La insoportable levedad del ser leonesista

Todos los concentrados por León en San Marcos desde el comienzo de la plaza

Jesús María López de Uribe

“Déjalos, que son pocos y cobardes”. Lo difícil de esta expresión es que el que estuviera presente ayer en la manifestación conmemorativa de la histórica de 1984 por un León Solo podría decírselo prácticamente a cualquier grupo de los que asistieron a la marcha, casi paseín, que unas mil personas se dieron con ayer banderinas de León de todo tipo.

Bueno, lo de “cobardes” depende de por dónde se mire, porque la gran mayoría de los que asistieron no se pueden negar como combativos (repitiendo los mismos lemas de siempre, eso sí), pero como el castellano es un idioma muy rico en significados las 'cobardías' se fueron mostrando de diversas formas y colores.

La primera cobardía, la que pensaron los “leonesistas de izquierda” esos que van con 'La Vietnamita' —la bandera de León con una estrella amarilla, igual a la de Vietnam, pero con un escudo del Reino de León encima— al ver llegar a los de Democracia Nacional con banderas de España y las verdaderas del Reino de León (la bandera actual es de tiempos de la democracia, con Franco la habitual era la blanca con el león púrpura). Se supone que pensaron “qué cobardía venir a tocar las narices” y los recibieron con los gritos de “nazis fuera”. Comenzó 'fantástica' la concentración, con polémica y con muchos allí callados y alucinados sin reaccionar. Al final, —pese a que un valiente de los miembros de la organización (claro, la manifestación era “apolítica y apartidista”) sí les dijo que podían participar—, la policía, evitando cobardías, prefirió conminar a los ultraderechistas a que hicieran su propia protesta por otro lado. Éstos terminaron haciéndola al grito de “cobardes, que no nos dejáis participar cuando es nuestro derecho”.

Mal empezaba el asunto, pero aún peor siguió, porque la mayoría de los grupúsculos leonesistas se concentraron en lugares distintos de partida para dejar claro que consideraban que iban por no parecer unos cobardes que abandonan a León, pero que no estaban con los principales impulsores de la protesta, la UPL; de la cual consideran que su forma de llevar adelante la representación política del leonesismo no es precisamente valiente ni adecuada. Unos en Las Cortes, otros en La Pícara... se fueron uniendo en Guzmán a un grupúsculo que no llenaba dos autobuses en el kiosco de La Condesa diez minutos antes de la hora de la convocatoria.

Al final se animó la cosa, porque se unieron unos mil (dos mil según los medios de comunicación) para rodear la plaza de Guzmán y subir por la parte de Mapfre de La Condesa y reunirse en la plaza de San Marcos, que no llegó a llenar la cuarta parte de la misma. Lo curioso del asunto es que en cuanto entraron al paseo las cabeceras de cada grupo tras su pancarta comenzaron a separarse. Podría pensarse que era para “hacer bulto”, pero no... había algo más: el leonesismo social se separó casi doscientos metros de la cabecera de la organización para dejar claro que estaban ahí por León... pero no con la UPL. Y los de 'La Vietnamita' también separaditos. Y el Prepal —única formación leonesista que se presenta políticamente a las elecciones europeas, por cierto—, a su bola. Y el PAL, que también estuvo. Y el PSOE con su colectivo Baldomero Lozano. Porque estuvieron todos (menos el PP)... pero casi no fue nadie comparado con 1984.

Excepción clara las mujeres de los mineros. Allí estaban, con dignidad leonesa. Esas de cobardes no tienen nada, a ver quién tiene narices a afirmarlo. Pero es que enarbolan en solitario el honor de ser mineras y de León. Y eso, sin duda, fue lo mejor del día de ayer.

Un desastre comparando cifras

Fácil es pensar cómo unos y otros estaban esgrimiendo fácticamente muchas definiciones de la 'cobardía' que consideran de los demás y que llevó a la concentración a ser un desastre comparada con la de 1984. En aquella salieron como mínimo 35.000 personas, aunque la cifra oficial fue de 90.000. Ayer la organización afirmó que “como mínimo” había 4.500 ó 5.000 personas. Aún así, la comparación es brutal. Entre 90 y 18 veces menos que aquel 4 de mayo de 1984, dependiendo de si usamos los mil o los cinco mil asistentes sobre la cifra más positiva de hace 30 años. Y del recorrido, mejor no establecer comparaciones.

Lo letal del asunto no es la interpretación que se le puede dar a una concentración fallida como la de ayer en León porque podría decirse que sería cobarde, sino la que en Valladolid mañana lunes van a realizar en perfecto castellano: “Son pocos y cobardes. León está vencido y ya podemos hacer lo que queramos con él”. ¿Puede permitirse esta provincia la desaparición social y política del leonesismo como parece que ayer quedó en evidencia?

Mentirse en las cuentas y en la capacidad actual de la opción de representatividad del leonesismo en la calle y las instituciones es no sólo un punto de cobardía por no reconocer la realidad, sino de una actitud pragmática similar preocupante porque es no reconocer la quiebra y falta de fuerza de un leonesismo vital para esta tierra. Ojo, que no se duda que la organización se lo ha currado, que se ha esforzado, que se ha dejado la piel... pero el problema es que esforzarse mucho en objetivos erróneos no implica éxito, sino todo lo contrario. Más cuando se suspende estrepitosamente “primero de manifestación”. ¿Convocar un sábado de mayo? ¿Por la tarde? ¿Una manifestación “apolítica” que al final ha promocionado un partido político en exclusiva como la UPL? ¿Una manifestación sobre la que no tomar partido? ¿Entonces León, o su región, qué es? ¿Un ente, un sueño, algo sobre lo que no tomar partido? Es que es de nota y ésta es “Muy deficiente”.

Aunque claro, ser el que refleja la realidad es, para los que no quieren verla, de una cobardía extrema. ¡Cómo se puede ser tan cobarde de atacar un sentimiento que importa más que cualquier cosa mostrando su extrema debilidad, que nos deja a los pies de los caballos de la Junta! Como si no fueran ellos los que lo aparentan con su actitud al no enfrentarse a los hechos en crudo y comenzar a buscar una solución.

Al final el que dice que el Rey está desnudo, es el cobarde que estropea la fiesta. En la definición más cobarde del término por parte de los demás que no sólo no quieren verlo sino que no les interesa reconocerlo. Por desgracia León tendrá que asumir su cobarde indefensión si esto continúa así.

Puede que sea la consecuencia de la insoportable levedad del leonesismo en 2014. ¿Habrá tiempo y valentía para que no continúe así en 2015? ¿O seguirán llamándose cobardes unos a otros mientras nadie solventa nada?

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