Las 'aventureras' rurales en diferentes rincones de León Maribel Macía, Nélida Gutiérrez y Leticia Fernández.

Nuria V. Martín

El 19 de noviembre se celebra el Día de las Emprendedoras. Esta efeméride tiene sus raíces en la necesidad de reconocer la valentía, innovación y resiliencia de esas mujeres que, a pesar de las adversidades, han decidido crear su propio camino en el mundo empresarial. Emprender en León es como sembrar en tierra fértil, a menudo impredecible. La provincia, rica en tradición y cultura, también se ha convertido en cuna de innovación y emprendimiento.

La tierrina, como todo, tiene dos caras en el ámbito del emprendimiento, en general, y el de las mujeres, en particular. Los leoneses son muy fieles a sus negocios y aquí el emprendimiento busca beber de la fuente inagotable de tradiciones y cultura leonesa para enriquecer sus propuestas. Y aunque puede parecer una provincia pequeña, León es un diamante en bruto, lleno de posibilidades para aquellos dispuestos a pulirlo. Sin embargo, en un mundo globalizado, lograr que un negocio local destaque puede ser complicado, y por eso la digitalización es un reto constante para las emprendedoras tradicionales.

En este mosaico de emprendimiento leonés, hay mujeres que son verdaderas piezas de arte. Ellas, como guardianas de la esencia de León, han sabido entrelazar tradición y modernidad en sus proyectos.

Nélida Gutiérrez Otero, Nafardela eco, va de huevos ecológicos

Nélida Gutiérrez Otero, pionera en la producción ecológica, comparte su experiencia al frente de Nafardela Eco, una granja de gallinas situada en Villanueva de Omaña. Con dieciocho años de trayectoria como educadora ambiental y dos años inmersa en el mundo de la avicultura ecológica, Nélida representa la tenacidad y el compromiso con el desarrollo rural sostenible. Muestra de ello es su gestión en el Centro del Urogallo.

Su incursión en la granja, que comenzó en 2020, ha sido una continuación natural de su compromiso con el medio ambiente. La conexión con el terruño y su pasión por la naturaleza son el corazón de su negocio. “Lo bueno de mi trabajo es que me ha permitido seguir viviendo en mi pueblo”, comenta. Aprovecha para ensalzar el trato respetuoso y natural que brinda a sus animales practicando una ganadería libre de sustancias químicas, “mis gallinas son alimentadas con pasto natural y piensos a base de cereal y leguminosas de cultivo biológico. Pero también están distribuidas en pequeñas manadas para que se reconozcan y formen sus propias jerarquías, lo que supone llevar una vida feliz y libre del estrés”.

No obstante, no todo es idílico, porque “lo malo en mi trabajo es la distribución del producto”, lamenta. Son muchas las dificultades adicionales que implica estar alejada de los centros urbanos, lo que encarece el producto o supone perder rendimiento para intentar ser competitiva en el mercado.

Nélida es franca respecto a los desafíos de emprender en el medio rural, “en el medio rural no es nada fácil emprender. Por mucho que los políticos se llenen la boca con la España vaciada, no existe ninguna facilidad, ni ayudas económicas específicas y medidas de flexibilidad para proyectos pequeños y asequibles”.

Para mejorar esta situación, hace un llamamiento a las instituciones, “les pediría medidas de flexibilidad para adaptar la legislación a las circunstancias del medio rural y para los pequeños negocios”. Asimismo, solicita apoyo para no perder competitividad, así como mejoras en las infraestructuras de comunicación, fundamentales en el mundo conectado de hoy.

Nélida Gutiérrez Otero se erige como un ejemplo de resiliencia y visión de futuro en la provincia leonesa, demostrando que, con pasión y adecuado apoyo, el emprendimiento ecológico no sólo es posible sino que es esencial para el mantenimiento de las comunidades rurales y el cuidado del medio ambiente.

Leticia Fernández, Miel La Cazurra, el dulce emprendimiento

En el pulso constante de la vida rural, donde el emprendimiento femenino se dibuja con contornos de tenacidad y pasión, Leticia Fernández Rascón de Miel La Cazurra nos brinda su experiencia como apicultora en la montaña leonesa (las Reservas de la Biosfera del Alto Bernesga y Omaña y Luna.) desde 2018. Su narrativa se entreteje con la naturalidad y la autenticidad de quien ha encontrado en el zumbido de las abejas no sólo un oficio sino una forma de vida.

“Mi decisión de ser autónoma surge cuando decido reincorporarme al mercado laboral después del nacimiento de mi segundo hijo”, relata Leticia. Su elección fue motivada por la dificultad de encontrar trabajo por cuenta ajena siendo madre, una situación que la llevó a considerar el autoempleo no sólo como una opción, sino como una oportunidad.

Ubicada en La Robla, Leticia disfruta de las comodidades que muchos enclaves rurales envidian: “Yo puedo acceder andando al colegio, a la farmacia, al supermercado o al médico”. Esta cercanía le permite disfrutar de una calidad de vida envidiable, poniendo de relieve los valores añadidos de vivir y trabajar en el medio rural.

En su relato, Leticia expone una de las dicotomías más profundas que enfrentan las mujeres en la sociedad actual, “la vida de las mujeres y, particularmente, la de aquellas que somos madres, es complicada porque la sociedad nos exige que criemos como si no trabajáramos y que trabajemos como si no tuviéramos hijos”. A pesar de ello, subraya la solidaridad que se encuentra en las comunidades rurales, donde se teje una “red social, una tribu, para criar a nuestros niños”.

El trabajo en la apicultura le brinda a Leticia una gratificante flexibilidad, aunque reconoce la exigente realidad del autónomo. “La parte positiva es la flexibilidad horaria que, a la vez, da lugar a la fórmula mágica del autónomo 24-7-365”, indica. No obstante, afirma con convicción que su labor la hace inmensamente feliz, “ y que, además, me emociona, me ilusiona y me complementa”.

Dirigiéndose a las instituciones, Leticia hace una petición concreta: “Una reestructuración del modelo de trabajo, poniendo los cuidados en el centro y facilitando la conciliación de la vida laboral y la vida familiar”. Esta es una demanda clave para mejorar la vida de los emprendedores rurales, especialmente para las mujeres que desempeñan múltiples roles dentro de sus comunidades y hogares.

El testimonio de Leticia Fernández Rascón muestra que, incluso entre colmenas y montañas, el espíritu emprendedor puede florecer con el apoyo adecuado, iluminando con ello el camino de futuras generaciones de mujeres en el emprendimiento rural.

Maribel Macía Hidalgo, OpenClose, branding artesanal y decoración consciente

Maribel Macía Hidalgo, escultora y artesana creativa, es el talento detrás de OpenClose desde 2018 en Cacabelos, aunque sus raíces están en Villaquejida. “Es el responsable de que aprendiera a amar los pueblos, los valores que en ellos se transmiten y gracias a aborbarme (palabra endémica de Villaquejida que significa mojarse o calarse hasta los huesos) en la plaza del pueblo casi todos los veranos, en 2016 decidí con mi pareja, dar el salto del asfalto al campo buscando una mejor calidad de vida”, relata.

Su sello que está especializado realizar piezas y esculturas perdurables de identidad de marca y elementos decorativos con valores ecofriendly y carácter artesanal. El ‘Branding Artesanal’ es una herramienta diseñada para alinear estéticamente el producto o espacio de emprendimientos y pequeños negocios con la esencia de su marca.

Este proceso involucra un estudio detallado de la marca, asesoramiento y diseño de piezas personalizadas, todas realizadas a mano, mejorando así la conexión con el cliente. Paralelamente, la ‘Decoración Consciente’ busca satisfacer las necesidades estéticas del cliente de forma respetuosa y armónica, enfocándose en el bienestar.

A pesar de lo bonito que se presenta su proyecto, la artesana reconoce que emprender, y menos con una pandemia por el medio, no es fácil ni para todo el mundo. “Hay que tener una mente muy abierta, el corazón muy fuerte y un sentido de resiliencia que trabajar todos los días. No es estable, te crea muchas incertidumbres y tienes que saber priorizar, porque vas a sacrificar cosas en tu día a día”, enumera.

Sin embargo, asegura que está muy orgullosa y agradecida se su proyecto de vida. “Para mí es un trabajo tan completo que hasta veo beneficios en implementar el emprendimiento en las aulas y mejorar herramienta y habilidades de crecimiento personal desde la infancia”, propone. Y además, recalca que haber puesto en marcha su proyecto en León ha sido muy positivo, ya que es una provincia cercana y que se implica con sus nuevos pobladores, apoyando el emprendimiento. “Los organismos como El Consejo Comarcal del Bierzo, Asodebi, como grupo de acción local o la cámara de Comercio de León, me han ayudado con la burocracia, visibilidad o formaciones que aún hoy disfruto”, agradece.

Sin embargo, sí que nota diferencias entre la ciudad y el mundo rural, y son esas diferencias las que se convierten en dificultades porque “estamos tan acostumbradas a vivir con problemáticas que no se resuelven que caemos en el riesgo de normalizarlo”. Considera vital que se promuevan iniciativas que fomenten la formación, el acceso a la tecnología, y el fortalecimiento de redes de apoyo entre emprendedores. La realidad es que, aunque sea un mundo cada vez más digitalizado, aún existen barreras y desigualdades para aquellos que viven en el mundo rural. Necesitan tener un acceso más fácil a internet de calidad, formación adaptada a sus necesidades y un acompañamiento real en sus procesos emprendedor.

Maribel subraya la importancia de tener un registro real de artesanos y de considerar un IVA diferenciado para los trabajos artesanales. Propone la idea de utilizar edificios públicos para espacios de coworking o cooperativas sociales y de organizar mercados o showrooms para destacar el talento local. “Estas propuestas no sólo ayudarían al emprendimiento”, dice, “sino que fijarían población, generarían servicios y mantendrían los pueblos vivos, valorando su arte y folclore”.

Pero para ayudar a las emprendedoras también hay que trabajar desde las aulas, ya que las nuevas generaciones deben conocer y valorar el mundo rural, entender de dónde vienen y cuál es el legado que deben proteger. “Para ello, es crucial que las instituciones educativas incorporen en sus currículos contenidos relacionados con la cultura, historia y valores del mundo rural. De esta manera, lograremos que los jóvenes vean el entorno rural no como un lugar del pasado, sino como un espacio lleno de oportunidades y futuro”, recalca la escultora.

A pesar de los desafíos, Maribel ve su trabajo como una oportunidad para expresar su arte y acercar la escultura al público general. OpenClose es su vehículo para lograr esto, permitiéndole explorar su creatividad y mostrar la artesanía como un oficio de calidad. “El mundo rural es un cúmulo de riquezas, de historias y de personas que, aunque a menudo invisibilizadas, llevan el peso y el legado de generaciones pasadas. Es un tejido social y cultural que necesita de nuestra atención, reconocimiento y apoyo. Como artesana y emprendedora, he sentido en numerosas ocasiones la falta de recursos, formación y herramientas necesarias para desempeñar mi trabajo de la mejor manera. Sin embargo, también he sido testigo de la fuerza, la resiliencia y la solidaridad de esta comunidad”, asegura.

En un “trabajo de hombres”

En un mundo donde el género ha sido históricamente un factor determinante en las oportunidades y el trato recibido en el ámbito laboral, las experiencias de Maribel ofrecen una perspectiva singular sobre la vida y el trabajo en el entorno rural. “Como mujer, entiendo que mi caso no es igual al de otras personas. Pero sí que creo que, dentro de las diferencias de profesión o casuísticas personales, todas podemos compartir obstáculos e incertidumbres muy similares en las que podemos apoyarnos con empatía”, comienza Maribel. “Si te contaré que antes de emprender, estuve más de 10 años como soldadora profesional, lo que podemos entender como uno de esos 'trabajos de hombres'. Nunca sentí que se me tratara diferente por género, siempre hice los mismos trabajos que mis compañeros e incluso me promocionaron y motivaron a aprender y mejorar siempre”, termina de exponer.

A pesar de estos años positivos, Maribel también ha enfrentado situaciones en las que ha sido tratada de manera condescendiente o diferente debido a su género. “En ocasiones, me llevo a comprar material a mi pareja porque cuatro manos abarcan más que dos; y es curioso cómo se dirigen a él o si voy sola, siempre quieren explicarme lo que estoy comprando”, comenta.

También relata experiencias con clientes que expresaron sorpresa o duda sobre su habilidad para manejar ciertos trabajos por ser mujer. Sin embargo, Maribel destaca que el mundo rural ha cambiado y las mujeres ya no se limitan a roles tradicionales. “La mujer del mundo rural ya no es únicamente una mujer que se dedica a la ganadería, a la agricultura o el campo; lidera negocios, genera servicios en su entorno y concilia con un negocio creativo o artesanal que refleja la realidad social y cultural de su entorno hoy en día”.

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