El 11M desde los medios: de los teléfonos sonando en la radio a llevar al papel el peor atentado de la historia de España

Atentados del 11M en la estación de Atocha de Madrid.

César Fernández

Al principio el 11M fue “el desconcierto”. Los teléfonos sonaban sin parar en la redacción central de la Cadena SER. Su actual jefe de Internacional, el berciano Pablo Morán, tenía todavía 23 años. Y ya estaba en el equipo de edición del Hoy por hoy, el programa más escuchado de la radio española, con Iñaki Gabilondo al frente. La gente llamaba a la emisora para alertar de explosiones en distintos puntos de Madrid. “Era imposible decidir a dónde íbamos”, cuenta. Cuando empezaron a calibrar la magnitud de lo que estaba pasando, a Morán le tocó desplazarse a la estación del Pozo del Tío Raimundo. “Era la primera vez que me mandaban a una cosa así”, señala. No se acuerda de cómo hizo el viaje, pero sí de ir escuchando a sus compañeros, de consultar los teletipos que había impreso y de tomar algunas notas para tener preparada la crónica cuando le dieran paso. Y lo que se encontró el 11 de marzo de 2004, el día en que el país sufrió el mayor atentado de su historia, fue “el caos”.

Lo que llegó después fue “el pánico”. Pablo Morán ya había para entonces oído a su compañero Severino Donate comparar desde Atocha lo ocurrido con atentados en Israel. El berciano no vio la carnicería de cadáveres con la que se encontraron los periodistas que llegaron antes a los lugares de la masacre. Los cordones de seguridad ya marcaban distancias. El tren de cercanías afectado quedaba a lo lejos. Pero hubo una alerta de que podría producirse otra explosión. “Y recuerdo a la gente corriendo”, repesca. Con esos materiales, un fallo de conexión mediante, y la imagen de un barrio en el que nunca había estado con las persianas bajadas a las 10.00 horas compuso una crónica con la que intentó trasladar sus sensaciones. “Y yo lo que percibí fue pánico. Y rostros de miedo”, rememora 20 años después.

Morán, que por entonces entraba a trabajar en torno a la medianoche y salía a las 9.00 y ya había avisado a su familia de que estaba bien antes de desplazarse al Pozo del Tío Raimundo, regresó a la redacción a media mañana a devolver el equipo. El siguiente turno de trabajo ya estaba tomando las riendas y él se fue para casa: “Lo más inteligente desde el punto de vista organizativo era ir a descansar”. Fue inevitable llegar y poner la televisión. “No había visto las imágenes. Y fueron las imágenes las que me dieron la dimensión de lo que estaba pasando. Me quedé helado y tuve ganas de volver a la redacción”, reconoce.

Pablo Morán, que estaba en el equipo de edición del Hoy por hoy, se desplazó al Pozo del Tío Raimundo: "Y yo lo que percibí fue pánico. Y rostros de miedo

Al día siguiente se produjo “la perplejidad”. La comparecencia el propio 11 por la mañana del líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, desmarcando a ETA de los atentados ya había “sorprendido mucho”. Fue el viernes cuando las fuentes de los periodistas de la SER dedicados a Tribunales e Interior les iban contando cosas en una dirección diferente a las comparecencias del ministro del Interior, Ángel Acebes, y del presidente del Gobierno, José María Aznar, que insistían en ETA como línea de investigación preferente frente a las evidencias que iban apuntando hacia el terrorismo islamista. Había una pregunta que flotaba en el ambiente de la redacción: “¿Cómo nos pueden estar mintiendo en estos momentos?”. La respuesta estaba en un contexto condicionado por las elecciones generales convocadas para ese mismo domingo 14: “Y no éramos incautos”.

Pese a su juventud, Pablo Morán ya tenía experiencia en la cobertura de una “barbarie”. Era becario cuando se desplazó desde Ponferrada a Madrid para echar un cable ante el 11S en Nueva York. “Y esto fue la confirmación de la barbarie”, dice al reconocer paralelismos entre los dos atentados y atribuir a la gestión política del segundo el hecho de “crear un halo de impunidad en torno a la mentira” como “antecedente de las fake news” sin que “nadie haya pagado por ello”. Lo que constató en ambos casos en la redacción de la SER fue “cómo no perder la cabeza y no dejarse llevar por el pánico”. “Al final esto es un oficio. Y vas aprendiendo fijándote en los que saben”, reflexiona tras recordarse aquellos días “duplicando boletines” y situarse en 2015 al lado de Àngels Barceló “tratando de llevar la calma a la antena” al contar los atentados de la Sala Bataclan de París. Entonces ya con cargo de responsabilidad en Hora 25, en este 2024 cumple 25 años desde sus primeras prácticas en Radio Bierzo en una cadena que celebra su centenario. Ahora como jefe de Internacional, capeando en un escenario con dos guerras “muy graves” en Ucrania y Gaza, cuando se le pide que rescate una imagen del 11M, él se queda con un sonido: “Los teléfonos sonando. No acababas de colgar y ya estaban sonando otra vez. Creo que nunca sonaron tanto”.

Fue por teléfono como el también berciano Modesto Carrasco, por entonces jefe de Infografía del diario El Mundo, recibió la primera noticia sobre el 11M en torno a las 9.00 horas. El que llamaba era el subdirector del periódico Jorge Fernández. “Me había tocado cubrir atentados de ETA a porrillo”, rescata Carrasco, que ese día se recuerda llegando a la redacción y recibiendo el encargo de gestionar una doble página. Ante situaciones de estas características, parte del equipo se desplazaba al lugar de los hechos para tomar datos y otra parte se quedaba en el departamento. Hay una parte de nebulosa en la recreación de aquel día. Si Pablo Morán no recordaba cómo se había desplazado hasta el Pozo del Tío Raimundo, Modesto Carrasco tampoco está seguro de haber atendido el ofrecimiento de su compañera Lucía Méndez para ir a su casa: “Ella vivía cerca de Atocha. Pero creo que no llegué a desplazarme”.

Volviendo a casa en la madrugada del 11 al 12 de marzo, el entonces jefe de Infografía de El Mundo, Domingo Carrasco, tuvo una "sensación de silencio en las calles" que compara con el confinamiento por el coronavirus

Fuera como fuera, en torno a las 11.00 horas ya había una conclusión en la redacción. El atentado no tenía precedentes. “Aquello era muy gordo”, constata. El trabajo para la primera edición de emergencia fue “más sencillo”, basado fundamentalmente en localizar los diferentes escenarios de las explosiones. La labor para la edición del día siguiente sí resultó más compleja al tener que perfilar detalles para concretar las infografías. “Había que buscar el modelo de tren que era. Había trenes de cercanías de dos plantas y otros más normales”, detalla Carrasco. Y la aparición en sucesivos días de nuevas pistas y datos obligaba a actualizar las versiones al tiempo que el rotativo adoptaba una línea editorial muy marcada que lo convirtió luego en uno de los puntales de la 'teoría de la conspiración', la que adjudicaba a ETA vínculos con la masacre: “Y había gente en el periódico que no estaba de acuerdo con ese posicionamiento”.

Carrasco, que había llegado a El Mundo en enero de 1990 al poco de su fundación de la mano del recordado Mario Tascón (con el que ya había coincidido en el semanario Bierzo 7) recuerda precedentes como el 11S. “Fue de alguna manera comparable, aunque entonces desde la lejanía”. Y cita luego otros episodios de mucha intensidad como el accidente de un avión de Spanair en el verano de 2008 con más de 150 muertos. El 11M puso un punto y aparte en lo profesional. Y, en lo personal, sitúa el impacto emocional en la visión de una fotografía de un niño ensangrentado. La jornada, que había empezado a primera hora de la mañana, se prolongó hasta la madrugada. Regresando en coche en casa, tras un día en una redacción que “era un bullicio a todas horas”, tuvo una “sensación de silencio en las calles” que no volvió a vivir hasta el confinamiento de la población obligado por la pandemia del coronavirus.

Rycardo de Paz estaba en el departamento de Diseño, Infografía y Maquetación de El Mundo en Barcelona: "La principal característica fue el solemne silencio con el que se trabajó. Todo el mundo estaba impactado

De madrugada había terminado la jornada el día anterior, en plena campaña electoral, el berciano Rycardo de Paz, que formaba parte del departamento de Diseño, Infografía y Maquetación de El Mundo en Barcelona. Todavía estaba acostado cuando comenzó a sonar el teléfono. Luego llegó “la vorágine”. Aunque habitualmente trabajaba de 15.30 horas hasta el momento en que arrancaba la rotativa, el equipo de Barcelona se puso pronto a disposición de Madrid. “El Mundo era el gran referente en materia de infografía en la prensa española”, subraya De Paz, que se recuerda componiendo piezas complementarias y de apoyo para tratar de informar sobre los atentados. El terreno era en parte ya trazado. “Yo me 'comí' muchos atentados”, cuenta con el recuerdo del asesinato del exministro de Sanidad Ernest Lluch en noviembre de 2000, con la complejidad añadida de que se produjo por la noche. Pero el 11M desbordó lo ya conocido en un país acostumbrado a convivir durante décadas con el terrorismo.

“Desborde” es precisamente la palabra que más repite Rycardo de Paz al reconstruir el trabajo de aquellas horas. El atentado afectó “de rebote” al trabajo de los días siguientes en la medida en que hubo que reconfigurar la paginación y reducir el espacio dedicado a Cataluña. De Paz, que también había coincidido con su paisano Modesto Carrasco en Bierzo 7 y que estuvo en El Mundo entre 1992 y 2012, se recuerda muchas noches (ante esta y otras circunstancias) “tirando el trabajo a la basura” para recomponer las páginas y se reconoce entre los “defraudados” por la deriva línea editorial de un periódico que había sido “referente de buen hacer”. Ahora que 20 años después echa la vista atrás, comparte con compañeros una sensación diferente a la vivida en el epicentro de la tragedia, a 500 kilómetros de distancia. “La principal característica de la redacción aquel día fue el solemne silencio con el que se trabajó. Un espacio que habitualmente es bullicioso, aquel día estaba inundado por un profundo silencio. Todo el mundo estaba impactado”. Y fue así como tres bercianos nacidos en Ponferrada contaron e ilustraron el peor atentado en la historia de España.

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