Científicos leoneses investigan bacterias que podrían haber mitigado el desastre del Prestige

Equipo investigador del Área de Bioquímica y Biología Molecular

Ángela Bernardo

Corría noviembre de 2002. Enfrente de las costas gallegas, un buque petrolero de Liberia se hundía ante la atónita mirada de miles de ciudadanos que veían la rotura del casco en sus televisores. El desastre del Prestige tiñó el mar de negro, el color del petróleo que devastó decenas de kilómetros de playas gallegas, asturianas y cántabras, provocando uno de los mayores desastres ecológicos en España.

Tras el vertido, cientos de voluntarios ayudaron en la ardua tarea de limpiar las costas de chapapote. La tragedia medioambiental, aún grabada en nuestras retinas, ha supuesto también el impulso de nuevos proyectos científicos que tratan de evitar que, en lo posible, el desastre del Prestige vuelva a suceder. Uno de los grupos de investigación pioneros en España en esta materia se encuentra en la Universidad de León.

Dirigido por el Dr. José María Luengo, Catedrático del Departamento de Biología Molecular, el equipo científico trabaja en un área conocida como biorremediación. Este campo es una aplicación directa de la biotecnología, y según nos explica el investigador Álvaro Barrientos, “es todo aquel proceso o tecnología que usa seres vivos para eliminar los contaminantes acumulados en determinados ambientes”. Aunque el grupo de la ULE centra su estudio en las bacterias, lo cierto es que otros organismos (como las plantas, los hongos o las algas) pueden llevar a cabo la modificación, transformación, inactivación o incluso la completa degradación de estos compuestos químicos contaminantes.

La razón por la que los científicos leoneses trabajan con bacterias es sencilla. Según Barrientos, “estos seres vivos son los más usados en biorremediación, dado que presentan una gran flexibilidad metabólica”.

Dentro del heterogéneo mundo de las bacterias, podemos encontrar especies con características fisiológicas muy diversas. Por este motivo, explica Barrientos, “no existe compuesto o elemento químico que no pueda ser eliminado por algún representante bacteriano”.

En particular, el grupo investiga las posibilidades de unas bacterias específicas, llamadas Pseudomonas putida. Dentro de las bacterias, cuenta el científico, “las especies pertenecientes al género Pseudomonas se caracterizan por la gran cantidad de compuestos que pueden llegar a mineralizar”.

Lo que hacen este tipo de microorganismos es tan simple como complejo: se alimentan de compuestos químicos, por lo que pueden degradarlos con facilidad, gracias a la extraordinaria maquinaria molecular que poseen. Pero para poder usar estas bacterias en desastres ecológicos como el Prestige, los investigadores necesitan conocer los trucos biológicos de estos organismos cuando se nutren de dichos compuestos tóxicos.

Reducir el colesterol, una posible aplicación de estas investigaciones

Recientemente los científicos de la ULE han publicado en la revista Environmental Microbiology un nuevo estudio en el que abordan los secretos moleculares de estas bacterias en la degradación de algunos tipos de esteroides. En este trabajo vuelven a utilizar Pseudomonas putida como modelo, desentrañando los genes y enzimas implicados en esta ruta metabólica.

Los científicos de la ULE han logrado desvelar los secretos moleculares de las bacterias para degradar algunos esteroides

Aunque como explica Barrientos, “el estudio se centra en la investigación básica, y no busca a priori aplicaciones directas”, los investigadores son conscientes de que estos resultados podrían tener una repercusión más allá de la biotecnología ambiental. Y es que sus conclusiones podrían facilitar en el futuro la hemisíntesis de compuestos esteroídicos con interés farmacológico o clínico. “Podrían servir para combatir o mitigar determinadas patologías como las hipercolesterolemias”, cuenta el investigador a ileon.com.

En este trabajo, el grupo de la ULE ha contado con la colaboración de equipos científicos de Alemania y Canadá. Además de los resultados publicados ahora, los investigadores del Área de Bioquímica y Biología Molecular desarrollan otras dos líneas científicas más, centradas en la biodegradación de la histamina y la producción de bioplásticos por parte de los mismos microorganismos.

Sus estudios han sido realizados gracias a la colaboración con varios grupos nacionales e internacionales, entre los que destacan los equipos del Dr. José Luis García (Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC) y el Dr. Julián Perera (Universidad Complutense de Madrid). Dados sus pioneros resultados y los avances logrados en biotecnología ambiental, el grupo de la Universidad de León ha sido declarado 'de excelencia' por parte de la Junta de Castilla y León.

Voluntarios de la Universidad de León limpiando el desastre del Prestige.“Debemos aumentar nuestros esfuerzos en investigación aplicada”

A pesar de sus destacados avances, este grupo de científicos es plenamente consciente de la dura situación de la investigación en España. Como explica Álvaro Barrientos, “la crisis económica ha afectado muy directamente al Sistema de Ciencia y Tecnología” y por tanto la dotación presupuestaria de todos los proyectos, incluidos los de este equipo de la ULE, se ha reducido.

En el pasado la producción científica en España era bastante buena, cuenta Barrientos, “mucho mejor de lo esperado para una economía como la nuestra”. Los recortes, sin embargo, han terminado afectando a la I+D+i. “Es una pena que perdamos la competitividad que tantos esfuerzos nos ha costado conseguir”, explica el investigador de la Universidad de León.

Barrientos entona también el mea culpa a la hora de analizar la situación de la ciencia en España. Y es que afirma que aunque deban incrementarse con urgencia los presupuestos dedicados a los fondos, becas y ayudas de investigación, “los científicos también tenemos una responsabilidad”, admite. En su opinión, los investigadores deben hacer un mayor esfuerzo para lograr más aplicaciones de sus resultados científicos. Barrientos es claro: “hacemos muchas y buenas aportaciones científicas, pero patentamos poco”.

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