Los rastros ancestrales en los castros y explotaciones de oro romanas de la Cepeda

Vista de la comarca de la Cepeda desde el Cueto de San Bartolo. (Foto: mendikat.net)

Astorgaredaccion

La Cepeda alberga una riqueza patrimonial de la cultura castrense bastante desconocida y “por desgracia” sin ningún estudio en profundidad, como pone de relieve en las primeras páginas de la revista 'Pasarela' Tino Álvarez, “y para mayor desgracia alguno ha sufrido verdaderos atentados, ejemplos claros de ello son los de Magaz, Villagatón, La Veguellina etc., etc., víctimas de su propia leyenda, de la ignorancia de las gentes y de la desidia de las diferentes administraciones, empezando por las propias Juntas Vecinales de los pueblos donde existen ejemplos de estos antiguos asentamientos”, subraya el articulista.

En la relación que aparece en la revista 'Pasarela' (de la que Astorga Redacción da buena cuenta de su contenido desde su creación publicándola en PDF gracias a los desvelos de Porfirio González García), el recorrido propuesto por Tino Álvarez comienza siguiendo el curso del río Tuerto desde Astorga. Nada más entrar en la comarca se encuentran cuatro castros: en San Román, Carneros, Brimeda, muy cerca de la iglesia, y en Sopeña donde está ubicado uno de los más “famosos por las huellas de las herraduras atribuidas al caballo del patrón Santiago”.

Valle arriba por el Tuerto en las cercanías de Revilla se encuentra uno de los castros más conocidos y brevemente estudiado por José María Luengo, el investigador astorgano que escribió varias publicaciones sobre la Historia y Prehistoria de León y su provincia, y concretamente, en el VI Congreso Nacional de Arquitectura celebrado en el año de 1961 presentó un trabajo sobre los Castros Leoneses en el que cita lo que, José María García Álvarez extrae para su artículo en 'Pasarela' relacionado con el Castro de Revilla, ubicado junto a los pueblos de Revilla y Quintana de Fon, entre los ríos Porcos y Tuerto, casi enfrente y dando réplica al Castro de Magaz.

No muy lejos de Revilla, en el lado opuesto del valle, está el castro de Cogorderos repoblado de pinos hace años, mientras en las cercanías de Castrillos, al norte de una zona conocida como 'Las de aceite', existe otro de estos asentamientos.

La corona de La Veguellina

Especial mención merece la corona de explotación aurífera de La Vegellina. Antonio Natal asegura en la revista que el yacimiento en forma de 'Corona' (Curón o Courón en cepedano), “es la más grande de la provincia si bien la vegetación nos impide observar adecuadamente su envergadura. Los romanos lavaron una parte de la montaña que va hasta Sueros de Cepeda para extraer el oro”. Asegura Benito Álvarez González que la traída del agua para realizar los “ingentes movimientos de tierra se realizaba a través de una red de canales que conducían el agua hasta los depósitos, ”llegaba por un canal, probablemente desde la sierra de Villar, y cuyo último tramo era fácilmente reconocible antes de que se realizara, hace años, la repoblación con pinos en la parte alta de la colina, al norte de la corona“.

Siguiendo el recorrido, en el valle del Porcos el primer castro se encuentra en las cercanías de Magaz, en la zona de la Congosta. Benito Pérez Escarpizo se recrea en el personaje del Rey Magarzo a quien “la mitología popular y la fantasía, atribuyen al Castro el lugar de ubicación de la estatua”, de oro macizo, montado en su caballo en las entrañas del castro. Pero la leyenda, señala Escarpizo, “tiene un condicionante, que, cuando salga a la luz, un gran ruido de campanas atronará los valles y una gran avalancha de agua inundará los campos y acabará con la vida de todos los habitantes, por esto, no debemos tener prisa en descubrir el tesoro del rey Magarzo, ni destruir los mitos que acompañan la historia popular, por la parte que nos toca, a los que vivimos en la comarca”.

Al oeste de Vanidodes hay otro castro estudiado someramente por la Universidad de León. Entre Benamarías y Vega está el Castro de Iglesia Caída, del que en el Museo Arqueológico Provincial están depositadas varias piezas procedentes halladas en este yacimiento, entre ellas, el protagonista, según José María García Álvarez, es un gallo de bronce con cierto parecido al que corona la torre de la colegiata de San Isidoro de Leó, al que los expertos atribuyen un origen persa. “Este gallo votivo es la figura más enigmática del castro. Es también la pieza que tiene mejor documentada su procedencia y la fecha en la que llegó al Museo de León: en el año de 1896”.

En Porqueros, al norte de la estación, se aprecia otro antiguo asentamiento. Las cercanías de este pueblo y todo el monte que lo separa de Zacos y Ucedo “fueron intensamente explotadas por los romanos en busca de oro; eso, por sí solo, daría para un interesante trabajo”, asegura Tino Álvarez. En Ucedo al oeste del pueblo hay otro castro bastante desconocido.

En Villagatón, al norte del pueblo al lado de la presa del pantano, está el castro que los vecinos conocen como 'la

Prudencia', en el que existen cazoletas grabadas en varias peñas y en la parte trasera existen varios fosos. Al suroeste de la localidad, al lado de la vía del tren, existe una corona de explotación aurífera de la época romana, que algunos llaman castro y que posiblemente fuera utilizada como asentamiento. Tino Álvarez destaca que esta corona “fue salvada 'in extremis' de su destrucción por un apasionado de nuestra historia (sirva de ejemplo) cuando la Junta Vecinal del pueblo autorizó a la empresa que entonces construía la nueva carretera a que sacaran de allí la zahorra que necesitaran, lo que hubiera causado la práctica desaparición de ella”.

En Brañuelas se encuentra lo que podría ser un castro aún hoy habitado en la zona conocida como 'el pueblo'. En la vertiente berciana de la Cepeda, en Montealegre se ve otro al este del pueblo. Y muy cerca del límite comarcal, en el camino que de la Cepeda entrando en el Bierzo por Cerezal, se aprecia otro, pero ya en territorio berciano.

La revista se completa con un artículo del investigador Juan Carlos Campos sobre los símbolos grabados en el Castro de Sopeña.

Concluye Tino Álvarez en su introducción, que “como vemos tenemos abundantes ejemplos de castros en nuestra comarca. Creo que es nuestro deber el hacer todo lo posible por conservarlos para las futuras generaciones que espero tengan más respeto y sensibilidad por nuestra historia, que la que la mayoría de nuestras gentes demuestran tener en el momento presente”.

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