Expertos de la ULE trabajan en un tratamiento de depuración de aguas residuales

De izquierda a derecha: Diego García, Laura Gil, Antonio Morán y Adrián Escapa, todos ellos del Grupo de Ingeniería Química, Ambiental y Bioprocesos de la ULE.

Ical

Científicos y tecnólogos de la Universidad de León (ULE) han perfeccionado el proceso de depuración de aguas residuales urbanas mediante bioelectrolisis catalítica, tal y como han dado a conocer en artículos publicados recientemente en varias revistas de carácter internacional, como 'Bioresource Technology' y 'Journal of Environmental Management'. La bielectrolisis catalítica es un sistema que degrada la materia orgánica del agua residual mediante la utilización de microorganismos que presentan actividad bioelectroquímica.

Además, y de forma paralela, el proceso permite la obtención de energía limpia en forma de hidrógeno, sin que se generen emisiones contaminantes. En los laboratorios de la ULE, los ingenieros del grupo de Ingeniería Química, Ambiental y Bioprocesos que lidera Antonio Morán, han conseguido aumentar el tamaño de los equipos utilizados en los tratamientos bioelectroquímicos, de manera que han pasado de la escala de mililitros a litros, lo que sin duda les hace mucho más operativos.

Antonio Morán explicó que el equipo, que trabaja en varios proyectos de I+D junto con varias empresas, ha estudiado diversos factores que tienen influencia en el tratamiento, como sería la cantidad de contaminación del agua residual tratada, o la energía que es consumida y producida en el proceso, dijo. En general, explicó, los resultados obtenidos identifican una contaminación que hace que el uso de la bielectrolisis catalítica sea “factible” en términos de consumo de energía y la eficiencia de eliminación de esa contaminación.

La celda bioelectrolítica o reactor utilizado para este sistema ha consistido en unidades tubulares dobles hidráulicamente conectadas en serie, que han sido capaces de reducir hasta en un 85 por ciento la demanda química de oxígeno del agua residual de entrada. El reactor dispone de un compartimento anódico en el que crecen diversas comunidades bacterianas, que oxidan el sustrato orgánico de las aguas residuales, con lo que generan, fundamentalmente, electrones, protones y CO2. Los primeros son captados por el ánodo y conducidos a través de un circuito externo hacia el cátodo.

Por su parte, los protones cruzan hacia el compartimento catódico a través de una membrana polimérica. Ambos, electrones y protones, se combinan y dan lugar a H2, lo que hace posible recuperar una parte de la energía consumida en el proceso de tratamiento del agua residual.

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