Los pastores de la cooperativa maragata 'El Roble' se reinventan con nuevas formas de comercializar los corderos

Domingo Carro en su explotación ovina de Pradorrey. / astorgaredaccion.com

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Las explotaciones de ovejas churras de nuestras comarcas, cuya carne de calidad es la más codiciada por los restaurantes, han quedado tocadas con el cierre de los establecimientos hosteleros durante los momentos más duros del confinamiento por la pandemia de coronavirus, y, de momento, los nubarrones sobre el sector ovino no se están despejando en la desescalada ya que la reapertura de los comedores de los restaurantes está muy condicionada por las normas de seguridad para evitar contagios.

Lo que ya se denomina como la nueva normalidad, que nos obliga a todos a convivir con el Covid-19, ha provocado que los propietarios de los rebaños de churras estén buscando la supervivencia de sus explotaciones en nuevas formas de comercializar los corderos. Es el caso de la Cooperativa Ovina 'El Roble' de Maragatería, que desde el inicio del confinamiento se ha metido de lleno a publicitar la venta a través de los grupos de comercio local creados en las redes sociales.

“Todo son incógnitas”, asegura Domingo Carro, pastor de Pradorrey y uno de los fundadores de la cooperativa que llegó a tener una docena de socios, de los que ahora sólo quedan dos: él y una explotación de Rabanal del Camino. Carro afirma que “los restaurantes son nuestros clientes principales, aunque abran va a empezar todo muy despacio”. El panorama que deja la crisis con “dinero escaso en las familias, la reducción turismo internacional y la suspensión de las fiestas de los pueblos” no invita al optimismo, pero lejos de quedarse de brazos cruzados a esperar que lleguen las ayudas aprobadas el pasado 6 de mayo en el BOE por el Ministerio de Agricultura para las explotaciones ovinas y caprinas con dificultades para la comercialización, la cooperativa se ha lanzado “a buscar nuevos clientes”, manifiesta el ganadero maragato.

Como ha recordado recientemente la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el coronavirus, entre otras cosas, nos ha hecho ver lo que es realmente esencial: ha confirmado la importancia del sector alimentario, del que forman parte fundamental quienes producen los alimentos y sostienen la economía local, por lo que desde la OCU insisten en que los consumidores apoyemos “la producción de kilómetro cero” para favorecer a los agricultores y ganaderos cuyas explotaciones están cerca de nuestras casas.

Domingo Carro explica que el proceso de comercialización de los corderos de la cooperativa, con todas las garantías sanitarias, comienza en el matadero de Astorga, continúa con el despiece del cordero según las indicaciones de los clientes para finalmente servirlo a domicilio. “Siempre comercializamos en canal por encargo, frescos del día antes, con lo cual pueden tenerlos una semana en el frigorífico sin problemas si no lo quieren congelar”, indica el ganadero. La Cooperativa 'El Roble' tiene una producción anual de un millar de corderos y “cuando no nos llega compramos a otros colegas”.

El MAR, Movimiento Alternativo Rural

La ganadería extensiva de ovino es una actividad presente en muchos municipios de la España Vaciada, que asienta población en el medio rural. “Se nos considera un sector estratégico -subraya Domingo Carro- porque estamos en el área rural y somos conservadores de la naturaleza, con nuestros rebaños mantenemos los paisajes y prevenimos incendios”.

La carne de cordero es un producto de primera calidad, saludable y criado en el campo, con lo cual fomenta la biodiversidad y la sostenibilidad del territorio, unas funciones que los socios de 'El Roble' tuvieron en cuenta cuando en 1992 fundaron la cooperativa. Entre los creadores de la sociedad se encontraban miembros del Movimiento Alternativo Rural, el MAR, que en los años 80 se reunían en el mítico bar de Morales del Arcediano, eran ganaderos, ceramistas... que llegaron a Maragatería de grandes ciudades o de otras comarcas.

“Yo comencé con 100 ovejas en el año 82 en las cuadras de la casa de mis padres en Pradorrey, venía de Madrid a donde había emigrado con mi familia -recuerda Domingo Carro-, otros empezaron en el 83 venidos de la ciudad para asentarse en La Maluenga, Rabanal... Había una vuelta al campo, unos nos quedamos y otros se fueron”.

Una vuelta a los pueblos de la que en esta crisis se vuelve a hablar en los medios de comunicación nacionales como una salida a la crisis. El ganadero de Pradorrey, con casi 40 años trabajando para sacar adelante el rebaño, y tocando con los dedos la jubilación, recuerda que “al campo se puede volver de muchas maneras, como jubilado, teletrabajando o para dedicarse a la agricultura y ganadería”. Él desde su experiencia calcula que en la actualidad una explotación con menos de 1.000 ovejas no es rentable, hay que hacer una inversión grande para desarrollar una actividad en la cual “lo que vendemos está regulado por el mercado y lo que compramos no. Cuando viene un mal año como hace dos con sequías y heladas” los costes de producción se disparan.

Carro prevé que “en 10 años el 80% de los agricultores y ganadores nos vamos a jubilar y la incorporación de jóvenes a partir de cero es muy difícil, además la ganadería ata mucho, requiere dedicarle mucho tiempo y encontrar pastores que sepan y quieran es difícil”, concluye.

Descenso de la cabaña ovina

La cabaña ovina en España lleva descendiendo progresivamente desde hace más de 20 años; en 2002 estaban censadas 24.600 cabezas de ganado y en 2018 solo 15.800, las explotaciones ganaderas han pasado de 122.600 en 2007 a 113.700 en 2019, según el Ministerio de Agricultura.

El consumo de esta carne en España ha sufrido un descenso preocupante, pasando de 119.900 toneldas en 2007 a 62.300 en 2018. Esta mala situación del sector se ha intentado paliar con un incremento del número de cabezas por rebaño y un aumento de las exportaciones desde 2011, que ahora con la Covid-19 se ven limitadas.

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