Cuidado con avispas y abejas: las consultas por alergias aumentan año a año

Retirada de nidos de avispa asiática en el valle de Mena, Burgos

J.B.I./ ICAL

Las consultas por reacción alérgica en picaduras de avispas y abejas han crecido un 3,5 por ciento en los últimos tres años y ya suponen el 5,9 por ciento sobre el total la población con problemas por diferentes alérgenos -ambientales, alimentarios, fármacos- frente al 2,5 por ciento de los casos tratados en 2015. Así lo refleja estudio epidemiológico de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic).

La doctora Alicia Armentia, jefa del Servicio de Alergología e Inmunología del Hospital Río Hortega, explica a Ical que este incremento en las consultas se debe a la formación en Atención Primaria y la mejora del diagnóstico. Este centro de referencia recibe a pacientes de Valladolid, Segovia y Palencia para realizar pruebas cutáneas y aplicar tratamientos inmunológicos.

Así, en 2018 se atendió en este complejo asistencial a 253 pacientes por alergia a himenópteros (avispas y abejas) y otros insectos, frente a los 190 que acudieron en 2017, con un aumento del 33 por ciento. “Estamos asistiendo a un aumento de la incidencia en esta patología que, fundamentalmente, se debe a una mejor derivación de estos pacientes desde Atención Primaria, cuyos médicos se han formado adecuadamente”, señaló Armentia, que recordó que el pasado 15 de junio a la jornada 'Vespa' organizada por la Academia de Venenos de Castilla y León asistieron numerosos médicos de Atención Primaria y alergólogos.

“La propia población está más concienciada del autocuidado y tiene más información sobre la existencia de inmunoterapia que trata las posibles reacciones a picaduras de avispas y abejas y la prevención es mucho mayor. Es un problema que tiene solución y Sanidad hace campañas que están dando sus frutos”, señaló.

En esta línea la alergóloga precisó que se han realizado diferentes reuniones informativas sobre los métodos de manejo eficiente ante las reacciones adversas a las picaduras, así como talleres para apicultores, médicos, educadores y asociaciones de pacientes sobre el correcto uso de inoculadores de adrenalina autoinyectable, que es el único medio de paliar una anafilaxia o reacción alérgica grave al veneno de insectos.

Análisis moleculares

El Hospital Río Hortega de Valladolid fue el primero de la Comunidad en realizar hace nueve años análisis moleculares por microarrays de las moléculas más alergénicas de cada especie de insecto, con valor pronóstico y terapéutico para afrontar una inmunoterapia específica con anticuerpos que dura entre cuatro y cinco años. Para obtener una vacuna eficaz se precisa conocer el insecto que produjo la picadura y es conveniente llevar una muestra al alergólogo cuando sea posible para extraer el veneno.

“En el caso de las abejas es menos costoso obtener veneno al ponerse una red eléctrica y, al picar en ella, se recoge debajo de una membrana. Con las avispas es más complejo al tener que ir a cazarlas a los avisperos con escafranzas y extraer con un aspirador el veneno. Son necesarios miles de saquitos para hacer la vacuna de una sola persona. No obstante, se trata de vacunas baratas comparadas con otros fármacos”, indicó Armentia.

Recomendaciones

Las variedades que producen mayor número de picaduras son la avispa véspula, la avispa polistes y la abeja (apis mellifera), especialmente en épocas cálidas al hacerse más vida al aire libre. Si la picadura es de abeja se recomienda retirar el aguijón cuanto antes sin presionar sobre el saco de veneno y, para ello, lo mejor es rascar la zona con una tarjeta. Para bajar la inflamación es bueno aplicar frío y lavar con agua y jabón.

La reacción normal a una picadura produce una hinchazón en la zona afectada menor de diez centímetros de diámetro entre el 56 y el 94 por ciento de los casos. Cuando es mayor de diez centímetros, en un 15,7 por ciento de las picaduras, se pueden tomar antiestamínicos y corticoides. La reacción alérgica grave -en un tres por ciento de casos- se produce si hay enrojecimiento y picor en zonas distintas a la picadura, ahogo, mareos, visión borrosa, sudoración, malestar general o síntomas intestinales. Lo mejor si se da esta situación es llamar al 112 o ir a un centro médico al necesitarse adrenalina.

En una anafilaxia o reacción alérgica muy grave al veneno, si ya se ha padecido antes, es conveniente llevar la adrenalina autoinyectable encima para tratarse, ya que en media hora la persona afectada podría fallecer. “En este sentido presentamos un proyecto al Concurso de Ideas en Sanidad, organizado por SacylInnova, que consiste en el diseño de un dron para dejar en poco tiempo la adrelina en zonas de difícil acceso. Se mandaría desde patrullas policiales que se mueven por toda la Comunidad, ya que se dan picaduras en agricultores o apicultores o en un campamento infantil en zonas de montaña”, concretó Alicia Armentia.

Aumento de los alergias graves

Las reacciones graves por picadura de avispas y abejas han aumentado un 20 por ciento en diez años, según el informe Seaic 2015, la tercera edición del estudio epidemiológico de referencia sobre las enfermedades alérgicas en España. Se estima que el diez por ciento de la población sufre una reacción adversa tras la picadura, aunque sólo una pequeña parte experimenta un cuadro generalizado grave que pueda poner en peligro su vida. Esto representa del 0,4 al 0,8 por ciento de casos en niños y del 0,8 al cuatro por ciento en adultos.

La inmunoterapia con veneno de himenópteros es probablemente la forma de tratamiento más eficaz. Para que esa eficacia se consiga, es básica la identificación del insecto responsable, la elección adecuada del veneno y mantener las dosis y tiempo suficientes para lograr una protección mantenida. Una vez identificada la especie la eficacia de la vacuna será siempre mayor del 90 por ciento.

Estas pruebas diagnósticas, así como el tratamiento específico de la alergia al veneno de abejas y avispas, son realizadas por especialistas en alergología, generalmente en un hospital. Con ello se pretende demostrar la existencia de los denominados anticuerpos 'IgE' específicos frente a un determinado veneno.

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