El boom de las tallas grandes

Moda. Pasarela. Modelos.

La moda es un reflejo de la sociedad. Históricamente ha estado ligada a la clase social; a través de ella la aristocracia, por ejemplo, ha podido demostrar su nivel económico. Cada nueva generación ha visto también en la vestimenta una forma de expresar sus gustos musicales, como en el caso del punk, o simplemente de comunicar su personalidad o su manera de pensar. En la actualidad, el movimiento feminista ha conseguido retar a los prototipos de belleza impuestos socialmente y ha propiciado, como consecuencia, el boom de las tallas grandes.

En un mundo donde, según un estudio del Imperial College London de 2016, 640 millones de personas padecen obesidad, debería existir por lógica un mercado dedicado a las tallas grandes. Todavía no es así, o al menos no es suficientemente grande como para cubrir la demanda de personas con tallas superiores a la 44. Poco a poco, las marcas se van dando cuenta de esa necesidad y lo están convirtiendo ahora en una oportunidad de negocio.

Ese cambio de tornas se debe, en parte, a las exitosas trayectorias de modelos e influencers como Ashley Graham, Paloma Elsesser o Robyn Lawley, la cara visible de este cambio en el mundo de la moda, que gradualmente va siendo más inclusivo. Prueba de ello es también el hecho de que Graham estuviera en la lista de Forbes de las modelos mejor pagadas de 2017, junto a algunas de medidas más tradicionales como Kendall Jenner y Karlie Kloss.

La transformación de la industria no va a cambiar solo con modelos curvy que consigan conectar, mediante las redes sociales, con un público que tampoco se rige por ciertos cánones de belleza. Los medios de comunicación deben dar más visibilidad a ese tipo de cuerpos y describirlos igualmente como “bellos”. Es de celebrar, pues, que la revista Cosmopolitan pusiera en portada a Tess Holliday en su versión británica en el mes de octubre.

Supone igualmente un paso adelante que en las pasarelas de todo el mundo empiecen a desfilar también modelos de tallas grandes. La Cibeles de Madrid expulsó en su día varias modelos por no superar el control de peso mínimo, pero ha sido en la Semana de la Moda de Nueva York de este septiembre donde hemos visto más maniquíes plus-size que nunca. Es el caso del rompedor y representativo show de la línea de lencería de Fenty creada por Rihanna.

El verdadero cambio no llegará, sin embargo, hasta que todas las firmas de moda apuesten definitivamente por tallas para todo tipo de cuerpo. Algunas marcas se excusan afirmando que ningún distribuidor les comprará tallas grandes; otras simplemente tienen miedo a lo desconocido. En 2017, Alexander McQueen puso dos modelos curvy en uno de sus desfiles y son muchas ya las que se suman a la oleada. Llama la atención que Gucci, la firma más buscada en Internet el pasado año 2017 según un estudio de Lyst, no haya implantado este canon todavía. ¿Será 2018 el año de las tallas grandes en la alta costura?

La industria tiene también por delante otro gran reto: la moda masculina de tallas grandes, incluso mucho menos representada que la femenina, aunque en Estados Unidos ya ha llegado a mover 1.000 millones de dólares. La representación, a su vez, debería aplicarse de verdad, y no por cuestiones publicitarias, y no limitarse a las tallas grandes, sino ampliarse a gente de etnias y circunstancias diversas. Marián Ávila, la primera modelo con síndrome de Down en desfilar en la pasarela neoyorquina, ya ha demostrado que eso es posible.

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