Sin medios contra el coronavirus: cómo España intentó huir a ciegas del 'tsunami'

Modelo de bata de emergencia contra el coronavirus usado por sanitarios del Hospital El Bierzo.

Ángela Bernardo / Fundación Civio

Artículo publicado originalmente en la sección 'Medicamentalia' de la Fundación Civio

Al principio de la crisis sanitaria, solo 7 personas eran las encargadas de analizar todas las muestras de coronavirus que llegasen de todo el país. Así lo había estipulado Sanidad el 24 de enero, cuatro días después de que China confirmase que el virus SARS-CoV-2 se podía transmitir entre personas. El equipo, del Centro Nacional de Microbiología (CNM), perteneciente al Instituto de Salud Carlos III, fue también el que confirmó el primer caso de Covid-19 en España.

A finales del mes de enero, cuando la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró la emergencia sanitaria internacional y España conseguía repatriar a una veintena de ciudadanos atrapados en Wuhan (China), el Ministerio decidió cambiar de criterio. Sanidad dio entonces luz verde a que las autonomías pudieran diagnosticar la infección. Eso sí, solo podían descartarse los casos negativos. El resto, los que hubieran sido positivos o fueran dudosos, debían enviarse al CNM para que realizase la confirmación, una vez que Salud Pública lo autorizara.

Según explica a Civio Jesús Oteo, director del CNM, esto era necesario porque, en un primer momento, “la metodología no estaba puesta a punto en la mayoría de los hospitales” y los kits comerciales “eran escasos y no bien conocidos”. Su centro reorganizó el equipo habitual de 7 personas para formar un laboratorio de más de 60 especialistas dedicados al diagnóstico del coronavirus. Los medios en la ciencia española son escasos: la cifra del centro nacional tan solo duplica el número de profesionales (28) que trabajan en la actualidad en el Hospital de Oviedo para detectar la infección.

Durante semanas, todas las muestras positivas y dudosas debían seguir enviándose al CNM, siempre contando con la aprobación de Salud Pública. Estos dos trámites se mantuvieron igual hasta el 11 de marzo, cuando dejó de ser necesario salvo en casos dudosos o positivos de pacientes graves. Fue el mismo día que la OMS declaró a Covid-19 como una pandemia. Hoy el problema “ya no es administrativo”, explica Julio García, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC), que señala que en un principio faltó “diligencia”.

A comienzos de marzo, los hospitales madrileños se adelantaron y dejaron de enviar muestras para que las confirmase el CNM. “Rápidamente nos vimos superados por este tsunami”, reconoce García, ante el “explosivo” número de casos detectados en Madrid. El 3 de marzo, la Comunidad de Madrid notificó 49 infectados; el día 9, esta cifra se había multiplicado casi por diez, hasta alcanzar los 469 afectados. Pero estos datos no ofrecían una imagen a tiempo real debido a los días que tardan en aparecer los síntomas y al tiempo necesario para obtener los resultados de las pruebas.

¿A quién se le ha hecho la prueba de diagnóstico del coronavirus?

El primer plan de Sanidad, del 24 de enero, estableció que solo se analizara a aquellos individuos con síntomas y que hubieran mantenido un contacto estrecho con un caso positivo o que hubiesen viajado a Wuhan (China) en los catorce días previos. Poco después, el 6 de febrero, se amplió el radio de búsqueda a toda China, donde ya empezaba el confinamiento.

El protocolo del 27 de febrero incrementó todavía más la detección hacia las áreas con “evidencia de transmisión comunitaria”, donde no resulta factible relacionar el contagio de nuevas personas con casos previamente conocidos. Por aquel entonces, el norte de Italia ya lo era. Además, el plan pedía que se investigara a pacientes hospitalizados o fallecidos, que, por ejemplo, tuvieran neumonía de origen desconocido, algo que no se había hecho hasta entonces. Así fue como Valencia confirmó el primer fallecido con coronavirus, que había muerto el 13 de febrero.

El documento del 11 de marzo indicó las pruebas para todas aquellas personas con síntomas que hubieran tenido contacto estrecho con un positivo o que hubiesen viajado o residido en áreas donde el virus ya circulaba sin control, donde estaban incluidas la Comunidad de Madrid y el País Vasco. El 15 de marzo, Sanidad ya admitió el escenario de “transmisión comunitaria sostenida” en toda España. Pero la prueba, a partir de entonces, solo se indica en hospitalizados, personal sanitario y trabajadores de servicios esenciales.

El virus pasó desapercibido en España

Durante semanas, el virus parecía estar demasiado lejos. Así había ocurrido también con los anteriores coronavirus, el del primer SARS y el del MERS, cuyo impacto había sido más localizado, lo que puede explicar en parte la falta de reacción occidental. Salvador Peiró, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), apunta otro factor para el exceso de confianza en España: la experiencia de la gripe A, cuando se criticó la sobrerreacción de Sanidad por la compra masiva de vacunas y antivirales contra una enfermedad que, al final, tuvo mucho menos impacto en nuestro país.

Esa confianza explica también que no se hicieran muchas más pruebas. “Estábamos asumiendo que [el coronavirus] solo podía venir de fuera”, dice Peiró. A finales de febrero, nuestro país había investigado un total de 276 casos, de los que 31 eran positivos. Los criterios para hacer pruebas permitían detectar a las personas con síntomas, pero no a aquellos que no los tuvieran o que padecieran signos leves, “que era por donde se estaba colando todo el mundo”, algo que en un primer momento no se sabía.

“Probablemente a partir de la segunda quincena de febrero el coronavirus ya circulaba de forma importante”, explica a Civio. Sin embargo, lo hizo de forma sigilosa, a través de personas sin síntomas o con signos muy leves, que pasaron desapercibidas. España estaba a ciegas en el peor momento, ya que “epidemiológicamente es muy importante tener pruebas” para rastrear por dónde circula el virus. Fue a finales de febrero cuando se encendieron todas las alarmas. El virus ya no estaba tan lejos: de los 483 casos confirmados en Europa, 400 habían sido detectados en Italia, la mayoría en el norte, en las zonas de Milán, Bolonia y Venecia. “Italia y España tienen tal nivel de interacción que era imposible que no tuviéramos montones de casos ya metidos dentro”, lamenta Peiró.

La dispar respuesta autonómica

Sanidad “recomendaba” desde principios de febrero que cada autonomía dispusiera de “al menos un laboratorio con capacidad diagnóstica”. Pero al principio los medios autonómicos también eran muy escasos. Aragón, por ejemplo, solo habilitó dos hospitales en Zaragoza, donde también se tenían que llevar las muestras de Huesca y Teruel. Andalucía hizo lo propio con dos hospitales, en Granada y Sevilla, para atender a toda la región. La Comunidad de Madrid solo contaba en un principio con los cuatro hospitales más grandes para hacer las pruebas. “Hubo previsión para una situación mucho menor que la que nos hemos encontrado. Se pensó en casos importados, brotes locales y localización de contactos, no en una situación masiva”, apunta Peiró.

Al comienzo del brote, según cuenta a Civio un portavoz de la Junta de Castilla y León, la región también centralizó sus análisis en los complejos más grandes –Burgos, Valladolid, Salamanca y León—. Las muestras de Soria, por ejemplo, tenían que hacer un viaje de dos horas por carretera para llegar al hospital burgalés. Y en Baleares, inicialmente todas las muestras se analizaban en Son Espases (Mallorca). Todavía hoy, según explica una facultativa, la mayor parte de muestras de Ibiza viajan a Mallorca por la falta de medios. Un problema similar en Canarias, la carencia de material, también ha obligado a que las muestras vayan de Lanzarote a Gran Canaria para ser analizadas, según el diario local La Voz de Lanzarote.

La reacción a la crisis del coronavirus ha sido dispar en España. Comunidades pequeñas como La Rioja, Cantabria y Asturias son las que más pruebas por millón de habitantes habían hecho a finales de marzo, según los datos recabados por Civio (cifras que, en paralelo había obtenido y publicado de forma previa El Confidencial). La Rioja parece haber seguido el consejo de la OMS, que a través de su director general, Tedros Adhanom, lanzó un mensaje claro: “test, test, test”. Tal vez su elevado número de pruebas responda a dos factores. El primero, el miedo inicial. El 6 de marzo, según los datos de Sanidad, esta comunidad era la que más incidencia acumulada de casos (9,15) tenía por cada 100.000 habitantes, muy por delante de Madrid (2,06) y el País Vasco (2,04), en parte debido al primer gran foco de coronavirus en España, localizado en el municipio de Haro. El segundo factor tal vez sea que La Rioja es una comunidad uniprovincial con pocos habitantes y relativamente rica. En las últimas semanas, la región ha desplegado equipos de diagnóstico móvil para tomar muestras y ha centralizado las pruebas en el Hospital de San Pedro de Logroño.

Si la falta de transparencia sobre el total de pruebas realizadas es muy preocupante, la opacidad es aún mayor en el número de personas que se han sometido al análisis. Hasta la fecha España no ha dado a conocer estos datos. A nivel regional, La Rioja, Madrid, Galicia, Cantabria y País Vasco son las cinco únicas autonomías que han hecho público el número de personas que se han sometido a test de PCR, según la información obtenida por Civio. En términos relativos, la comunidad riojana vuelve a liderar la corta clasificación al haber analizado a 14.000 personas por millón de habitantes.

Durante semanas, no ha habido infraestructura ni medios para atrapar al virus a tiempo. Por ejemplo, hasta mediados de marzo, Extremadura solo contaba con un único hospital para hacer análisis, el de Cáceres, ya que el de Badajoz comenzó a funcionar hace unas semanas, según el periódico regional Hoy. Entre marzo y abril, cada autonomía ha intentado multiplicar su capacidad de detección del coronavirus: la Comunidad de Madrid cuenta ahora con 12 laboratorios en hospitales frente a los 4 iniciales; Andalucía, con 14 centros respecto a los 2 con los que comenzó. En las regiones que publican las pruebas realizadas de forma periódica, Cataluña y País Vasco, también se ve que el número de pruebas se disparó a partir de marzo.

¿Por qué no sabemos a cuántas personas se ha analizado?

Desde el 15 de marzo, las comunidades envían a Sanidad el número de pruebas realizadas a diario, pero el Gobierno ha dado datos incongruentes. El 15 de marzo, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, habló de “más de 30.000 test”. El día 21, Raquel Yotti, directora del Instituto de Salud Carlos III, citó 355.000 determinaciones por PCR, cifra que repitió el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, esa misma noche.

Una portavoz del Carlos III puntualiza que Yotti “se refirió a pruebas, no a personas”. Preguntado por Civio, el Ministerio de Sanidad insiste en que “se hacen entre 15.000 y 20.000 al día”, mientras que Jesús Oteo señala que el CNM consiguió en la semana del 16 de marzo llevar a cabo más de 4.000 determinaciones.

Los datos recabados por Civio suman algo más de 238.000 análisis para las 14 comunidades disponibles, algo menos que el número obtenido por El Confidencial. No obstante, a esta cifra habría que añadir las pruebas hechas en el CNM y otros organismos, pero que ni el Instituto de Salud Carlos III ni Sanidad han querido detallar a este medio.

Los protocolos de Sanidad también han variado de forma considerable: el primer plan, del 24 enero, exigía una única prueba por persona, la realizada en el CNM. Desde el 30 de enero y hasta el 11 de marzo se pedían dos en casos positivos o dudosos. A partir del 27 de febrero, se necesitaban al menos tres pruebas (la de diagnóstico y dos para dar el alta)para los positivos. Sin embargo, el plan del 11 de marzo estipuló que los individuos hospitalizados se hicieran al menos tres pruebas, la de diagnóstico y dos para recibir el alta, mientras que, en los casos domiciliarios, el número era de dos (para detectarlos y para considerarlos curados). Esto volvió a cambiar a partir de los protocolos del 15 y 31 de marzo, que indican al menos dos análisis, el de diagnóstico y el del alta.

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