabreo por la situación de las minas, cabreo porque las talas del Tabuyo las hagan dos multinacionales, cabreo por la incineración de residuos, por querer hacer pantano en el Órbigo, por “el chollo” de las eólicas en León o por los cobros que esperamos de Everest. Reconozco no saber y no entender porqué se deciden estas cosas.

Reciclo mi odio fratricida al gobierno por amor. Son necios como yo. Pobres seres que hablamos mucho y amamos poco. Hoy que todo el mundo odia, yo me reciclo. Te quiero Rajoy, te amo Herrera y te quiero Silvàn. No sois mejores, ni peores que yo. Todos somos responsables de este mundo en que vivimos. Yo me reviso los pensamientos y emociones y están llenos de rabia. Soy hijo de minero, de izquierdas, anarquista, utópico, cristiano-budista-sufí de culto libre. No creo en dogmas. Sólo una frase me inspira “ Ama al prójimo como a ti mismo” es lo que me guía. También tengo en cuenta aquello de: “por sus actos los conoceréis y no por sus palabras”.

Por el amor con el que volteo la indignación os diré:

1. Si contratas a alguien y no le pagas, le engañas o le tratas como un tirano, aunque vayas a misa eres corrupto como yo. Todos somos corruptos al vender la belleza de los paisajes y personas por monedas. Si trabajas para alguien y escaqueas, sacas una pensión sin merecerla o estafas a un seguro. Eres corrupto. Yo soy responsable y haré por mejorar.

2. Si el imperativo de voto de tu partido te importa más que tu gente. Eres responsable como yo del capitalismo multinacional. Un patíbulo discreto, pero el más mortífero de la historia.

3. Si ves los ríos y campos sucios y no los limpias o tiras colillas, latas y plásticos. Eres responsable como yo.

4. Si ves morir gente en el mediterráneo y no dices: ¡Basta ya! Los papeles legales asesinan legalmente a gente humilde que huye de la guerra. Yo soy responsable de no querer mirar. El miedo hace que sea más importante ganar mi pan que detenerlo.

5. Si quieres especular con el carbón, alegas ecología y permites que el carbón sea de importación eres responsable del dolor de mucha gente. Yo como hijo de minero me responsabilizo de la herida que la mina hace a la tierra. Quiero a los mineros y sé que así se ganaron su pan. Así crecí gracias a su trabajo digno. Muchos años la mina dio riqueza, aun hoy la da, pero las escombreras no se repueblan por amor al puto dinero. Cerrar las minas, sin que los empresarios devuelvan a la tierra con gratitud la prosperidad que esta nos dio, es un crimen. Cerrar las minas sin respetar a las comarcas y gentes que han vivido de ellas, para quemar un carbón de países sin derechos, nos mancha las manos de sangre. Los mineros luchan para vivir y criar a sus hijos, ¿Empresarios mineros, gobierno y eléctricas por qué luchan? El minero es recio, pero pide lo justo. Es generoso porque sabe lo que le costó ganarlo. Es violencia poner dinero por encima de personas y naturaleza. Yo soy responsable del destrozo de las montañas. Todos lo somos un poco. Cambiemos. Vamos a repoblar las montañas y si sigue la mina, fuera subcontratas. No más gente jugándose la vida por miseria. Yo soy responsable de ver como los fondos Miner volaban y dejaban migajas en las comarcas. Sólo hoy tengo valor para decirles: “ Cada vez que algo me olió mal y me callé por no saber a donde iba en dinero o recibir las sobras me hice responsable de la corrupción.”

6. Usar el dinero y la competencia para que los flujos del comercio vayan a las mismas manos es un crimen. Cada vez que alguien consigue un contrato quitándoselo a alguien más merecedor, haciendo objetos programados para romperse, comida ultra tratada para que parezca comida sin serlo, cada vez que sulfatas con productos que matan las abejas o coges un trabajo sin vocación, ni ganas de hacerlo. Eres responsable como yo.

7. Everest es un símbolo. Pérdidas y ganancias se han de asumir por todos. Así nadie llevaría toda la culpa. Deseo que se cobre, yo estoy pendiente de cobrar también de Everest. Los trabajadores piden cobrar lo que ya trabajaron. ¿Si es verdad que la familia López Varela tiene más dineros de los que se pintan, no es acto justicia y gratitud darle a la plantilla que tantos años les dio riqueza, lo que ya trabajaron?

8. Cada vez que pagas por tener sexo pensando que un rato de placer es verdadero con monedas de por medio, favoreces la trata de blancas y cosificas al ser humano. Puedes pagar un polvo, pero el amor verdadero no se compra. Tal vez eso te ayude a caminar, pero alguien se esclaviza para que tú andes. Yo soy responsable de la falta de entendimiento entre mujeres y hombres. Si hay prostitución es porque nos falta amor. Si hay violencia hacia la mujer es también por mí. Es más fácil pagar que entregarse. Dominar o ser dominado que abrazarse en libertad.

9. Terrible el negocio de las armas y las guerras. Legal pero terrible. Soy responsable por ignorancia. No sé como parar un sistema asesino. Lo siento mucho.

Me perdono y les perdono. Yo hoy voto perdón. Pues me reconozco como ellos, mierda que ha de reciclarse. Les doy gracias por dejarme ver lo importante. Pongamos razón al servicio del amor, sino es inteligencia desvariada. No quiero culpables, ni castigo. Me da igual lo robado. Quiero un país responsable donde se genere riqueza y vida a la par. Donde el dinero siga a la bondad y al trabajo bondadoso. Paso del “Y tú más” al menos. Dejo el pasado y voy al presente. Decrecer para respetar. Repartir. Dar y recibir con gratitud es la riqueza. Tener mucho dinero y ser infeliz, destrozando ecosistemas y obligando a la gente a emigrar o a cruzar el mar en patera es nuestra responsabilidad. Los políticos son personas. No enemigos. Este escrito es para gritar, menos culpables y más responsables. Más amor y menos negocio. Como diría una amiga: pasemos de los negocios a los congocios. Se puede vivir con gozo.

Como responsable propongo una alternativa para el cambio: de la propiedad pública y privada pasemos a la propiedad comunal. Piensen en un mundo con tres propiedades. Una privada, otra pública y otra comunal. Entiendo por comunal espacios sin regular. Corresponsabilidad y gestión de todos los ciudadanos. El estado dejaría que esos espacios se regularan por costumbre. Unos vecinos regulan a los otros. La experiencia concejil de León puede inspirar esos usos. León aún es cuna de la democracia. En esta propiedad comunal el estado no regula. Solo interviene a petición de los vecinos para evitar caciquismo. ¿Qué pasaría si montañas, fuentes, ríos, mares, lagunas y un 30 por ciento de los espacios de pueblos y ciudades fueran comunales?

Voten lo que quieran, pero no olviden tener paciencia, compasión y ternura. Yo soy tan corrupto como los políticos. Les envío mi amor. Hermanines del mundo, personas, toca cambio. Sustituir odio por compasión. Toca responsabilizarse. De la corrupción a la grandeza del abono.

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